El 22 de diciembre del 2016 fue uno de los días más felices para Anibal Janna. Toda la sociedad barranquillera se hincaba a sus pies. Agolpaban los amplios pasillos de Plaza del Parque, el Centro Comercial de la élite costeña de la que él era uno de los creadores. Se había construido en tiempo record, 10 meses, con una inversión de 20 mil millones de pesos. Las medidas que manejaba su nuevo negocio eran descomunales: 20 mil metros cuadrados en construcción, 8.000 metros cuadrados en locales comerciales, 300 parqueaderos y se aplaudía además que el negocio generó 200 empleos directos. Al evento fue Alex Char, quien entonces era alcalde de la ciudad y el obispo Victor Tamayo regó agua bendita por sus pasillos. Pero la bendición de Dios no hizo tanto efecto: los lotes sobre los que se hizo el Centro Comercial pertenecen a la compañía Llovin S.A, y pertenecen a la Sociedad de Activos Especiales SAE. Uno de los retos del gobierno Petro es tener claridad sobre los predios que pertenecieron a mafiosos. Este lote, que fue propiedad del narcotraficante del cartel del Norte del Valle Iván Urdinola Grajales, podría ser el principio del fin del centro comercial preferido de los ricos en Barranquila.
Perteneciente a una familia sirio libanesa compuesta por seis hermanos donde él es el mayor, Anibal disfrutó de una cuantiosa herencia dejada por su papá, Anibal Janna Arabia, un inmigrante libanés que hizo fortuna en Barranquilla, dejando la arrocera Sahagún, la inmobiliaria, la concesionaria y la constructora que lleva su primer apellido. El reparto de la herencia fue complicado. Los cinco hermanos de Aníbal se quejan de que los ha arruinado. Salomón, quien es el que le sigue en edad, fue durante 15 años presidente de Janna Motors. Después de lo que se considera un golpe desleal, terminó vendiendo pasteles, nombre con el que se conocen a los tamales en la Costa Atlántica. Diana, que es la hermana menor, no se dejó del primogénito.
En varias reuniones de la junta directiva Diana Janna se dio cuenta que de la concesionaria, que distribuye de manera exclusiva los autos de la marca Mazda y Ford para toda la costa Atlántica, se había perdido una suma de 11 mil millones de pesos. Después de efectuar varias demandas, la Superintendencia multó con esa suma al dueño de la concesionaria. La acusación que hizo Diana era muy fuerte: desde el año 2015 se realizaron una serie de transferencias entre las compañías de Anibal, Janna motors, Arrocera Sahagún, Constructora inmobiliaria Hanna y Agrecopecuaria Janna. El conflicto de intereses desencadenó que su hermana menor lo denunciara.
A sus 56 años Anibal Janna terminó enrollado sentimentalmente con su contadora a pesar de que ya estaba casado. Según fuentes cercanas a Las 2 orillas la contadora terminaría orquestando el entramado de corrupción por el que fue multado el empresario. Pocos meses después Anibal terminaría dejando a su contadora y se enamoraría de Odet Jalil, con quien terminaría casándose. Se afirma que Aníbal tiene varios videos íntimos de su expareja con los que ha logrado conseguir su silencio sobre los detalles que enmarcan la corruptela.
El escándalo ha hecho que Ford Motors Company ya esté preguntando sobre lo que está pasando en la concesionaria. Esto podría afectar directamente a 1.000 trabajadores directos de la empresa y a otros emporios de la costa como la Olímpica por su cercanía con las empresas Janna.
Diana Janna y su esposo Samuel Tcherassi disfrutan con ese primer round judicial. Los líos con la SAE podrían ponerle fin a un imperio que fue construido en los años 70 por el patriarca que fundó la empresa y la consolidó. Este podría ser el fin de una de las empresas más prósperas de Barranquilla.