Cuando Gilberto Tobón empezó a tener renombre como figura pública hace unos años atrás, muchos recibimos con beneplácito, el que una voz con lucidez y resonancia mediática por fin se alzara contra la clase política en Colombia, y dijese las verdades incómodas que, aunque muchos intuíamos, pocos se atrevían a decir. Siendo una especie de Fernando Vallejo de la política, por esa convicción firme en criticarlo todo, acompañado de un pesimismo sobre el destino de nuestra nación, que lejos de ser negativo, parecía más bien la dosis de realismo que necesitaba el “país más feliz del mundo”.
Sin embargo es decepcionante, como de forma paulatina, esa otrora irreverencia critica, se transformó en una militancia política de izquierda velada, y una simpatía petrista poco disimulada, las cuales conforme ha avanzado el tiempo, se han tornado más evidentes y hacen parecer varios de sus análisis como mera promoción de un pensamiento político, que no por acompañarse de verdades dicientes como las referentes a la corrupción en Colombia, dejan de tener un claro tinte ideológico.
Siendo prueba de este sorpresivo viraje, el cambio repentino de postura sobre Petro del cual decía en una entrevista con el Pacifista del 2018 “es una mala opción porque es un populista de izquierda, gobernando sería como los Kirchner de Argentina en el poder”. Mientras que del mismo, solo un poco después en sus tradicionales apariciones en Cosmovisión, diría que tiene el programa económico “más coherente”, refiriéndose además en sucesivas entrevistas sobre la gran inteligencia del dirigente de izquierda, sin achacarle en la actualidad cuestionamientos de su paso por la Alcaldía de Bogotá o su vida política (como su apoyo a Alejandro Ordoñez), como si lo hace con otros políticos adversarios de este como Fajardo, al cual no lo baja de “narcisista y candidato de las oligarquías”, teniendo términos igualmente despectivos para casi cualquiera que no sea el exalcalde bogotano, del cual incluso aplaudió su negativa a apoyar a Claudia López, aun cuando el supuesto objetivo común de las fuerzas alternativas, fuese derrotar a Uribe en la capital de la república, dejando muy atrás su inicial faceta como critico imparcial.
Y respecto de sus opiniones políticas, quizás su intervención más llamativa, fueron sus continuos cuestionamientos al sistema privado de pensiones al que tildó de estafa, mientras seguía defendiendo el actual modelo público pese a que tomando una de sus expresiones es un real “Robin Hood al revés”, donde de cada 100 pesos que el Gobierno usa para subsidiar las pensiones de Colpensiones, 65 van a los más adinerados y menos de 1 a los más pobres. Sin mencionar que solo en el año 2019 fueron destinados por el Gobierno Nacional 39,4 billones de pesos a las transferencias pensionales equivalentes al 4% del PIB. ¿De verdad es razonable que un politólogo de renombre defienda un modelo tanto insostenible como inequitativo, en lugar de propender por una urgente reforma que armonice lo publico y privado para de paso aumentar la cobertura? ¿O es que para el doctor Tobón estos subsidios indebidos a los más pudientes de la sociedad si son positivos?
Añadiéndose a lo anterior, que en reciente entrevista refiriéndose a la omnipresente crisis de la salud, el precitado profesor trayendo a colación, nuevamente su simpatía desbocada por el estatismo, tan propia de la izquierda, propuso nacionalizar este servicio, debiendo recordar lo absurdo de esta propuesta, si es que se pretende acabar con la corrupción, cuando en el año 1999 de acuerdo a la Controlaría General de la República, el desaparecido Instituto de los Seguros Sociales, que tenía entre otros servicios a su cargo la salud, encabezaba un listado como la entidad pública con mayor indice de corrupción, con varios directores presos y desfalcos multimillonarios.
Mientras que países nórdicos como Suecia, que es frecuente nombrar como ejemplos notorios, emplean el denominado “cheque sanitario” en el que cada centro médico, público o privado, recibe este “cheque” por paciente que lo elige, cuyo importe es fijo y equivale al costo promedio en atención primaria de los habitantes de la provincia, propiciando así la calidad de la salud, al fomentar la real competencia entre los distintos centros médicos. ¿No sería esta una mejor alternativa, que de nuevo confiar en la intermediación de las EPS o la nefasta centralización estatal, cuyos pésimos resultados ya conocemos?
Sin poder pasar por alto, que el mismo politólogo, ya ha mostrado su disconformidad con instrumentos tales como la regla fiscal o la atención puesta al déficit de Colpensiones al que resta importancia, quedando como inquietud si quizás para este profesor, similar a muchos de los ideólogos de izquierda moderna como el propio Keynes al afirmar “A la larga todos estaremos muertos” sea más importante el gasto público desmedido, para pretender solucionar las dificultades sociales en el corto plazo, antes que sus nefastas consecuencias futuras, como las inflaciones del 52,9% en Argentina o del 9585,5% en Venezuela, que solo conducirían al agravamiento de los problemas colombianos, siendo censurable la promoción que de estos postulados, hace el intelectual antioqueño, demostrando nítidamente la falibilidad de su pensamiento.
Pudiendo decirse en síntesis, que si bien es encomiable el papel que desempeña Gilberto Tobón Sanín, despertando a la sociedad un sentido critico frente a sus gobernantes y los sectores poderosos, no es dable decir lo mismo sobre sus posiciones políticas, que deben ser cuestionadas con base en lo que han provocado en otras latitudes, ya que al decir de Milton Friedman: “Uno de los grandes errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones más que por sus resultados", sin pretender sea Colombia el laboratorio de experimentos fracasados, por mucha que sea la retórica o emocionalidad usada para promoverlos.