A propósito de la histórica decisión de la Corte Constitucional en el sentido de avalar la adopción de niños y niñas por parejas del mismo sexo u homoparentales, es necesario hacer una reflexión moral, social y científica de los efectos históricos que esto tendrá en las futuras generaciones.
Desde ya quiero precisar que soy cristiano, y con este artículo no pretendo esconder mis convicciones morales, sus afirmaciones se basan en la evidencia social y científica, esta breve referencia no tiene como propósito atacar al movimiento LGTBI, la idea es dar a conocer los argumentos y razones por las cuales una minoría conformada no solo por cristianos sino también por reconocidos científicos, varios de ellos ateos, no estamos de acuerdo con la posibilidad de que niños y niñas sean criados por parejas del mismo sexo.
También pretendo con esta reflexión visibilizar a muchos amigos y conocidos con inclinaciones homosexuales, que no apoyan ni promueven las aspiraciones y reivindicaciones del movimiento LGTBI.
Uno de los efectos prácticos del relativismo filosófico es la transformación del lenguaje, la reformulación de los conceptos, la filosofía relativista predica que no hay valores absolutos ni leyes naturales indestructibles, al rebatir o cuestionar la existencia de los absolutos, ya no es posible llamar las cosas por su nombre, como alguien aseguro en una oportunidad el credo del relativismo es: “Nada es verdad o mentira, todo depende del cristal por donde se mira”
La Corte Constitucional Colombiana no ha sido ajena a las influencias del relativismo filosófico y en 2011 en una aplaudida decisión por parte de los medios de comunicación y los movimientos reformuló la interpretación el artículo 18 y subsiguientes del Código Civil y de la Ley 54 de 1990, en el sentido de que las uniones maritales conformadas entre personas del mismo sexo tendrá el mismo alcance, definición y reconocimiento que las uniones heterosexuales.
Los movimientos LGTBI en una actitud coherente con sus aspiraciones, reclaman ahora el derecho de adoptar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales, con el argumento de que si se les reconoce como unión marital de hecho, no existe ningún argumento para que no puedan adoptar.
Básicamente ese es el problema jurídico, y ciñéndonos a la lógica jurídica, es cierto si ya la Corte Constitucional equiparó este tipo de uniones con las heterosexuales no existe fundamento hermenéutico para que no puedan adoptar. El meollo del asunto es que la discusión desborda el tema jurídico, el tema es moral, social y científico y tendrá consecuencias profundas e irremediables en las nuevas generaciones de colombianos.
Es moral porque resulta una preocupante paradoja que solo nueve personas tengan el poder de configurar el tipo de familia de toda una sociedad, peor aún que sean estos funcionarios públicos de la rama judicial quienes determinen qué es favorable o desfavorable para los menores que con la adopción serán criados en un ambiente homoparental.
Al parecer, es moral porque el objetivo del activismo gay no es solo coexistir con el matrimonio heterosexual y tener sus mismas prerrogativas, su objetivo es destruir el matrimonio heterosexual y monógamo, tal como lo han admitido varios activistas entre ellos periodista lesbiana Masha Gessen que sin pudor alguno en una entrevista radial afirmó lo siguiente: “Es obvio que (los activistas homosexuales) debe tener el derecho a contraer matrimonio, pero también creo igualmente que es una obviedad que la institución del matrimonio no debería existir, luchar por el matrimonio gay implica en general mentir acerca de lo que haremos con el matrimonio cuando lleguemos allí ‒porque mentimos (al decir) que la institución del matrimonio no va a cambiar, y eso es una mentira. La institución del matrimonio va a cambiar, y debe cambiar. Y reafirmo, creo que no debería existir. Y no me gusta participar en la creación de ficciones sobre mi vida. En cierto modo no es lo que yo tenía en mente cuando salí (me revelé como lesbiana) hace treinta años ”
Es un imperativo moral defender la primera y más antigua institución social, como lo es la familia
Si un ser humano nace de la unión de un hombre con una mujer, ¿la Corte Constitucional en vez de preguntarse si es o no una discriminación impedir la adopción por parejas del mismo sexo, debió preguntarse si es válido que un niño no tenga derecho a tener una papá y una mamá?
El tema es social porque ninguna comunidad humana ha institucionalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, no existe antecedentes antropológicos de la familia homoparental, sin desconocer que existieron sociedades que practicaron libremente la homosexualidad y la promovieron como por ejemplo en la antigua Grecia, Sodoma y Gomorra, pero esta práctica no tuvo nada que ver con el matrimonio y mucho menos con la crianza de hijos.
¿Vale la pena experimentar con la base fundamental de toda sociedad humana?
El tema también es social porque en aras de conceder todos los reclamos de los movimiento LGTBI se está estigmatizando a los que no están de acuerdo, la libertad de pensamiento y expresión solo es para los LGTBI, un cristiano o judío puede ser denunciado por discriminación e incluso arrestado si expresa que la homosexualidad es pecado, o peor aún un medico puede ser denunciado si plantea que la homosexualidad es una enfermedad , eso si el movimiento LGTBI puede decir lo que quiera y reclamar lo que quiera, ellos siempre gozaran de la narrativa del “perseguido y discriminado”, a su vez que cualquier crítica a la ideología LGTBIes tildada de homofobia, intolerancia y fanatismo.
El problema también es científico, como quiera que el movimiento LGTBI manifiesta que los estudios han demostrado que no existen diferencias entre un niño criado por una pareja heterosexual y uno criado por pareja homoparental.
¿En realidad existe consenso científico respecto de la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo?
Los movimientos LGTBI muy a menudo citan declaraciones de la APA —Asociación Psicológica Americana— y los de la AAP —Asociación Americana de Pediatría— donde se citan ciertos estudios como prueba de la inexistencia de problemas en el desarrollo de los niños en parejas del mismo sexo.
No sobra precisar que los estudios que apoyan a la APP y a la APA han sido adelantados por personas que públicamente han declarado su pertenencia al movimiento LGTBI, veamos:
Director. Dr. Armand Cerbone. Activista homosexual, Dr. Beverly Green, editor de la publicación homosexual Psychological Perspecti- ves on Lesbian and Gay Issues, Dr. Kristin Hancock, escritora de la , escritora de la Kristin Hancock Guidelines for Psychotherapy with Lesbian, Gay, and Bisexual Clients y varias publicaciones homosexuales, Dr. Lawrence A. Kurdek, ha escrito para la publicación homosexual Contemporary Perspectives on Lesbian, Gay, Dr. Letitia Anne Peplau. Escritora de varios libros de temática homosexual, lesbianismo e ideología de género, Dr. Candace A. McCullough, lesbiana conocida por su relación con su pareja.
Ahora, el hecho de que estos científicos tengan inclinaciones hacia personas del mismo sexo, no les resta credibilidad a sus estudios en principio, pero si genera un manto de dudas el hecho de que sean activistas del movimiento LGTBI.
Pero veamos la otra cara de la moneda, los estudios que desvirtúan las afirmaciones de la APP y a la APA, observemos unos cuantos:
Tasker y Golombok: Se trata de un estudio debido a que, pese a lo reducido de su muestra (20 varones y 26 mujeres) es el único conocido que ha realizado un seguimiento de los niños biológicos de lesbianas desde su infancia hasta la edad adulta. La edad media de los hijos al final de la muestra es de 23,5 años. En este estudio los hijos de lesbianas demostraron tener una predisposición muy superior a la homosexualidad.
Bailey et al: Este estudio de 85 hijos adultos (media de 25,3 años) de padres homosexuales o bisexuales. Las conclusiones arrojaban un porcentaje de hijos con identidad homo sexual o bisexual del 9% cuando la media está en torno al 1% en EEUU.
Cameron y Cameron: Este estudio goza de una muestra bastante amplia —más de 4000 sujetos— de personas que respondieron a un cuestionario que se les envió por correo. De entre toda la muestra, 17 afirmaron tener al menos un padre homosexual. Los resultados muestran que 4/6 varones (67%) y 1/11 mujeres (9%) tuvieron una experiencia homosexual y que el 35% se identificaban como homosexuales. Incluso se encontraron diferencias muy significativas en cuanto a si habían mantenido relaciones sexuales con sus padres. El resultado fue de 5/17 (29%) en hijos de padres homosexuales frente a 28/4623 (0.6%) hijos de padres heterosexuales.
Stacey y Biblarz (2001) Una recopilación de 21 estudios muy importante debido a que su autora —Judith Stacey— ha defendido pese a las evidencias que no existen diferencias entre niños criados por homosexuales y heterosexuales. Sin embargo, en esta recopilación reconoce por primera vez que las madres lesbianas provocan un efecto “feminizante” en niños y “masculinizante” en niñas. Es más, explica que los hijos de las madres lesbianas parecen no adaptarse al rol propio de su sexo.
Hay otro estudio demoledor en este sentido, y que ha generado las más agresivas criticas del movimiento LGTBI, se trata del estudio del profesor de sociología Mark Regnerus, de la universidad de Texas, en este estudio se analizó cerca de 3000 hijos ya adultos de ocho estructuras familiares diferentes y las evaluó dentro de 40 categorías sociales y emocionales. Los hijos criados por parejas biológicamente normales fueron mejor educados y tenían mejor salud; consumieron menos drogas e incurrieron en menos actividades delictivas y presentaron mayores niveles de felicidad, al contrario, de adultos, los niños criados por parejas homosexuales, tuvieron niveles de ingreso más bajos y más problemas de salud física y mental e inestabilidad en sus relaciones de pareja.
El estudio Regnerus desacredita los informes de la APA y la APP, y no está exento de controversia, incluso un activista Gay lo denunció ante la Universidad de Texas por mala conducta científica, la universidad hizo una investigación oficial y este fue su veredicto: “La autoridad de integridad de investigación de la universidad, Robert Peterson, indicó que revisó cuidadosamente toda la información disponible, y discutió el caso con otros miembros del panel de investigación. He concluido que el profesor Regnerus no cometió mala conducta científica, señaló en un memorando dirigido a las autoridades de la universidad, el 24 de agosto de 2012”
La decisión de la Corte Constitucional que avala la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, sin duda es un triunfo de la comunidad LGTBI, una victoria jurídica que significa la derrota del sentido común y la honestidad científica, la Corte no aborda un tema tan delicado y complejo desde la perspectiva biológica, genética, antropológica y social, pareciera que al poder judicial y los medios de comunicación no les importa la evidencia, más bien importa ser políticamente correctos.