La epigenética se está encaminando hacia nuevas teorías según las cuales heredaríamos marcas en nuestras neuronas que nos harían reproducir maneras heredadas de percibir la realidad. Algunos han llegado a afirmar que esta herencia representa un 35% de lo que somos psicológicamente.
Podríamos citar muchos neurólogos interesados en este aún nuevo dilema, pero apelemos a nuestro salvavidas inmediato que es Wikipedia, donde en su explicación sobre epigenética dice que “concepto a concepto, se está descifrando un nuevo lenguaje del genoma e introduciendo la noción de que nuestras propias experiencias pueden marcar nuestro material genético de una forma hasta ahora desconocida, y que estas marcas pueden ser transmitidas a generaciones futuras”.
Opto por esta posibilidad, porque quienes me conocen personalmente saben de mis ideas sobre la ciencia de la política que incluye la afirmación de que “la política es la guerra por otros medios”, que “heredé” de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán y que él repetía, tomándolo del estratega prusiano Clausewitz y de Lenin, el estratega marxista, por lo que para mi padre la política, además de ciencia, requería de una clara y definida estrategia, como lo exige la guerra.
Ante este barullo preelectoral de hoy en día, vemos dos clases de improvisadas estrategias.
No solo la de la victimización como bandera de lucha, sino por la que ha optado el país político: ese disfraz de indefinición que es el centrismo como estandarte de batalla.
O mejor, como anzuelo electoral que, a la postre, se atiene a la compra de votos y al fraude electoral para ganar.
Por el otro lado, aun cuando también es centrista o dizque “táctico”, según lo maquillan, tenemos a los de la bandera del “todo se vale” para subirse al poder, como si la llegada al poder fuera una meta en sí, y no un propósito claro para transformar el panorama nacional.
La descripción de esta “táctica” nos la comunica el alter ego de Gustavo Petro, el libretista que empuña la vulgaridad como anzuelo para atraer público.
¿Pero por qué me asombro, si Petro ha dicho que si no gana estas elecciones presidenciales se retira de la política? ¿Acaso va a suicidarse como Gabriel Turbay porque perdió las elecciones presidenciales de 1946?
Me ocupo de este tema –que me repugna – porque habrá uno que otro petrista que me lea y tome consciencia de que sus intereses no son vistos por sus jefes como de “patria o muertes venceremos”, sino de personalistas ambiciones personales para ocupar, a lo que dé lugar, el Solio de Bolívar.
Ahora nos dicen que el precio a pagar es que se haga una alianza con el Partido Liberal, porque de otra manera no lograrán ganar las elecciones; táctica que representa la antípoda de lo que planteó Gaitán, que era la toma del Partido Liberal por el pueblo, para luego sí, dueños de la orientación ideológica del liberalismo, tomarse el poder.
Cuando la oligarquía liberal escogió a Turbay como su candidato en una supuesta convención que operó a puerta cerrada, Gaitán convocó al pueblo a una convención popular abierta en el circo de toros de Santamaría para que escogiera candidato a la presidencia.
Lo escogieron a él y la prensa oficialista comenzó a criticar a Gaitán –como lo ha hecho Petro últimamente- por haber dividido al partido liberal.
Gaitán lo había hecho para que el pueblo rompiera con el país político, para proceder luego a tomarse la dirección plena del Partido Liberal.
Llegar a las elecciones con un candidato del statu quo por un lado, en cabeza de Turbay, y por el otro con un candidato del pueblo como Gaitán, sin alianzas con la oligarquía, significaba dar el primer paso para la toma del partido liberal.
Fue un camino limpio, claro y certero. A propósito, Gaitán dijo: “lo que queremos es que la oligarquía liberal se vaya para el partido conservador y que el pueblo conservador se venga para el partido liberal. Así estaremos claros y conformaremos el partido del pueblo.
Así fue como al año siguiente, en las elecciones para Congreso, barrió el gaitanismo que impuso a Gaitán como jefe único del partido liberal, imponiendo como orientación ideológica la plataforma del gaitanismo, que tomó el nombre de plataforma del Colón, mientras que la oligarquía liberal se autoexilió en el extranjero.
El camino estaba libre para que el pueblo llegara al poder, que era su meta y no que, simplemente, Gaitán llegara a la presidencia, objetivo mezquino, que es el que ahora le están trazando al pobre pueblo del llamado Pacto Histórico, que es un pacto con quien sea, incluso un pacto con el diablo, con tal de ganar.
¿Ganar qué? ¿el continuismo del país político? ¿Tantos luchadores muertos para, finalmente, llegar a esa miserable claudicación?