Se cumplieron 70 años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que desencadenó la violencia que todavía sufre el país. A Gaitán se le ha relacionado profusamente con el caudillismo y más con el populismo.
Sin embargo, una lectura más a fondo de las tesis gaitanistas, como la que realiza el historiador Gustavo Quesada, demuestra que las propuestas del líder político no se circunscribían a la reforma agraria y la tierra para el que la trabaja, y estaban lejos de parecerse al populismo que algunos dirigentes actuales profesan.
En 1947, siendo senador de la República, Gaitán presentó al Congreso el proyecto de Ley llamado “La Reforma Bancaria”, mediante el cual se proponía crear la Corporación Colombiana de Crédito, Fomento y Ahorro, a la vez que se reorganizaba el Banco de la República.
Lo más interesante del proyecto fue la visión que tenía Gaitán en favor de la burguesía industrial. Además, uno de sus principales planteamientos para el desarrollo, dirigido a la ciudadanía de esa época, consistía en la dignificación de la población, como el uso de zapatos, la higiene y salubridad y -por supuesto- la educación.
La Ley pedía crear un “Departamento de crédito industrial” para “industrias de transformación y empresas de transporte”, así como para el “crédito artesanal”. También creaba un “Departamento de Fomento Industrial”. El objetivo del proyecto era “el suministro de crédito con un sentido de servicio social, en término y condiciones que garantice el sano desarrollo de la economía agropecuaria e industrial del país”. El servicio social del crédito “se garantizará por medio de las bajas tasas de préstamo, los tipos diferenciales de interés, la eficiencia y rapidez del suministro y la dirección de la inversión”.
Asimismo, el artículo 34 del proyecto de Ley establecía que el Instituto de Fomento Industrial “intervendrá directamente en la creación y desarrollo de nuevas fuentes de producción agropecuaria e industrial, utilizando con la máxima intensidad y eficiencia los recursos de orden natural y las disponibilidades financieras de la nación”. El interés de Gaitán en este aspecto no era superficial ni improvisado. Establecía que el Estado debía “fundar directamente o con colaboración parcial del capital privado, fábricas en aquellas ramas industriales que no hayan tenido desarrollo en el país y que sean necesarias para la prosperidad económica nacional”.
No hay asomo en este proyecto de Ley de 1947 de un interés de Gaitán en azuzar la disputa entre el empresariado productivo y los trabajadores. Todo lo contrario, proponía “ayudar al ensanche de las fábricas existentes de manifiesta utilidad económica”, con el “propósito de asegurarle al país los beneficios de una economía industrial planificada”.
No hay asomo en este proyecto de Ley de 1947
de un interés de Gaitán en azuzar la disputa
entre el empresariado productivo y los trabajadores
Por supuesto, bajo el gobierno de Mariano Ospina Pérez, la iniciativa fue hundida. Sin embargo, no deja de despertar reflexiones sobre cuál hubiera sido el destino económico del país de haberse logrado la visión desarrollista de Gaitán. 70 años después las necesidades en esta materia son comparables.
Los candidatos populistas del establecimiento, Iván Duque y Germán Vargas Lleras, que han pertenecido a los gobiernos cuyas políticas lesionaron el crecimiento económico y convirtieron a Colombia en el octavo país más desigual del planeta, no tienen una propuesta ni medianamente parecida a la de Gaitán en materia industrial. Por el contrario, lo que prometen es mantener y aumentar el asistencialismo, el mismo que les permite dominar a una base social que cooptan y engañan para servir a sus intereses particulares. Este es el verdadero populismo.