Fuera de especulaciones, que probablemente están influenciadas por mis deseos, pienso que la prensa dominante se desenmascaró el pasado 9 de abril, dejando traslucir el pánico que tienen ante la grave crisis que se avecina al finalizar la pandemia que los está aniquilando.
Esa prensa dominante, o gran prensa, como la bautizó Alberto Zalamea, que incluye hoy por hoy a los noticieros de televisión, beneficiados por los anuncios publicitarios, pasaron por alto el 9 de abril. Ninguno se refirió a Jorge Eliécer Gaitán, ni a la sublevación popular ocurrida aquel día a nivel nacional
Así, la gran prensa ejerció “memoricidio”. Ni El Tiempo, ni El Espectador, ni Semana, ni Caracol (para nombrar solo unos cuantos) mencionaron a quien, con su magnicidio, partió en dos la historia de Colombia, opinión que comparte todo el país, así sean sus partidarios o sus adversarios y enemigos.
El único reportaje que me hicieron, en uno de los reconocidos medios virtuales de este país, desapareció rápidamente. Mientras que sí se encuentran los reportajes que con anterioridad han hecho a otros entrevistados. Desapareció el reportaje a Gloria Gaitán describiendo la vigencia del pensamiento de su padre. Desapareció por arte de birlibirloque.
Simultáneamente, El Tiempo y Semana destacan una carta de Laureano Gómez, “el monstruo”, demostrando su gran actualidad. Me pregunto: ¿en Alemania publicarían una carta de Hitler para demostrar su vigencia? Sé que no lo harían.
Memoricidio de las clases poderosas para hacer desaparecer la figura de un prócer colombiano que clamaba por una revolución profunda, cuya capacidad visionaria lo convierte, hoy en día, en guía ideológica para reformar la Colombia de iniquidad y violencia que desde 1946 padecemos, y que se originó como herramienta para impedir el ascenso del pueblo al poder. Porque, el origen del conflicto que vivimos hoy tiene sus raíces en el momento en que se unen las oligarquías liberales y conservadoras para impedir, a toda costa, la inexorable marcha del pueblo, avanzando como avalancha humana bajo la orientación ideológica que había trazado Gaitán.
¡Cuidado con Gaitán! Es sumamente peligroso, porque su legado tiene plena vigencia para orientar el cambio profundo que Colombia necesita y exige.
A esta alarma de la oligarquía, que se refleja en sus variados y numerosos actos de memoricidio, hay que contrarrestar la multitud de artículos y mensajes que este 9 de abril recibió mi familia, como nunca antes había ocurrido desde que existe internet. En resumen, esos mensajes de gente del común, de ciudadanos del “país nacional”, dicen que Gaitán vive y que es el camino a seguir para abrirle paso a la nueva Colombia justiciera, equitativa y antineoliberal. Para la juventud Gaitán no es el pasado sino el futuro. Ahí están otra vez enfrentados los anhelos y esperanzas del “país político” versus el “país nacional”.