¿Ganamos o perdimos?
Opinión

¿Ganamos o perdimos?

No perdimos, salimos de la catástrofe que hubiera sido aprobar y bendecir con ese plebiscito todos los puntos cuestionados del Acuerdo. No necesariamente ganamos, quedamos en el limbo

Por:
octubre 05, 2016
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El resultado fue inesperado. Y por lo mismo no es tan fácil decir si positivo o negativo.

Tampoco es fácil evaluar el peso de las razones y de los actores que contribuyeron a él.

Sí es claro que el pronunciamiento en el plebiscito no fue sobre la Paz, puesto que todos, tanto los defensores del Sí como los ganadores del No manifiestan que estaban y están con la Paz (absurdo e impensable sería lo contrario).

También debería ser claro que el voto tampoco fue sobre el Acuerdo mismo, puesto que lo que tuvimos fue una competencia entre ‘publicidades engañosas’ por parte de las campañas: la repetición y multiplicación permanente de un mensaje falso; el trasfondo subliminal detrás de cada escenario; el poner a imágenes públicas a pronunciarse buscando que sus seguidores los imiten; el derroche de toda clase de recursos para mostrar ventajas inexistentes sobre la opción del otro producto; la búsqueda del eslogan que más vendiera. Los del Sí diciendo que no votar con ellos era respaldar la continuidad de la guerra, y estar en contra de la Paz; los del No aterrorizando con el peligro de un triunfo ‘castrochavista’ y de la ‘narcoguerrilla’.

El voto así fue emocional, movilizado más alrededor de los temores que de la información y el conocimiento del contenido del Acuerdo.

Ganó el No pero no porque estuviera la mayoría en contra del Acuerdo y mucho menos en contra de la Paz. Tampoco porque la ascendencia de Uribe arrastrara tanta cauda. Probablemente en parte porque fue un voto más convencido, más militante en cuanto a que con menos dudas que el otro. El Sí tenía que superar muchas reservas de votantes sin convicción (el de quienes indiferentes al contenido solo votaban por miedo o antipatía al uribismo y lo que lo acompaña; los enervados por la manipulación de la propaganda y el show montado para llevar como borregos al elector; quienes veían y lamentaban que en vez de prometerse cambios se confirmaba la persistencia en el mismo modelo económico y político; hasta quienes veían eso como un montaje para mostrar o recuperar buena imagen para el presidente); el No por el contrario –aunque a su turno debió en su mayoría basarse en la ignorancia del texto y de los compromisos- tenía más argumentos de fondo para autojustificarse: el mayoritario y más radical, el de no aceptar un acuerdo entre iguales sino solo una rendición con los castigos correspondientes –el tema de la impunidad, de la participación en política, y de la apropiación de  recursos para la reinserción guerrillera-; pero también la protesta contra el trámite seguido para montar el plebiscito atropellando toda la institucionalidad; la puerta que se abría para que otro gobierno abusara del poder y de la ‘mermelada’ de la misma forma; la inseguridad respecto a lo indefinido y poco concreto de los objetivos que se enunciaban sin decir cómo o con qué medios se desarrollaría su montaje –por ejemplo de dónde saldrían las 10 millones de hectáreas que nutrirían el Fondo de Tierras, o como se formaría el ‘comité de escogencia’ que debe elegir los Magistrados y establecer la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, Convivencia y No Repetición, ni el ‘Comité de seguimiento y monitoreo a la implementación de las recomendaciones de la Comisión’ que debe controlarla-; o absurdos como volver parte de la Constitución todo el texto del Acuerdo; etc.

 

Saber si lo sucedido traerá beneficios o perjuicios
solo lo dirá lo que se haga
de ahora en adelante

 

Por supuesto saber si lo sucedido traerá beneficios o perjuicios solo lo dirá lo que se haga de ahora en adelante. Lo que no tiene mucho sentido es tratar de confirmar o reafirmar que las posiciones anteriores llevarán a los resultados ofrecidos o amenazados. Tenemos que salir de los escenarios de ganadores y perdedores y pensar qué significó y qué sigue para el conjunto como propósito colectivo.

El Acuerdo era y es no solo ‘no perfecto’ sino ‘no completo’, ‘no coherente’. Lo dijo el mismo Dr. Humberto de la Calle ante el cuestionamiento que se le hizo respecto a que tenía muchos vacíos, algunas contradicciones, demasiadas repeticiones, y sobre todo falta de claridad. Su respuesta fue que como se había logrado mediante diferentes documentos según las etapas y los temas, tocó simplemente juntarlos porque  intentar una redacción coherente y única equivaldría a rediscutir todo y tomaría no se sabe cuánto tiempo.

En esas estamos: no perdimos;  salimos de la catástrofe que hubiera sido aprobar y bendecir con ese plebiscito todos los puntos cuestionados que traía, y que -fuera de quienes simplemente no aceptan que no hay una rendición de la guerrilla, o quienes creen que la decisión era ‘con Santos o con Uribe’- fue lo que indujo a tantos otros -no simplemente seguidores de Uribe- a votar por el No: será necesario un mayor consenso (no solo de Santos y Uribe y las FARC), mayor participación de la sociedad civil (no solo de los partidos políticos), y sobre todo mayor claridad tanto respecto a las expectativas que se creen como a los medios para alcanzarlas.

No necesariamente ganamos o llegaremos a un punto mejor; quedamos en el limbo y en el limbo no solo no se sabe qué pasa sino menos cómo salir de él.

Aquí entran a jugar, además de la habilidad y la inteligencia, la verdadera voluntad de lograr un resultado satisfactorio para el conjunto de las partes y no el tirar cada cual para su lado; dependerá de que prevalezca la humildad sobre el peso de las vanidades o de la pretensión de ser, saber, o tener más poder que los demás.

 

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