Esta historia propone un mundo ficticio, muy similar al modelo de país que comparten Alejandro Ordóñez y Viviane Morales y que, de una forma u otra, está contemplado en sus propuestas de gobierno. A continuación, presentaré algunos aspectos de Gilead que son comparables con la forma en que estos dos candidatos a la presidencia piensan el país.
En esta historia, el mundo ha pasado por una guerra en la que el uso de armas químicas ha traído hostiles condiciones climáticas y un elevado nivel de infertilidad entre su población. Al terminar la guerra, en EE.UU. se ha impuesto un gobierno teocrático, cristiano que ha rebautizado al país llamándolo Gilead. Este gobierno crea un relato en el que se interpretan las desastrosas consecuencias de la guerra como castigos que caen sobre la sociedad por llevar una vida por fuera de los valores cristianos. Esta narración justifica la imposición de un orden extremadamente rígido en el que la función asignada a cada parte de la sociedad se cumple de forma obligatoria o se sufren terribles torturas, como la pérdida de un ojo, una mano, un brazo, etc.
En Gilead, como era de esperarse, los roles de género están fuertemente establecidos, pues se piensa que la infertilidad tiene relación con la forma en que viven las mujeres por fuera de su hogar. En consecuencia, en este nuevo país, el estudio, el trabajo, la posibilidad de tener propiedades, etc. están prohibidos para las mujeres. También se ha prohibido el sexo recreativo, incluso al interior de los matrimonios, las relaciones sexuales solo pueden llevarse a cabo en una ceremonia y con finalidad reproductiva. En razón de esto, las pocas mujeres fértiles que quedan son entrenadas para ser criadas, mujeres cuya función principal es cumplir con su “destino biológico”, es decir, procrear.
En estos aspectos puede encontrarse una amplia coincidencia entre El cuento de la criada y las propuestas de país que presentan tanto Ordóñez como Morales. Estos dos candidatos, al igual que los gobernantes de Gilead consideran que la solución a los problemas del país pasa por un regreso a los valores. Ahora bien, los dos personajes no hablan de valores ciudadanos, sino de los valores contemplados en su fe. Esto puede verse claramente en las declaraciones realizadas por del exprocurador en el debate de los candidatos de derecha, realizado por La W. Ante la pregunta ¿condón o no condón? Ordóñez respondió sin vacilación alguna, menos condón y más valores. Para justificar su respuesta afirmó que el carácter libertario que hoy existe es lo que lleva a la disolución de la familia y la sociedad. Por su parte, la exfiscal, en entrevista realizada por revista Semana, dijo que las soluciones a los problemas que tiene el país tanto a nivel de autoridad, justicia y economía pasan por recobrar los valores. Esto en virtud de que, a su juicio, “Colombia está viviendo un estado de emergencia moral”.
Aunque por su puesto, los castigos en un país gobernado por cualquiera de estos dos candidatos, no serían como los que vemos en la serie, sabemos que ambos están dispuestos a iniciar una cruzada que podría llevarse por delante a todo aquel que no esté de acuerdo con los dogmas de su fe. De hecho, hemos visto que desde sus cargos como funcionarios públicos Morales (senadora) y Ordóñez (procurador) han hecho cuanto han podido para evitar la legalización del aborto, el matrimonio y la adopción por parejas del mismo sexo, etc. Morales, por ejemplo, impulsó la recolección de firmas para negar la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan adoptar. Ordóñez, a su vez, desde la Procuraduría hizo cuanto pudo para impedir el uso de la pastilla del día después, pues consideraba esta píldora como una forma de aborto. Además de lo cual destituyó e inhabilitó a Alonso Salazar. Tal como lo reseña El Espectador en una nota publicada en 2014, a pesar de haber argumentado que el Salazar participó en política estando en el cargo de alcalde de Medellín, la razón que verdaderamente llevó a esta destitución fue el impulso que dio este funcionario a la Clínica de la Mujer.
Vemos entonces que los dos candidatos a la presidencia aquí mencionados tienen en mente imponer un gobierno similar al propuesto por Margaret Atwood en su novela. Una suerte de distopía en la que, antes que la democracia y el respeto por los derechos humanos, prevalecen sus propias creencias religiosas.