Me encontraba por el Rosario cuando vi a Galán. Sentado en una carpa y con los pómulos ya tensionados de tanto sonreír, atendía las inquietudes de los ciudadanos. Repartía manillas, afiches y fotos. Las personas del común pasaban y al percatarse de su presencia, soltaban al aire con esperanza: "¡Ahí está Galán!". Pareciera que la gente del común que ha tenido que vivir estos cuatro años de un gobierno distrital déspota buscara en los ojos de Carlos Fernando algún recuerdo lejano de lo que fue Luis Carlos, su padre.
Por un momento yo también pensé en saludarlo. Este es un país en el que aún no olvidamos a nuestros muertos, máxime si son Gaitanes, Pizarros o Galanes y ese sentimiento me hizo pensar que Carlos Fernando era uno de los nuestros, de los que queremos jubilar a los políticos de profesión y recuperar lo público para los ciudadanos. De repente, el día se puso más clarito y pude ver con amarillos y naranjas el panorama. Salí corriendo hacia el Café Pasaje, me metí al baño, golpeé bastamente mi cara con agua del grifo y me dije a mi mismo: "¡Por poco me dejo engañar de Vargas Lleras y Peñalosa!".
Hace poco, Galán se metió en un rifirrafe por Twitter con Jorge Enrique Robledo. Galán, molesto porque Robledo le recordaba su íntima relación con Cambio Radical, le expresaba a través de un trino que él renunció a su partido, como cualquier colombiano que renuncia a su trabajo cuando está mamado. Bueno, sí, pero tengamos en cuenta que Galán renunció a Cambio Radical después de 10 años de fiel servicio, docenas de condenados por parapolítica y hasta el año pasado, le hizo activamente campaña a Vargas Lleras. Ah, y la medio bobadita, de que en medio de todo esto, uno de sus copartidarios, Kiko Gómez, mandó a matar a una de sus actuales competidoras por la alcaldía, Claudia López. Galán, con descaro, siguió bien cómodo legislándole a Vargas y a Santos, sin siquiera cuestionarse para quié trabajaba en realidad. Yo creo que se “mamó” de su trabajo muy, pero muy, pero muy tarde… ¿o ustedes qué opinan?
No, Galán no es independiente por más que lo repita por radio, televisión, así como en vallas publicitarias y por más que pareciera que la gente se le está comiendo su cuentico. No es casualidad que la sede de la campaña “Mejor Vargas Lleras 2018” en Bogotá sea la misma sede de la campaña “Bogotá Para la Gente” de Carlos Fernando Galán. Tampoco es casualidad que la administración de Peñalosa, a la cual Galán le gastó varias suelas de zapato haciéndole campaña y defendiéndola de la revocatoria, le haya otorgado multimillonarios contratos a la Fundación Galán, como bien lo informó Pares en artículo para Las2orillas. Lo cierto es que Galán, “el candidato independiente”, viene de uno de los partidos políticos más pútridos en corrupción y es la continuación de Peñalosa.
Sin duda alguna, estamos en una situación crítica. Parece que la estrategia de marketing político de Carlos Fernando Galán está dando resultado y que a la gente se le olvidó lo cómodo que estuvo durante toda su vida política apadrinado por Vargas y trabajando de la mano del establecimiento. Nunca en mi vida he visto a Galán liderar una causa suya, propia, que no se la impongan por agenda. Creo firmemente que Juanpis Gónzalez no debió regalarle una fotografía enmarcada de Galán padre, sino una fotografía a todo color de Galán con Vargas, para recordarle que no se puede ser durante una década el alfil del político que más representa la tradicionalidad y luego venirse a llamar independiente. “Siempre en tu regazo, Germán”, debió ser su epígrafe.
Salí del Café Pasaje, con las manos en los bolsillos y medio pensativo. Afuera seguía Galán repartiendo manillas, afiches, fotos. "La tendencia es irreversible, Galán ganará la alcaldía", pensé. Pero después, entre naranjas y amarillos que me aclaraban el panorama, decidí no ser un mero espectador del engaño masivo que sufría mi ciudad. Corrí, corrí como un loco desesperado a la universidad, con el objetivo de expresarle a algún lector esporádico que diez años beneficiándose de la maquinaria del partido más pútrido de Colombia no se limpian con unos meses de publicidad. Me senté en la biblioteca, agarré un computador, tomé aire, pensé en Bogotá y me dispuse a escribir.