Cada que hay elecciones en Colombia aparece un estafador que utiliza como anzuelo electoral la memoria que guarda el pueblo colombiano por Jorge Eliécer Gaitán.
Ahora fue el turno de la campaña presidencial de Gustavo Petro, en cuyos carteles aparece la figura de Gaitán para pescar incautos, cuando en sus discursos nos ha hecho saber, reiterativamente, que sus dos mentores ideológicos son el falangista Álvaro Gómez Hurtado, cuya memoria todavía espanta a quienes recordamos a los gestores de la violencia, y el promotor del capitalismo salvaje Alfonso López Pumarejo, que trastocó el proyecto de reforma agraria que el presidente Olaya Herrera le encargó a un grupo de expertos en la materia, encabezados por Jorge Eliécer Gaitán.
De un primer proyecto de reforma agraria que favorecía a los colonos, verdaderos dueños de las tierras que ellos mismos habían colonizado, bajo López Pumarejo pasó a ser una reforma agraria “de papel y cartulina”, como dijera Gaitán, porque ya no se trató de entregarle las tierras a los campesinos, sino de legitimar en notaría la titularidad de los latifundios arrebatados por la fuerza a los colonos, como lo pude comprobar y demostrar en mi tesis de grado como economista de la Universidad de los Andes. [1]
¿Qué tiene que hacer Gaitán en los afiches de Petro? ¡Nada! Porque este confuso candidato no refleja la ideología del líder popular, asesinado el 9 de abril de 1948 para detener el avance del pueblo hacia el poder. Lo que reflejan estos afiches es una maniobra electorera para atraer ingenuos. ¿Qué diferencia existe entre esta maniobra politiquera y la compra de votos? ¡Ninguna! Porque ambas son estafas y engaños propios del “País Político” que tanto combatió Gaitán. Esos afiches, como dice el refrán popular, están hechos “para engatusar calentanos”.
Allí aparece igualmente Luis Carlos Galán. Eso está bien, porque Galán, de haber gobernado, habría seguido los principios de su mentor económico César Gaviria, que introdujo el neoliberalismo en Colombia. Es decir que era partidario del capitalismo, como lo es Petro.
En cambio, Gaitán no tiene nada que hacer ahí. Él era socialista, como lo proclamó a lo largo de toda su vida. Estratégicamente buscó que el pueblo se tomara el Partido Liberal, arrebatándoselo a la oligarquía liberal para despojarla de esa plataforma desde donde la oligarquía mantenía su poder. Una vez que perdieran el mando del Partido Liberal quedaban desarmados y es por eso que, cuando Gaitán logró que su corriente política, con principios socialistas, se tomara al liberalismo y que él fuera proclamado Jefe Único del Partido Liberal para convertirlo en el “partido del pueblo”, los en aquel entonces llamados “jefes naturales” se autoexiliaron en el exterior. López Pumarejo encontró refugio en Londres, Eduardo Santos en París, Alberto Lleras en Washington, y así sucesivamente.
Como el propósito de Luis Carlos Galán no era que el pueblo se tomara el Partido Liberal, sino conformar una disidencia para imponer su corriente política, el desenlace coherente fue disolver al Nuevo Liberalismo, adhiriendo a la jefatura de Julio César Turbay.
Como dijera el hijo de Galán, Juan Manuel, en el entierro de su padre: “Galán no es un Gaitán” y tampoco Petro es un Galán, porque mal que bien Galán era coherente. Nunca se hizo pasar por revolucionario ni por socialista. No era un demagogo, solo que en Colombia se ha convertido el asesinato en un paso a la gloria.
He repetido hasta el cansancio que Jorge Eliécer Gaitán es importante, no porque lo hayan asesinado, sino porque vivió. Lo importante es su vida, no su muerte, y ahora no pueden, los oportunistas y ambiciosos de siempre, utilizar su nombre y su figura como carnada de pesca electoral para saciar sus ansias de poder personal.
Lo más grave de todo esto es que hay “petristas” que se proclaman socialistas y revolucionarios, que están perfectamente conscientes de que su “jefe” se ha declarado adversario del socialismo y partidario del capitalismo, pero no les importa la contradicción en que se encuentran, porque piensan que Petro va a llegar al poder y que ese es el único camino que tienen para lograr el desempeño de un puesto público…
[1] Gaitán, Gloria. La lucha por la tierra en la década del treinta. Tercer Mundo, Bogotá 1976. El Áncora Editores, Bogotá 1984.