La palabra favorita de los pobres de espíritu de hoy para descalificar las utopías sociales es decir que son anacronismos.
Déjenme explicarles qué es un anacronismo. El anacronismo (del griego ἀνά ‘contra’ y χρόνος ‘tiempo’) es aquel elemento que no puede situarse en otro tiempo y/o geografía, razón de su contexto originario. Ejemplos que reconozco como ciertos de anacronismos: Decir que Bolívar era marxista, cuando El Capital solo fue publicado por Marx hasta 1867 —37 años después de la muerte del “Libertador”—; o pretender que la esclavitud de hace dos siglos sea considerada en dicha época como una violación a la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuando esta se firmó solo hasta 1948. La esclavitud de comienzos del siglo XIX podrá ser un acto poco humanitario, cruel, salvaje y sin sentido, pero no puede ser considerado una violación a algo que no existía antes. Ese es mi punto. ¿Comprenden?
Me gusta pensar en que en Colombia empezamos a ver un anacronismo singular (un paracronismo, como dirían los técnicos del lenguaje), al igual que en América Latina con este también, zeitgeist (espíritu de la época, en términos husserlianos) de nuevos acontecimientos. Quiero creer en que la no-violencia que llevó a deponer un gobierno injusto en la India y a su independencia en 1947, hoy es posible en Colombia.
Veamos algunas semejanzas con Colombia, que yo no considero constituyan anacronismos…
Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948), llamado Mahatma (alma grande) por el gran poeta Rabindranath Tagore, empezó su actividad humanitaria con ayuda de judíos, sacerdotes cristianos, hindúes y musulmanes (todos aquellos que parecían antes enfrentados), desarrollando colonias agrarias de propiedad común (semejante a los kibutz israelíes) y levantando hospitales en Sudáfrica. El gobierno se opuso a ello, como hoy se opone en Colombia el gobierno al proceso de paz y a las zonas de reserva campesina.
Gandhi intentó abolir el sistema de castas que dividía indios, igual que hoy intentamos los colombianos altamente empáticos estar por encima de la polarización política entre el Centro Democrático (con los partidos tradicionales) y la izquierda.
Gandhi levantó la voz junto a muchos líderes sociales humanitarios. Al igual que en Colombia, Gandhi fue asesinado con los líderes sociales de la India y de Sudáfrica, pero la revolución se hizo… Al igual que surgió el cristianismo con la muerte de Cristo y se propagó con el asesinato de los cristianos en Roma.
En su alocución previa a la protesta contra el proyecto de ley del general Smuts, Gandhi recibió una propuesta de asesinar oficiales británicos para que Smuts pensara dos veces antes de implementar dicho proyecto. Gandhi resumió así su ideología: "Aplaudo tanto coraje… Necesito ese coraje, pues en esta causa yo también estoy dispuesto a morir. Pero amigos míos, no existe causa por la cual yo esté dispuesto a matar…".
Pueden torturar mi cuerpo, quebrar mis huesos e incluso matarme. Entonces tendrán mi cadáver pero no mi obediencia.
Creo que Colombia está como está porque no hemos avanzado hacia la no-violencia.
¿Por qué no enseñan la ahimsa y la satyagraha en los colegios y las escuelas, o en las universidades? Queremos evitar la revolución cerrando las Universidades Públicas y convirtiendo las otras en confesionarios, pero la Iglesia ya no es más un aparato ideológico al servicio del Estado en Colombia, como lo ha demostrado con su posición la Conferencia Episcopal.
¿Por qué no educamos para desarrollar empatía?, ¿en ponernos en los zapatos de los demás, en lugar de educar para someter?
¿Por qué no enseñar que robar a los demás, como lo hacen los peores políticos, termina afectando nuestra propia calidad de vida?
¿Por qué no empezar a ver modelos alternativos a la democracia, o pensar en una democracia que no se haga con dinero privado, campañas financiadas plenamente por el Estado con un examen tipo Icfes para postularse y pruebas que demuestren alta empatía?
Hace un tiempo escribí una columna que dicha polarización desestimó sobre el costo de la democracia en Colombia.
Celebro la exhortación de la iglesia, de los artistas y de nuestra reina de belleza, para salir a marchar este 21 de noviembre contra el asesinato de líderes sociales, contra el incumplimiento de los acuerdos de paz de La Habana, contra el latrocinio del Agua de los bonos Carrasquilla, contra el asesinato inmisericorde de los 18 niños de San Vicente del Caguán, contra los negocios de Sarmiento Angulo, Odebrecht, la Ruta del Sol e Hidroituango, el cinismo del exfiscal Martínez y la ministra del Grupo Aval, el mismo que financió la campaña del subpresidente Duque y todos esos seres nefastos tras bambalinas que mantienen a Colombia ignorante, polarizada, sectaria en las campañas políticas que nos llevan a la ruina y que son los que hablan de “amar el país”… Creo representan bien esa cita de Oscar Wilde: “todos matamos lo que amamos” (o lo que decimos amar).
Aquí dejo algunas consignas de Gandhi que no tienen desperdicio para esta coyuntura vital para el país:
- “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.
- “La verdad jamás daña a una causa justa”.
- “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”.
- “La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no-violencia o ahimsa”.
- “Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo”.