Hace siete años cuando las aguas estaban revueltas, Ginger Marino de Nule sentó en la mesa a su hija Katya y le exigió asistir en compañía de su esposo Álex Char. La reunión no era un típico almuerzo familiar, Ginger quería acabar de raíz el rumor a voces que sonaba en cada esquina de Barranquilla: el romance entre Aída Merlano y su yerno. Lo confrontó, le recriminó el desliz que ponía en tela de juicio la seriedad de su candidatura a la Alcaldía de Barranquilla al relacionarlo con la consentida del empresario Julio Gerlein. Ginger Marino supo del talante de Aída Merlano cuando le contaron que Roberto Gerlein estaba considerando su nombre, en aquel entonces desconocido en Bogotá, para reemplazarlo en el Senado después de 50 años de carrera.
Ginger Merino siempre iba un paso adelante, en 1999 planeó hasta el más mínimo detalle del matrimonio de Katya, no permitió que Fuad Char tuvieran voz ni voto en la organización del evento que sería el más concurrido del año. Invitó a políticos liberales locales y nacionales mientras que sus amistades del país y exterior aterrizaron en La Arenosa. Era todo un suceso, los Nule se unirían por lo alto con la familia Char. En 1995, Ginger también movió cielo y tierra para que su hija se convirtiera en la reina eterna del Carnaval de Barranquilla, sin la autorización de su esposo Guido Nule que recién había dejado el ministerio de Minas en Bogotá y quien se enteró del reinado cuando leyó un titular en El Heraldo. Ginger Merino nunca ha pedido la aprobación de su marido para actuar, siempre ha echado pa' lante. Por eso, esa tarde del 2015 cuando llamó a Katya para exterminar el romance de su yerno con Aída Merlano, Guido Nule brilló por su ausencia.
Hace 10 años, el exministro de Mina y distinguido empresario que en el pasado dirigió Águila, Promigás y Terpel del Norte, se alejó de la luz pública. No asiste a fiestas y ya no juega golf en el Country Club de Barranquilla desde que su hijo menor, Guido Alberto, fue condenado por participar en el Carrusel de la Contratación de Bogotá. Una condena de veinte años terminó reducida a cinco y ahora Guido Junior la paga en el edificio Nefertiti en el Golf. Guido Nule nunca se recuperó del peso que hoy carga su apellido y desde entonces es Ginger Marino quien lo reemplaza en sus funciones de patriarca y socialité.
Desde muy joven, Ginger sabía que no quería ser otra Reina del Carnaval más, lejos de convertirse en una respetada ama de casa barranquillera, decidió prepararse, disfrutaba las tertulias, el teatro y literatura. Se graduó de derecho en la Universidad del Atlántico decidida a meterse de lleno a la política al lado del dirigente liberal Luis Carlos Galán a quien conoció en la Universidad Javeriana de Bogotá. La amistad entre ambos fue inmediata, Luis Carlos la invitó a unirse a los Comandos Liberales Javerianos, un grupo de 30 alumnos que seguía de cerca los principios liberales pero quería renovar el partido. Después de su corta experiencia académica en la capital, Ginger Merino regresó a Barranquilla, pero mantuvo contacto con Galán que no se perdía un carnaval ni las parrandas en el Hotel El Prado. Ginger, convertida en profesora de derecho tributario de la Universidad del Atlántico, solía invitarlo para que dictara seminarios a estudiantes de universidad públicas. En 1979, la invitaron a fundar el Nuevo Liberalismo con otros líderes como Iván Marulanda y José Blackburn, sería vocera y coordinadora del movimiento en el departamento del Atlántico.
Cuando Galán se lanzó a la presidencia, Ginger Marino aprovechó sus relaciones públicas para organizarle la agenda en la Costa Caribe, siendo Barranquilla el centro de operaciones de la campaña en la región. Dos meses antes de que lo asesinaran, le organizó una fiesta con militantes del Nuevo Liberalismo, pero no fue una típica parranda, Galán le confesó que temía por su vida, ya sabía que lo iban a matar, por más que intentó calmarlo, aquella noche se marchó temprano. El 18 agosto de 1989, Ginger recibió una llamada de un colega del Nuevo Liberalismo en Bogotá, habían asesinado a Galán, no habían podido salvarlo.
Ante la crisis que vivió el Nuevo Liberalismo con la muerte de Galán, Ginger no se doblegó, continuó firme y apoyó que César Gaviria tomara las banderas de Galán como candidato presidencial. Una vez en la presidencia, Gaviria supo reconocerlo y designó a su esposo Guido como ministro de Minas e incluso de comunicaciones ad hoc después de la abrupta renuncia del periodista Mauricio Vargas en la cartera de comunicaciones. El traslado a Bogotá de Guido Nule, no impidió que Ginger Merino siguiera con su ritmo político, se lanzó con éxito al Concejo de Barranquilla con el aval liberal e intentó llegar a la alcaldía de Barranquilla como la única candidata mujer, pero se quemó. Sin embargo, el presidente Gaviria siempre la tuvo en mente, no dudo en contactarla para que asumiera la Consejería para la Familia, la Mujer y la Juventud. Este nombramiento posibilitó que se reunieran en Bogotá y en 1994, la familia empacó maletas de regreso a Barranquilla, Ginger continuó en el Concejo.
Esa misma vena política la ha puesto en función de la carrera política de Álex Char. Durante sus dos mandatos como alcalde de Barranquilla, Ginger Merino siempre le ha hablado al oído, recrimina sus errores y le aconseja cada paso que debe dar para proyectar una imagen impecable, ella sabe que Alex no es un empresario como Julio Gerlein que pudo mantener un amorío con Aída Merlano durante 30 años, él es un político nato y debe comportarse como tal. En un inicio, el escándalo Merlano-Char le cayó como un baldado de agua fría, desde el 2015, Ginger Merino tenía puestas sus energías en su yerno y su camino asfaltado para ser Presidente de la República.
Alex no le hizo caso al jalón de orejas de su suegra y el romance con Merlano continuó por años, relación por la que hoy el candidato presidencial está pagando las consecuencias. Por el momento, Ginger Merino guarda silencio, muy posiblemente le dio a su hija la fuerza que necesitaba en el momento del escándalo para afrontar la crisis con un video. Muy al estilo de de Hillary Clinton frente al affaire de Clinton con Mónica Lewinsky, Katia Nule puso el futuro político de su marido por encima de sus sentimientos frente a un lío de faldas.
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