Geovanni Banguera, un joven nariñense de 22 años, fue el gran protagonista de la clasificación del Atlético Huila a la semifinal de la Liga 1-2018, donde tendrá como rival directo al encopetado Atlético Nacional.
Lo de Banguera, el hijo de don Zoilo, un afro que desde hace más de 10 años tras ser desplazado por la violencia en el Caquetá vive en Garzón, no fue únicamente los tres penaltis que atajó el sábado anterior en el partido contra Patriotas, donde se clasificó el equipo opita a la semifinal del fútbol colombiano, es también la gran actuación de este afro en el arco del Huila durante el presente torneo.
Banguera llegó al arco del equipo en la segunda fecha de la Liga Águila 1-2018, cuando se lesionó en un partido contra el deportivo Cali el portero titular de los opitas Bréiner Castillo, el popular Brecas.
Brecas es paisano de Banguera y ha influido mucho en la preparación técnica de Geovanni para llegar al nivel que tiene hoy este joven nariñense debajo de los tres palos del equipo opita.
Banguera, clasificado por la crónica deportiva nacional como uno de los mejores porteros del fútbol profesional colombiano y quien tiene ya ofertas de varios equipos entre ellos Millonarios y América para continuar su carrera deportiva, se gana tres millones de pesos mensuales en el Atlético Huila, que el equipo opita le cancela por cuotas dado el poco recaudo de taquilla que hacen cuando juegan de locales los huilenses.
Según los registros de la Dimayor, el Atlético Huila es el equipo de la primera A de menor taquilla cuando juega de local por el deprimente estado en que se encuentra el estadio Guillermo Plazas Alcid, tras el frustrado proyecto de remodelación donde no solamente se perdió plata sino también vidas.
Y lo lamentable y doloroso del caso es que por este hecho palpable de corrupción no hay una sola persona en la cárcel y la investigación judicial para establecer responsabilidades tanto penales como civiles avanza en medio de una lentitud desesperante como todos los procesos que por corrupción se abren en este país.
Se habló de la construcción de estadios alternos en Garzón y Pitalito, pero hasta ahora no se ha visto nada: en Garzón apenas se contrataron los estudios de la remodelación del estadio, y a ojo de buen cubero en cuatro o cinco años se concretará la obra; en Pitalito, a pesar de los anuncios del alcalde Miguel Rico Rincón de que se iba a construir un moderno estadio como con una de las principales obras del bicentenario de la ciudad parece que todo se quedó en palabras y titulares de prensa porque como dice un viejo adagio “ayer un juramento mañana una traición palabras de políticos flor de un día son”.
Doloroso por ejemplo que el partido de la semifinal de local el Atlético Huila lo tenga que jugar en el Campín, privando a los opitas humildes, los que no tenemos para ir en avión ni en bus a Bogotá, de acompañar a la “Mancha Amarilla”, que estamos seguros se la va a parar duro al encopetado Atlético Nacional de Ardila Lule, donde un jugador como mínimo se gana 20 millones de pesos mensuales y se lo dan de contado y no en cuotas.
¿Quiénes son los culpables de esto? Los corruptos.