Nací en 1993, lo que indica que para el momento de la muerte de Jaime Hernando Garzón Forero, yo tenía un poco más de seis años de vida; Sin embargo, motivado por esa curiosidad que siempre me generó ver cómo un hombre que, “aplicando una práctica conceptual de la vida” (decir la verdad), logró trascender y cobrar vigencia a través de los años en un país donde los muertos se olvidan con facilidad y ¡qué facilidad!, tuve la voluntad de inquietarme e intentar descubrir qué discurso había detrás de ese personaje que muchos de mi generación no alcanzamos a disfrutar. Y claro, fue así como buen millenial, que no acudí a una herramienta diferente al internet, indagando sobre su vida, deleitándome con sus apariciones en Youtube y, en general, haciendo uso de las bondades de este mundo virtual que nos da acceso a cualquier tipo de información al instante. “Todo masticadito”, como diría mi mamá.
Fue así como, naufragando en Youtube, tuve acceso a ese video, realizado en la Universidad de Caldas, año 1996: “El país está así porque en Colombia no hay colombianos: Los ricos se creen ingleses, la clase media se cree gringa y los pobres se creen mexicanos” decía Garzón frente a esa multitud de estudiantes que, entre risas, comprendía el trasfondo del mensaje. ¡Cuánta claridad, qué capacidad para vislumbrar, diagnosticar y al mismo tiempo retratar la realidad Colombiana! Esa capacidad que solamente tenía este extraterrestre de, entre chanza y chanza, desnudar el país, diciendo las cosas como eran (¿son?) ¡Punto!
La pregunta ahora es: ¿dónde están, pues, los colombianos?, ¿qué nos pasó?, ¿es posible que en un país llamado Colombia, de más de 48.000.000 habitantes, no haya colombianos? O mejor, ¿en qué momento vamos a asumir nuestra identidad? Ese espíritu de solidaridad, apoyo, fraternidad y compasión parece ser ajeno entre nosotros, no nos mueve el dolor propio, la doble moral se volvió parte de nuestro ser y nuestra sociedad cada vez tiene sus valores más trastocados; esto explica el triunfo del no en el plebiscito, esto explica, claramente el porqué los jóvenes colombianos, esos mismos que Garzón impulso a tomar el rumbo de su país, salieron a negarle la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de millones de compatriotas ¡Qué indolencia! ¿Habrá un acto de crueldad peor?, ¿acaso después de ver los resultados del plebiscito en las zonas más afectadas por las Farc, donde el pueblo grito sí, no captamos el mensaje que quisieron darnos a quienes, viviendo en la ciudad quisimos decidir por ellos?
“Yo creo en la vida, creo en los demás, creo que este cuento hay que lucharlo por la gente, creo en un país en paz, creo en la democracia, creo que lo que pasa es que estamos en malas manos, creo que esto tiene salvación…” Es indudable la indiferencia y mezquindad de nuestra clase dirigente, pero vale preguntarse ¿Qué pasa cuando tenemos en nuestras manos la oportunidad de cambiar, positivamente, el rumbo de nuestro país y aun así decidimos negárnosla? ¿Seguir buscando culpables en otros? ¡No podemos!