Gina no se asomó
Opinión

Gina no se asomó

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noviembre 06, 2014
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En las narices de todos, cerrará sus puertas la Universidad San Martín. 26.000 estudiantes, 4.000 empleados en 17 ciudades, quedarán en el aire. La indiferencia de la ministra Parody para escucharlos o atenderlos al menos, agudiza este vía crucis que no logra respuestas.

De su rector Mariano Alvear Sofán y su esposa Gloria Orozco nadie sabe nada. Cuentas vacías, otras embargadas, más de 667 procesos laborales que solo en Bogotá tienen desde el 2008 por cuenta de descuentos que se hicieron a sus empleados para la seguridad social y parafiscales, solo el “abre bocas” de la lista. Esos recursos se esfumaron. ¿Dónde están los procesos?, terminaron en los deshonrosos despachos donde los expedientes se los come el polvo.

La situación más crítica está en la sede de Barranquilla, hace un mes los profesores de Veterinaria y Zootecnia pararon. Les siguieron los de Medicina y finalmente los de Odontología, a los profesores no les pagan hace cuatro meses. Hace menos de diez días Electricaribe corto la energía y la empresa Triple A les cortó el agua.

La corrupción ramplona y campante de sus directivos hizo mérito desde tiempo atrás para que el Ministerio de Educación tomara cartas en el asunto, y no repetir la frase “estamos investigando” para salir del paso. Una acción determinante habría significado hoy salvar de la debacle a los jóvenes que de buena fe, con intención de formarse, terminaron estafados, sin carrera, sin registro y sin plata.

El error garrafal de un político al frente de la educación salta a la vista. Ninguno pondrá en riesgo su carrera, más cuando de tocar callos se trata. Se limitará a cortar cintas, entregar cuadernos al ritmo de campaña. Así de sencillo y de mediocre. Hoy estamos frente a esto: asistiremos los colombianos al cierre de una nueva universidad, con un Ministerio de Educación, como espectador.

¡Mayor indignación no puede haber! Un no rotundo y reiterativo a la Colombia más educada que pretende tranzar el derecho a la educación. Los jóvenes que la semana pasada frente al despacho de la ministra Parody exigiendo que pase algo, dejaron por sentado una vez más, que no hay razón válida para negociar el futuro de Colombia. Si algún camino recorren los marchantes, es el de formación, el que se niega ser un comité de aplausos, de meterle materia gris a este país que se rehúsa cada vez más a tenerla. Sus pasos son una marca imborrable, que nadie por ningún motivo debe desconocer.

Este país ha estado convencido que los jóvenes solo se les promete, se les resuelve la vida a punta de camisetas blancas y un sándwich, en otras palabras para muchos, se deben explotar a como dé lugar. Más de una vez, nuestros “padres de la patria” han prometido que la educación invocará la más divina providencia. La juventud, en pie de lucha, en una protesta dirigida por la sociedad civil, ha sabido romper el paradigma. Y es que esta y otras generaciones estamos convencidos de que no hay bonanza que valga si se pone en riesgo el sagrado derecho a educarse y hacerlo con calidad. De la educación que transforma este país para quienes hoy estamos y los que vendrán.

Si algo me resulta evidente en el debate entre la educación como derecho y educación como trampolín económico o político, es que los defensores de la primera piensan en el futuro de las generaciones que están por llegar, y los promotores de la segunda se han limitado a pensar solo en la inmediatez, en el más diminuto presente.

Hoy, que el Estado en cuerpo de sus agentes, como la ministra de Educación Gina Parody, no se asomó por la manifestación de los estudiantes, es aún más importante recalcar lo prestado: la “educación es intocable”.

En época electoral cuando Parody hablaba de un país educado, se comprometía a su férrea defensa. La jefe de debate de la reelección por las localidades de la ciudad, manejaba un mensaje interesante. Proponía la protección contra viento y marea de aquellos que decidieran ir a un aula. Ahora, sin el afán efímero de los votos efímero en una democracia torpe el discurso parece haberse matizado. Sospechando que el funcionario público es vulnerable a sufrir una amnesia parcial.

Llegó el momento de apretarse el cinturón, hablar fuerte a quienes han demostrado ser los vividores de la educación. Menos cintas para cortar ministra Parody, asómese a la protesta, la San Martín cerrará sus puertas, el país no perdonara verla como espectadora un día más.

 

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