Tengo dos ejemplos de la generalización que nos ha llevado la polarización política:
- Todo lo que uno oye sobre las EPS es malo.
- Todo lo que uno oye sobre Petro es malísimo o buenísimo.
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Hace cuatro años ingresé a un tratamiento con la EPS Sanitas por un mieloma múltiple (es el nombre poético que prefiero en vez de cáncer de médula ósea), enfermedad que parece incurable, pero es tratable.
Me ha ido excelente y después de varios medicamentos y encontrar el que ha funcionado me siento cada vez mejor. He pasado casi todo este tiempo en la Clínica Universitaria Colombia, inicialmente interno y luego en consultas externas.
Tengo EPS Sanitas y no solamente no tengo ninguna queja, sino que estoy en mora de manifestar mi agradecimiento y dar testimonio sobre su servicio.
Mientras tanto, oigo a diario despotricar sobre las EPS: ¡generalizando!
Si alguna falla me pareció ver, creo que se debe a la misma bandada de pacientes que llegaron de las malas EPS. Quizás no se aumentó a tiempo el personal para recibir la gran cantidad de afiliados nuevos.
De hecho, un sábado fui testigo de cómo a dos enfermeros les tocó atender a un grupo grande para quimioterapia: eran un hombre y una mujer. Aunque su buen servicio y buena actitud no variaron, supe que la enfermera jefe, que ya venía con alguna dolencia en la mano, agravó su mal por exceso de trabajo.
Habrá alguna persona o algún servicio, entre cientos, con regular actitud. Pero desde la parte humana y científica no he recibido más que dedicación, interés, seguimiento y sobre todo una bella y admirable vocación de servicio y actitud humanitaria.
Hoy en día veo que se le acusa con otras EPS en demoras con las muestras para COVID-19. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que esto es una pandemia universal que intempestivamente revolcó todo. No lo digo para justificar fallas que deben corregirse y castigarse, cuando sean culpables.
Hoy en día, a pesar de que la función de estos trabajadores de la salud se ha vuelto más heroica, no he dejado de recibir la mejor atención con la misma excelente actitud. Aunque lo que cambia ahora son los medios electrónicos utilizados para las consultas.
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El otro caso es el del señor Gustavo Petro. Antes de ser candidato y alcalde, cuando era senador, me parecía excelente. Permanentemente hacía denuncias y, según él, siempre con pruebas. Eso es valioso en un país donde hay mucho que denunciar y muy poco se hace. No obstante, como administrador no solo me pareció pésimo, sino altamente peligroso.
Digo lo anterior por sus decisiones absurdas como poner al acueducto a recoger basuras o al avivar enfrentamientos de clases, siempre dañinos, al pretender enviar a vivir en el Nogal a una muchacha del servicio, donde un pan vale al menos el doble que en su barrio. Además, varios de sus más valiosos colaboradores le retiraron su apoyo, ¿qué dice eso?
En fin, su discurso me parece riesgoso, ya que destaca todo lo malo, pero no aclara soluciones. Por eso me aterra imaginármelo de presidente, expropiando a dedo como San Hugo.
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En fin, hay que manifestarse y denunciar todo lo que nos parezca malo, pero sin ignorar todo lo bueno, como hoy pasa: se polariza y solo tenemos un diálogo de sordos.