La voz de Juan Gabriel Vásquez fue la “voz de los colombianos” en el documental. Muchos se preguntaron porque Gerald Martin, biógrafo y crítico literario de ficción latinoamericana, que bien ha escrito sobre la vida del nobel, no fue una opción para el director. Según el director se buscó un escritor fuertemente influenciado por la literatura de García Márquez. Sin embargo, si la cercanía del documentalista a la realidad colombiana hubiera sido distinta su historia posiblemente hubiera sido contada por testimonios cercanos al Grupo Barranquilla, de quienes Gabo dijo haber recibido gran influencia durante su vida.
“La parte más importante de mi vida fue la que pasé en Barranquilla con ustedes. A mí se me abrieron muchas ventanas. De todos modos, hubiera sido un escritor porque esa era mi vocación, pero sin ustedes, otra dirección hubiera tomado. Sin Barranquilla, no hubiera sido Premio Nobel”. Grupo Barranquilla: Gabriel García Márquez, Pepe Dominguín, Alejandro Obregón y Álvaro Cepeda Samudio. Foto por: Otraparte.org.
Si bien la elección por parte de Webster podía ser o no argumentada más allá de que la obra de GGM influenció la escritura de Vásquez es importante reconocer que quizá uno de los aportes más importantes de este autor al respecto de la obra de GGM ha sido desmentir la premisa de que “escribir después de García Márquez es todo un reto para los escritores colombianos”. Aunque la obra de Vásquez ha sido mucho más influenciada por autores como Joseph Conrad, es una máxima en su literatura la idea de que “una novela valiosa es la exploración intensa de un lugar desconocido a donde el autor viaja a través de la escritura”: esto según su criterio, sólo lo han logrado Franz Kafka y Gabriel García Márquez.
¿La intención del director?
A Webster no le interesaba mostrar si la literatura caribeña tuvo más fuerza en la industria editorial después del Premio o si eran realmente visibilizados los escritores regionales del país, punto que ha sido también criticado desde que la infinita historia de la literatura colombiana ha dejado de lado la gran influencia de las regiones en la cultura literaria del país; su intención llana y sencilla era mostrar el círculo social del que hizo parte el autor y las influencias que tuvo para llegar a donde llegó, ni más ni menos.
Aparte de las especulaciones y las críticas del documental, es importante reconocer que el director logró, a través de múltiples voces como las de sus hermanos Aida y Jaime, el ya mencionado Juan Gabriel Vásquez, Plinio Apuleyo, Gerald Martin, Carmen Balcells, John Lee Anderson, entre otros, ir más allá de una reseña audiovisual de Cien Años de Soledad mostrando el peso de las otras obras que conforman el legado de Gabo y recordando sobre todo, lo que fue la dimensión política de su vida y obra.
“Espero ser el viejo Hemingway” Fotograma documental “Gabo la Magia de lo Real”. 2020
Entre muchas de las anécdotas relacionadas con la vida política del país y del continente, en el documental se menciona su huelga literaria para que cayera Pinochet; la fascinación de Bill Clinton por su obra y su conocida amistad con Fidel Castro. Se mencionan además las razones que lo llevarían al exilio después de un momento de agitación total en la década los 70’s, donde luego de ser el creador de la revista Alternativa junto a Enrique Santos, decidió abandonar el país en 1981 debido a acusaciones de estar relacionado con el M-19 e inminentes rumores sobre su detención por parte del Ejército en el gobierno de Turbay Ayala.
Ediciones de Revista Alternativa.
Nos menciona además otro lado no muy conocido del escritor: sus relaciones tensas con Cuba a partir de su retiro del diario Prensa Latina en 1962 y su vida aburguesada en México trabajando como un exitoso guionista, hasta que a modo de epifanía se le aparece el primer párrafo de Cien Años de Soledad en un viaje a Acapulco. En ese momento tenía 38 años y 4 libros: ese día abandonó su trabajo como editor para dedicarse por un año y medio a escribir su obra maestra en Ciudad de México.
A pesar de esta decisión, no cambiaría nunca su percepción de sentirse siempre más periodista que escritor de ficción. Sin embargo, no solo en su momento periodístico demostró un compromiso con político con Latinoamérica con publicaciones como “Cuando era feliz e indocumentado” (1973) o “De viaje por los países comunistas” (1957) entre otras; sino que muestra obras como “Noticia de un secuestro” (1996) donde al igual que “Cien Años de Soledad” (1966) contribuyo a consolidar el imaginario de lo que era Latinoamérica.
“La posición política de Gabo produjo en Colombia mucha polémica”. Gabo, la magia de lo real.
El documental cierra con una reflexión sobre la muerte, a la cual Gabo se resistía: “Yo la única opción que acepto es la de no morirse, creo que la única cosa realmente importante en la vida es estar vivo...y creo que la muerte es una trampa, una traición que se la sueltan a uno sin poner una condición” y frente a la cual tenía una sola opción: “escribir, escribir, escribir…”
Pertinentes o no las discusiones que ha suscitado el reciente documental, lo cierto es que el documental del director británico Justin Webster posiblemente le abre la puerta a una oleada de producciones que estarán con los ojos encima de una historia tan “rentable” como esta para la industria audiovisual. Ya sea como una estrategia de marketing o como un homenaje sincero, lo cierto es que él, que tanto le temía a la muerte, hoy vive en reediciones, documentales y series. Uno de los más ambiciosos se está rodando justamente este año: la serie de Cien Años de Soledad financiada también por Netflix y a cargo de sus propios hijos Rodrigo y Gonzalo.
