Gabriel García Márquez: un viaje al fondo de la cueva

Gabriel García Márquez: un viaje al fondo de la cueva

"¿Cómo se inmiscuyen en su literatura la soledad y el amor? Creería que Gabo, como poeta, sabe bien la técnica, pero sabe más sobre el alma humana"

Por: Diego Fernando Meneses Ballesteros
octubre 05, 2017
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Gabriel García Márquez: un viaje al fondo de la cueva
Foto: EFE

“Nadie se salvaba de sus estragos”[1]

Los factores que incidieron en la formación de Gabriel García Márquez como escritor podrían enumerarse y entenderse de una forma racional, como por ejemplo indicar su infancia, la casa de sus abuelos en Aracataca (su pueblo natal), entre otros como por ejemplo su paso por la fría Zipaquirá y su contacto cercano con los poetas de Piedra y Cielo. Inclusive se podría decir que su muy precoz independencia personal formó en él un espíritu libre que le permitió cuestionar el poder sino también observar la realidad desde un punto de vista privilegiado.

Pero, en realidad, lo que queremos saber es qué fue lo que le permitió a Gabo inscribirse en la historia de la literatura universal y este saber supera los ámbitos de lo racional. Así como su literatura. Creemos vislumbrar, en el fondo de su obra, un muy serio y fundamentado cuestionamiento al paradigma cultural de su tiempo, y que se funda en la colisión de culturas entre la europea y la americana. En otras palabras, creemos que él observó que el en ser latinoamericano (y más en particular, caribe) estaba la superación vital del paradigma racional cartesiano europeo, que cercena de la vida mismo todos esos aspectos “no-racionales” sin ningún argumento válido más que el poder.

Este descubrimiento, creemos, le viene a García Márquez de su abuela Mina [2]. Hacia allá queremos enfocar nuestra mirada, puesto que en este personaje confluyen la magia de la que venimos hablando, y la competencia verbal. Ella y toda ella, encarna el hecho de que la literatura de Gabo se basa en la lectura que de la realidad hace la gente y que se constituye en cultura popular. El caso de Remedios la Bella es paradigmático, que nos hace afirmar que con Gabo la poesía cobra vida[3], y este es el verdadero apellido de la literatura garciamarquiana.

En efecto, García Márquez destaca de su abuela materna su superstición congénita. Y también destaca su forma de hablar, usando arcaísmos y expresándose a través de canciones que se inscriben en la inconmensurable tradición humana de contar cantando y que se remonta a más de cinco milenios de antigüedad.

Este factor creemos, va indisolublemente ligado a la capacidad intrínseca de Gabo para el asombro. Ambos aspectos son caras de una misma moneda. Sobre este último aspecto da cuenta da cuenta toda su literatura, y es un factor esencial en el desarrollo de su estilística, y que tiene que ver con el hecho de traer a colación aquí y allá a lo largo de su narración prodigios y fenómenos ilógicos como forma de  cuestionar los paradigmas educativos [4] de sus lectores. Tal vez y las asociaciones “irracionales” de Gabo sean un ejercicio de poder de un mundo “infantil” frente al hegemónico de los adultos y que lo denuncia, a través de la forma y el fondo de su literatura y que, en el fondo, implica en realidad una lucha por la identidad.

Es por esto que mientras García Márquez se entiende “realista”, nosotros, los mortales, lo veamos como “mágico”. Y es una paradoja porque dos grandes hombres como García Márquez y Rodolfo Llinás hayan podido elaborar su capacidad de asombro ejercitando, precisamente, su racionalidad, mientras que los demás mortales deducimos nuestras “verdades” de forma racional a partir de premisas asombrosas [5]. La capacidad de asombro está ligada al afán de exploración y la sed de descubrimiento. Y ambos son aspectos individuales. No sociales.

Ambas caras de la moneda, entonces, apuntan a un fenómeno del cual nadie ha podido dar cuenta bajo categoría de última palabra y el cual se incrusta en el alma misma del dios y del hombre: la poesía. En el fondo, Gabo tiene una configuración especial que le permite ser más sensible y por tanto, mejor observador de la realidad (¿de sí mismo? [6]) para configurar a través de la palabra imágenes y sonidos con una vibración poética que evoca e invoca los poderes del mito, en el que las conexiones entre una cosa y otro, entre un ser y su otredad, no son lineales, lógicas o de causa-efecto, sino que se asocian de maneras nunca antes pensadas por el que las está conociendo.

Es como si lo real, para quién desea conocerlo, le diera la bienvenida amorosa a un laberinto cuya salida siempre se abre a otras puertas.

En el trópico la realidad está aumentada. Las ondas sonoras vibran más y calan más hondo, los colores son más luminosos y su variedad sepulta el concepto de monotonía, y la vida, por tanto, es más exuberante. Las pasiones son más vitales. Los códigos sociales están muy lejos de estar determinados por los fríos cánones occidentales que restringen las pulsiones humanas y que, en últimas, no son más que signos de la muerte. No me sorprende que la literatura de Gabo tenga la misma reverberancia artística que el calor del mediodía en Aracataca. Se siente, más allá de las letras de molde a través de las cuales viaja la poesía. Gabo llamara a esta realidad, “realidad desaforada”[7].

En ese sentido, antes que escritor, Gabriel García Márquez era un lector. Por supuesto, no solo de libros, sino de todo cuánto podía impactar su ser sensible. Es por ello que su literatura, antes que ser una referencia intelectual, es una crónica de su realidad “tal cual es”, en la que conscientemente introduce lo mágico para dar un nuevo significado de la vida, desde lo invisible para configurar nuevas posibilidades de lo visible, como si fuese la ventana que nos permitiese ver al misterio y sentirlo.

Ahora bien, Gabo necesita volver a la fuente, y en el tránsito a la memoria es que se crea su literatura. No es fortuito que sea hasta cuando vuelve a Aracataca[8] a vender con su madre la casa familiar que se crea su mundo literario. Podríamos decir que toda su carrera literaria y periodística anterior a ese viaje representa el pulimento formal de su habilidad lingüística, pero Macondo como signo orgánico, como símbolo del cual emanan como espíritus las obras de García Márquez, lo descubre él en el viaje y representa el germen de toda su literatura: el volver a la memoria.

Y de esto está germinado el texto de García Márquez:

“añorar el trueno de las tres de la tarde” pp 96

Y

“Dicen que la compañía vuelve” pp 17

Me encantaría anotar aquí que la poesía de García Márquez no se fundamenta en ideas abstractas o expresiones de retruécano que arman y desarman el lenguaje, sino en la captación de momentos del espíritu del personaje, como quien ve a través, en el fondo, y lo expresa. De la abuela, y de la madre, puede que venga, como dice en su autobiografía (pp. 2) ese estilo ceremonial y lapidario con el que retrata (a través de una sola oración como monólogo) a sus personajes.

Considero que García Márquez es una bisagra entre una historia antigua profunda, entre indígena, negra y mestiza de la Provincia, y que entraña un silencio y una quietud que trasegó, como los gitanos, de generación en generación encapsulada en la tradición oral, y el mundo moderno, que irrumpió de la forma más monstruosa en el 9 de abril y que significó un nuevo mundo lleno de latón y concreto, y el rugir incesante de las máquinas y la rutina del tiempo, en contraposición del tiempo sin tiempo muy cerca de Macondo.

¿Cómo se inmiscuyen en su literatura la soledad y el amor? Creería que Gabo, como poeta, sabe bien la técnica, pero sabe más sobre el alma humana. Es la respuesta personal a este tensión vital lo que le permite caracterizar de forma sentida y vital sus obras. Creería que este filón lo desarrolló a punta de trabajo, mucho trabajo. Pero las resonancias telúricas de su infancia y de sus abuelos son las que permanecen en el tiempo y las que, en definitiva, configuran ese mundo literario garciamarquiano.

 

[1] García Márquez, Gabriel. Vivir para Contarla. Página 17. Sobre la nostalgia.

[2] Cfr. Minuto 7:21. En: Entrevista a García Márquez antes de recibir el premio Nobel. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=DyV3uCS6xOs&index=3&list=PLmqCOWdql77aT9FICGayOw5k30zCh2vEG y también: Cobo Borda, Juan Gustavo. Entrevista a Gabriel García Márquez. Recuperado de: http://cromos.elespectador.com/especial-gabriel-garcia-marquez/vida-y-obra/cromosnotaespecial-150059-%C2%ABpiedra-y-cielo-me-hizo-escritor%C2%BB-gabriel-garcia-marquez

[3] Cfr. Cobo Borda, Juan Gustavo. Gabo convirtió la realidad en metáfora. Recuperado de:  http://www.elpais.com.co/entretenimiento/cultura/gabo-convirtio-la-realidad-en-metafora-juan-gustavo-cobo.html

[4] Cfr. Minuto 8:59. Gabo habla del Caribe. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=h7gue1lYoVk

[5] Cfr. §El cuestionamiento a la existencia de Dios. García Márquez, Gabriel. Prólogo literario al libro El Cerebro y el mito del yo. Rodolfo Llinás. Recuperado de: https://cienciatools.files.wordpress.com/2012/01/llinas-r-rodolfo-el-cerebro-y-el-mito-del-yo.pdf

[6] Si al fin y al cabo su literatura apela a la memoria y ésta está en nosotros y es nosotros…

[7] Que Gabo aplica para la sociedad, y que no es sino un correlato de la primera.

[8] García Márquez, Gabriel. Vivir para Contarla. Recuperado de: http://www.itvalledelguadiana.edu.mx/librosdigitales/Gabriel%20Garc%C3%ADa%20M%C3%A1rquez%20-%20Vivir%20para%20contarla.pdf

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