Al caer muro de Berlín en 1989 y disolverse la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS; en 1991, también desapareció el "Pacto de Varsovia", conformado después de la Segunda Guerra Mundial por la URSS y los países de Europa oriental absorbidos por la llamada "Cortina de hierro", como respuesta militar al Tratado del Atlántico Norte, OTAN, liderado por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos agrupando a los países capitalistas europeos (Francia, Inglaterra, Alemania, España, etc)
Sin embargo, con el fin de la llamada “Guerra fría” entre los dos grandes bloques: capitalista y comunista, en los que se había dividido el planeta amenazado por el fantasma latente de la guerra nuclear, no desapareció la OTAN.
Antes, por el contrario, se expandió, cercando a Rusia convertida al capitalismo durante el mandato de Yeltsin, quien amamantó una elite de ambiciosos superricos que se apropiaron de las antiguas empresas del Estado.
Quedó Rusia con poderoso armamento nuclear y cuando subió a la presidencia Putin, ex director de la KGB, intentó revivir glorias pasadas, impulsando una federación de países, que antes integraron la URSS, pretendiendo fortalecer la economía y seguridad de las repúblicas bajo la supervisión de Rusia.
Mientras tanto la OTAN se expandió afiliando a Polonia, Hungría, la antigua Checoeslovaquia, los países Bálticos y también vinculando la economía de los países del antiguo “Pacto de Varsovia”, al incluirlos en la UE del euro como moneda común.
En 2014, Rusia, asediada por la OTAN, ocupó la península de Crimea, alegando vínculos históricos y culturales seculares, además de motivos de seguridad nacional, para garantizar el acceso naval al Mar Negro, donde tienen sus principales bases militares.
A medida que después del año 2000, creció el poderío económico, industrial y militar de Rusia, China, Turquía, India, Brasil, Suráfrica, Irán y otros países, hoy agrupados en los llamados "BRICS", se consolida un bloque que demanda un nuevo orden geopolítico multipolar.
Buscan que las condiciones no las impongan los Estados Unidos, convertido en imperio hegemónico después que se disolvió la URSS y supuestamente terminó la llamada “Guerra fría”, caracterizada por conflictos de baja intensidad y lejos de las fronteras de las potencias, como sucedió en la segunda mitad del siglo XX, al enfrentarse indirectamente las dos superpotencias apoyando con armas a los rivales enfrentados en las guerras del Vietnam, Laos y Camboya, Angola, Mozambique, El Líbano, Palestina, Afganistán, El Salvador y Nicaragua, entre otras.
En la actualidad los peligros de la III guerra Mundial se hacen más cercanos, cuando China mantiene latente la invasión para reintegrar a su territorio a la isla de Taiwán, donde, después del triunfo de la revolución comunista en 1949, se refugiaron los derechistas derrotados encabezados por Chian Kai-Shek, quienes fundaron la China nacionalista y capitalista respaldada por los Estados Unidos.
La reciente alianza militar firmada entre los gobiernos de Biden y sus colegas de las Filipinas y Japón, demuestran que los países se preparan para posibles conflictos a gran escala.
Paradójicamente, Trump, en su gobierno debilitó a la OTAN y se la llevó muy bien con Putin, que, con las manipulaciones y hackers en las redes sociales, le ayudó a ganar las elecciones de 2016, al filtrar datos y difundirlos por las redes sociales para desacreditar a la demócrata Hillary Clinton.
Cuando en los Estados Unidos se acercan las elecciones presidenciales y, a pesar de su rico prontuario criminal, Donald Trump, tiene altas probabilidades de regresar a la presidencia, el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, se atora con las papas calientes que representan los apoyos de su gobierno a Zelensky y Netanyahu en las guerras de Ucrania con Rusia y de Israel demoliendo a Gaza.
Ante lo reñido de las elecciones pasadas, y la derrota que no aceptó Trump, las próximas de noviembre, son una incógnita y para asegurar votos, tanto de la numerosa población árabe, liberal, inmigrantes y sobre todo de la juventud, el presidente Biden camina por un territorio minado, que le puede costar la reelección.
La creciente protesta contra el apoyo de los Estados Unidos a Israel, suministrándole armas de última generación y tecnología en el genocidio en Gaza, adelantada por estudiantes de instituciones tan prestigiosas y elitistas como Harvard, Stanford, la UCLA, Columbia, en ciudades como Boston, New York, Los Ángeles y Austin, Texas, así lo indica y puede crecer y debilitar su gobierno y la reelección, al igual que, iniciando los años 70, le sucedió a Nixon, cuando hippies, antirracistas defensores de los Derechos Civiles y universitarios, organizaron grandes movilizaciones contra la guerra del Vietnam, la cual perdieron, como décadas después les sucedería en Irak y Afganistán.
“Desde 2017, Colombia se unió a la OTAN como socio extracontinental y se convirtió en el primer y único país de Latinoamérica en obtener un acuerdo de ese tipo en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que fue firmado por el expresidente Juan Manuel Santos en Bruselas”.
La vecindad con Venezuela, Nicaragua y Cuba, más cercanos a Rusia, China e Irán, refuerza la importancia que Colombia representa para los Estados Unidos y la OTAN.
En el reciente anunció en Popayán, de la construcción de la nueva escuela para la Policía en Santander de Quilichao, asistieron delegados del gobierno de los Estados Unidos, de la DEA y la CIA.
Con dineros del gobierno de los Estados Unidos también construirían el nuevo muelle en Gorgona donde también instalarían un potente radar.
El reciente pronunciamiento de un alto funcionario del departamento de Estado del gobierno norteamericano acerca de la investigación adelantada al hijo y hermano de Petro sobre la gestión de recursos ilegales para la financiación de su campaña, puede ser un llamado de atención por si el presidente se atreve a sacar al país de la órbita de la OTAN y se acerca a los BRICS.
Es sospechoso este anunció, cuando en recientes documentos desclasificados de los archivos norteamericanos sólo nombraron a los expresidentes López Michelsen y Turbay Ayala como vinculados con las mafias del narcotráfico, pero mantuvieron con parches blancos varias fotografías y en secreto los nombres de funcionarios patrocinados por estos mandatarios y que años después, desde distintos cargos, con sus medidas beneficiaron a los grandes capos, al paramilitarismo, en complicidad con el Estado colombiano, sus fuerzas armadas y organismos de inteligencia colombianos y norteamericanos, y después llegaron a la presidencia de la república patrocinados por el gran capital nacional, extranjero y clanes de narco-parapolíticos.
Las guerras en Ucrania, en Israel y Palestina, con Irán a la sombra, son parte de los "entrenamientos" para la 3a Guerra Mundial, entre potencias que en agarrones regionales ensayan sus armas, sofisticados y costosos sistemas de defensa y manipulación de la información, para cuando se desate el "Apocalipsis now. Colombia es una ficha más en estos juegos de guerra", que si se desata a gran escala determinará, que la 4a guerra, entre sobrevivientes luchando por la supervivencia, será a garrote, lanzas y flechas como lo presagió Einstein.