Hace 16 años, cuando empecé a estudiar Ciencia Política lo hice convencido de que la política se hace o se padece. Tuve la fortuna de tener una profesora que en ese momento era concejal de Bogotá y que no solo enseñaba desde el conocimiento y la teoría, sino también desde la pasión y del real politik, esto fue crucial para entender cómo debía concebir la política.
Entonces supe que estaba en el lugar indicado. Durante las elecciones de ese año empecé a hacer mis primeras intervenciones en reuniones así como escuchando propuestas y entendiendo la esencia de la política.
Cuatro años más tarde, una concejal del momento me propuso acompañarla en su reelección y ser su candidato para edil de Chapinero. Con ella aprendí la importancia de la disciplina y la responsabilidad de la política que implica madrugar para la campaña, volantear desde temprano y trasnochar trabajando en la agenda del día siguiente. Así, con esa disciplina, me convertí en edil de Chapinero trabajando de la mano de la comunidad.
Hace 11 años, en esa tarea de trabajar por Bogotá, conocí a Carlos Fernando Galán, un joven soñador, parecía tímido, pero con un carisma especial. Era la época del carrusel de la contratación en la que primaba la desconfianza y la inestabilidad política, como ahora.
Compartimos la visión de la Bogotá del futuro y trabajamos juntos, hicimos gestión por la localidad, me acompañó a los recorridos, iba a la JAL para hacer debates e incluso, lanzamos una denuncia sobre el Relleno Sanitario Doña Juana.
Galán decidió aspirar a la alcaldía, yo hice lo mismo para el concejo, lo apoyé firmemente convencido por su programa de gobierno, su liderazgo y sobre todo, su calidad humana. Sabiendo que era necesario acabar la corrupción, la desconfianza, la división y la inestabilidad política.
Recorrimos la ciudad juntos y pese a que ninguno de los dos ganó las elecciones, sí lanzamos propuestas importantes en materia de seguridad, movilidad y productividad, como Bogotá 24-7, un proyecto que buscaba que la ciudad fuera productiva de manera permanente las 24 horas y 7 días de la semana.
Galán es el mismo en todos los escenarios y hoy tiene ese mismo propósito con el que siempre ha soñado, tener una mejor ciudad, sin odios, sin desconfianza y con instituciones transparentes sólidas y confiables.
El es un hombre decente, correcto, ecuánime, sensato, prudente y sobre todo natural. Nunca perdí contacto y le he seguido de cerca su carrera y he visto su crecimiento personal y político basado en tres premisas: ser honorable; construir y proponer pensando el bien común; y prepararse con disciplina para lograr sus objetivos.
Cuando supe que Carlos Fernando sería nuevamente candidato, no dudé ni un minuto en revisar su plan de gobierno y reconocer que apunta a resolver las verdaderas necesidades de los ciudadanos.
La propuesta de Galán de no polarizar, de dejar atrás las rencillas personales, de construir sobre lo construido, de destacar lo mejor, pero corregir el rumbo sin culpar a otros de las cosas, eso es lo más acertado que ha hecho un político en la capital.
Por esta razón decidí acompañar —como voluntario— diferentes actividades de la campaña. Llevamos varios días saliendo con amigos a la calle; algunos son empresarios, otros empleados, independientes, pero todos interesados en hablar de la propuesta de Galán para Bogotá. Salimos, sonreímos, nos divertimos y lo mejor, estamos convencidos.
Aprendamos de la campaña de Galán, de sus propuestas, de las lecciones políticas que nos deja. Sin duda es una campaña diferente, inspiradora y sobre todo constructiva. La política es diálogo y argumentos, se hace con pasión y con sensibilidad social.
Del resultado de su trabajo en las calles, Galán liderará personalmente la gestión de la seguridad en todas las zonas de la ciudad haciendo seguimiento detallado al desempeño de la Policía y llevando la acción integral de la alcaldía a los lugares más críticos. Esta propuesta solo podría ser de una persona que escucha a los ciudadanos.
Me convenció su propuesta de recuperar la cultura ciudadana, motivando la conciencia y la responsabilidad ambiental que tenemos con Bogotá. Es nuestra biodiversidad la que debemos proteger con pequeñas acciones desde nuestras casas y con grandes transformaciones, desde un gobierno pensado para la gente, como Galán propone.
No podría cerrar este escrito sin advertir que en los últimos días he visto el desespero de algunos candidatos, que de forma injuriosa y calumniosa han intentado deslegitimar mi nombre o el de algunos amigos, a quienes nos motiva hacer política libremente de manera propositiva y no a costa de los demás. A ellos, de derecha o de izquierda, les digo que la política se hace en la calle y oyendo a los demás, que nadie puede decirle a uno que hacer, cómo moverse o por quién votar.
Hay que llevar el debate al plano de las ideas y las propuestas. La gente está cansada de las peleas y ¡no quiere más insultos! Cuando se recurre al insulto o al ataque es porque se carece de ideas o argumentos. Los invito a no caer en ese juego e independientemente a quien defiendan o apoyen, háganlo con altura.
Yo me decidí por Galán y votaré por él con alegría y responsabilidad. Recuerden que tienen un día para definir el futuro de los próximos cuatro años de la ciudad. Es ahora o nunca, no hay segunda vuelta.