Como siempre irónico y agudo habló de su libro, que es otra visión de la violencia de esta Colombia que él desde Cóndores no entierran todos los días ha retratado para que los colombianos no olvidemos los sucesos dolorosos que hemos vivido.
Creemos que los organizadores del evento no dimensionaron al personaje y lo metieron en una carpita que parecía de camping, pero con nombre rimbombante: El valle y sus letras. Les sobró escritor y les faltó espacio a los de logística, quienes aún no saben que Gardeazábal es taquillero y que el público se mueve masivamente donde quiera que el escritor le da por abrir su boca, bien sea para contar la realidad del país que otros no ven o para escandalizar a la mojigatería que aún se santigua cuando el escritor dice, señala o condena. Muchos de los asistentes nos tuvimos que conformar ver al escritor en una pantalla de televisión afuera de la carpita en la que el tulueño decía y contaba.
Los vimos como siempre vital, dicharachero, amigo con sus amigos, vivaz y presto a responder sin ambigüedades lo que se le pregunte.
Contó que su nuevo libro contiene 20 relatos con los que sigue develando, no solo las violencias en su Tuluá natal, sino las de otros pueblos de esta patria que Gardeazábal ha retratado tan bien. En la novela, dijo el escritor, hay personajes como el cacique Burriga, un indio pijao, pasando por el duque de Wellington, hasta un matón de nombre Calígula que le da cuerpo a los relatos.
Estos son los contenidos del libro:
- La mano de Burrigá
- El duque de Wellington
- El primero de los liberales
- Alejandro el malo
- El paredón de los amores
- Rosalbina Ortiz
- La primera masacre
- Lucy Restrepo
- Calígula Restrepo
- La segunda masacre
- Los dados de Teodoro
- Don Tista
- El pollo Omar
- El papá de la guerrillera
- Erika
- El serruchador
- Orfilia y yo
- Ni para mí ni para vos
- El lechero
- El último rezado