Colombia es un país inmaduro, pasional, emocional, proclive al caudillismo. También es beligerante por naturaleza, y rencoroso. Hay serios motivos para que el deseo de venganza sea el puñal que más hiera sus entrañas. Sin embargo, la venganza conduce al círculo vicioso de una violencia sin fin. Por otra parte, me parece que se equivocan los que ponen todas sus esperanzas en un salvador, en otro mesías. Con él o sin él la polarización continuará, porque Colombia parece una cuerda de la que tiran desde una punta y de la otra del odio. Si una esquina llega al poder, la otra le hará la guerra y la rueda obsesiva que nos atormenta desde hace décadas no dejará de girar.
Yo no sé quién o quiénes estarían interesados en una revolución sangrienta de una magnitud sin precedentes en nuestra patria. No sé quién o quiénes estarían interesados en que se siga derramando sangre en esta guerra fratricida. Y si se trata de un negocio redondo del que todos los protagonistas de la actual política colombiana se lucran, pues que nos cuenten entonces la verdad. De no ser así, entonces que demuestren su buena voluntad dejando de lado la egolatría y el ansia enferma de poder. Por otra parte, alguien debe tener los pantalones bien puestos, y a la vez, tener el suficiente coraje para revelarnos el trasfondo de este entorno enrarecido.
En todo caso, y para salir de dudas, envío esta propuesta a los principales líderes de la oposición y a los partidos de gobierno: piensen seriamente en la posibilidad de un acuerdo nacional previo a las elecciones del próximo año. Un acuerdo conforme a unos principios éticos, donde prime el bien común, la decencia, la transparencia, la verdad y la honorabilidad. El próximo presidente necesita un entorno de gobernabilidad, y el pueblo colombiano un mínimo respiro. Este tira y afloje no lo soportará la gente por mucho tiempo.
Por último, están en juego la vida de miles de personas, y la salud física, mental y espiritual de millones. Ojalá reflexionen en esta semana santa. El balón queda en sus manos, tomen una buena decisión y háganse responsables de ello. Ustedes, líderes políticos tienen la posibilidad de sosegar las aguas caudalosas de las pasiones enfermas de sus seguidores. Ustedes tienen una obligación moral ante su pueblo y ante el mundo entero. Ojalá no desoigan mi propuesta. Recuerden que tenemos un precedente interesante: el Frente Nacional que detuvo la violencia salvaje a principios de la década de los cincuenta, y esa paz relativa, pero duradera, evitó decenas de miles de muertes violentas. Ahora, ustedes tienen la misma oportunidad. Ahí les dejo mi propuesta. Que el cielo les dé luces para tomar una buena decisión.