El futuro del ejercicio político-electoral de las Farc y nuestra clase política

El futuro del ejercicio político-electoral de las Farc y nuestra clase política

"¿Qué diferencia en cuanto a calidades humanas, virtudes o defectos puede haber entre cualquier miembro del antiguo secretariado de las FARC y un miembro de nuestra actual clase política?"

Por: Romulo Romero
agosto 17, 2017
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El futuro del ejercicio político-electoral de las Farc y nuestra clase política

Hace pocos días vimos a un grueso número de miembros del secretariado de las otroras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, haciendo pública su intención de organizarse como partido político. Esta decisión que a través de varios medios de comunicación fue expuesta, ha sido censurada por parte de la opinión pública colombiana, quien se resiste aceptar que estos, otrora criminales, ahora pretendan como si nada, lavarse las manos y exponerse a los votos de los colombianos.

Es comprensible que esta sensación se presente. Créanme que yo sentí lo mismo al ver la tranquilidad con la que estos personajes se muestran hoy día ante los medios. Fueron 50 años en los que Colombia se vio sometida a toda la beligerancia de este grupo de personas que con ideales o no, dejaron un halo de sangre, muerte, sufrimiento y destrucción en todo el territorio nacional.

Pero caramba, ahora las FARC se muestran arrepentidas, pidiendo perdón, disfrutando las mieles del sometimiento a la legalidad, beneficiadas de un proceso de paz que las hizo, por decisión del Estado y a mi modo de ver, victoriosas. Esos fueron las reglas de juego que una sociedad políticamente organizada como la colombiana, estableció, y a ese juego, ese grupo (otrora terrorista) se sometió. Nada qué hacer. Lo demás quedará en la sensación individual de inconformismo de cada uno de nosotros. Quedará en mero recelo o resentimiento, que a nada conduce, porque lo que viene, lo inevitable, es eso: el partido político de las FARC. Que se traduzca ese inconformismo en las urnas, nada màs.

Ahora bien, tiendo a pensar que ese inconformismo o malestar es mera hipocresía.

Si vamos más allá y particularizamos la situación, individualmente considerados, ¿qué diferencia en cuanto a calidades humanas, virtudes o defectos puede haber entre cualquier miembro del antiguo secretariado de las FARC y un miembro de nuestra actual clase política?, ¿acaso creen ustedes que pueda existir diferenciación alguna entre alguien que empeñe un fusil y dispare en contra de la humanidad de su adversario y entre aquel que investido con funciones estatales se apropie de los dineros destinados para la niñez, como pasa en mi departamento, la Guajira, y que por la malversación de esos recursos mueran miles de niños indígenas en este departamento o entre aquellos que hoy están encarcelados por el asesinato masivo de sus adversarios políticos?, ¿acaso creerían ustedes que existe alguna diferencia entre aquel que le imponga vacunas a los dueños de grandes extensiones de predios improductivos o aquellos que valiéndose de su condición de altos servidores del estado y en componenda con los concesionarios de vías públicas, negocien y multipliquen la instalación de peajes por todas las carreteras del territorio nacional, sin ningún tipo de justificación técnica y solo para extirpar bajo un manto de legalidad los dineros de nuestros bolsillos? No parecerían tan claras las diferencias, ¿cierto?

Pero sí, aunque se interprete contradictorio con el hilo conductor de este artículo, sí hay diferencias; sí existen diferencias entre los exmiembros del Secretariado de las FARC y la mayoría de nuestros dignos representantes. Estas radican en que los primeros lucharon o delinquieron de frente por unos ideales, que equivocados o no, eran eso, sus ideales. Todos nosotros sabíamos que eran guerrilleros o terroristas. Fueron o son personas intelectualmente preparadas, que entregaron la mejor etapa de sus vidas por una causa, que sacrificaron su vida familiar por una “causa política”. Los segundos no, nuestros políticos son peores, porque delinquen a escondidas, hipócritamente empeñan y se adueñan de nuestro futuro, de nuestros recursos, roban a mansalva, son insaciables, hipócrita y pulcramente vestidos se muestran ante una defraudada y saqueada sociedad como unos “grandes señores”, nos mienten de frente, se reparten el presupuesto público a su merced, matan de hambre a nuestros niños indígenas, su actividad delincuencial es generacional, roban de generación en generación, los recursos públicos son solo para ellos y para sus familias. Los recursos que se apropian sin recato solo se ven en sus fincas, camionetas, viajes, joyas, escoltas, etc., esa es la diferencia señores y por eso colombianos, no nos indignemos, que los de las FARC son unos angelitos en comparación con aquellos que complacidamente nos han gobernado y destruido durante los últimos 60 años.

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