El pasado 20 de octubre, el presidente Iván Duque anunció la implementación del programa Generación E con el que el Gobierno espera beneficiar a más de 336.000 estudiantes en los próximos cuatro años. La inversión ascendería a $3,6 billones y la administración nacional buscaría con este incentivar el acceso a la educación superior y la excelencia en este nivel educativo. En síntesis, el programa se divide en tres áreas de acción o elementos principales, dos de las cuales se enfocan exclusivamente en el sector oficial, y que el Gobierno ha denominado: Equidad, Equipo, y Excelencia.
El primero pretende garantizar el acceso gratuito de 320.000 nuevos estudiantes con bajos recursos a instituciones de educación superior de carácter oficial, mientras que con el segundo se destinarían $223.000 millones de pesos anuales para financiar proyectos de inversión en estas mismas instituciones. Por otra parte, con Excelencia en los próximos cuatro años le permitiría a otros 16.000 estudiantes con un desempeño sobresaliente en las Pruebas Saber 11 y escasos recursos ingresar a IES de alta calidad, ya sean oficiales o privadas (o con al menos el 25% de sus programas acreditados).
Aunque la información disponible sobre la minuta del programa es escasa y se limita a un comunicado en la página del Ministerio de Educación Nacional, algunos elementos llaman la atención o generan expectativa sobre cómo se formalizarán. En primer lugar, se menciona que Equidad cubre el valor de la matrícula cobrado al estudiante y no el costo real que tiene para la universidad; razón por la cual, aunque ayuda desde el lado de la demanda, la alternativa de financiar nuevos cupos desde la oferta parece más alineada con las demandas del sector. Sin embargo, considerar el auxilio de sostenimiento puede ayudar a garantizar la permanencia de estos estudiantes en la universidad.
Por el lado de Equipo, cómo se asignarán los recursos es el gran interrogante: ¿competirán las instituciones con proyectos ante un órgano colegiado?, ¿serán priorizados por la calidad de las IES o por sus necesidades?, ¿será empleado algún índice?, ¿habrá regionalización? Los $222.300 millones de pesos anuales que se proyecta invertir podrían correr el riesgo de atomizarse en muchos proyectos.
Respectivamente, Excelencia es el componente que más se parece a Ser Pilo Paga. Por lo que se lee, el criterio de asignación no cambiaría, aunque Generación E es más exigente al limitar el universo de IES elegibles. Sobresale el concepto de corresponsabilidad entre universidades privadas (asume el 25% de la matrícula del beneficiario), el Estado (50%) y el sector privado (25%). En este sentido, parecería ser similar al considerado por el programa de créditos del Sistema de Financiación Contingente al Ingreso recientemente aprobado por el Congreso y a cargo del Icetex, mediante el cual se busca que las IES privadas aporten a un fondo para garantizar la permanencia de los estudiantes.
El Gobierno debería desarrollar estas ideas en las próximas semanas y muchas de estas inquietudes se resolverán. Sería beneficioso ver si este programa integrará otros factores de riesgo a la permanencia de los estudiantes universitarios, como la elección errónea de carrera, y que pueden afectar las sostenibilidad de estas políticas y a los mismos beneficiarios. Además, resta ver en qué medida esta responderá a las reclamaciones sobre la educación superior pública.
Finalmente, es necesario llamar la atención sobre el truncamiento en la continuidad de políticas públicas. La afirmación de que no hay políticas de Estado, sino más bien solo de Gobierno reaparece con la eliminación de Ser Pilo Paga y la aparición de Generación E. Sin inclinarse por uno de ellos, el llamado es apropiarse de las lecciones aprendidas del primero y que probablemente surgirán del segundo, esto para potenciar sus fortalezas y plasmarlos en una política sostenible y sostenida en pro del beneficio de la educación superior y la sociedad.
* Este artículo no representa la posición institucional de la Universidad del Norte.