Su nombre fue Gertrud Goldshmith. Nació alemana en 1912, llegó como arquitecta a Venezuela en 1939, fue artista y murió en Caracas en 1994.
Gego era el diminutivo de las primeras silabas de su nombre. La conocí brevemente en Caracas, tenía imagen de mujer con alma joven, larga, flaca, ágil, con el pelo blanco agarrado en una moña desordenada, hablaba en voz baja con un español al que le sobraban sonidos. En las manos, la comisura de los labios y la su mirada desde la esquina del ojo, se notaba el rigor de la alemana judía que llevaba por dentro, con su infinita sensibilidad.
La geometría de Gego coincide con el Movimiento Cinético venezolano que, en los años 70 y con voluntad política, buscaba proyectase como un país moderno desde la coherencia de movimiento que contó con artistas como Cruz Diez, Alejandro Otero o, el más grande de todos, Jesús Soto.
El arte cinético requiere movimiento. Puede ser el del espectador que al desplazarse capta los cambios que se producen dentro de la obra. Otros movimientos, ocurren en la obra misma. Gego propone algo sublime, el movimiento de la vibración.
Su obra es la prolongación del dibujo en la escultura. Se construye con líneas que flotan en el espacio y cuyo complemento son las sombras proyectadas. El sentido obligatorio de la sombra en la pared, hace que su obra tenga la modernidad eterna. Con la sombra logra la tercera dimensión que nos permite pensar en una escultura invisible. Sin la masa sólo existe el contorno. Sobre este concepto, la artista lo explica: Me interesa la transparencia del volumen para poder apreciar completamente una forma desde todos los ángulos de observación. Necesitaba la transparencia para crear el volumen.
Gego se inventó una geometría humana. Las líneas en el espacio crean un esqueleto de uniones: una cadena articula interrupciones, un alambre retoma su rumbo en la proyección de su sombra, los vacíos se convierten en espacios insinuados. El movimiento de la fragilidad produce la fuerza de un orden sublime.
La obra creció como en una telaraña con las irregularidades de la geometría que interpreta su sistema nervioso. En su construcción llega el control racional minimalista de obras armadas con elementos múltiples: el alambre que simboliza lo lineal, la cadena puede ser una línea interrumpida o la malla, un tejido virtual. Al final, toda su obra está contenida en un cuadrado o suelta en una estructura suspendida en el aire.
El tejido hermético nos obliga a acercarnos a la obra con los ojos de la imaginación en la búsqueda de lo poético. Allá hay un mundo en sordina, solo las voces internas hablan de la intimidad de las cosas que además atrapan el sonido de una chispa con nudos que son mudos.
La obra requiere una conjunción de elementos. El espacio virtual q que hace posible su complemento se logra porque la luz al proyectarse en la pared, crea la perspectiva en el espacio invisible. Las sombras, son la caja de resonancia que se completa a sí misma, en la transparencia del volumen.
