Se trataba de la inauguración de una pequeña fábrica de chocolate, auspiciada por la Fundación El Alcaraván, de la OXY, que apoya el emprendimiento empresarial en el departamento de Arauca.
Hacia las instalaciones de la Fundación se desplazó el periodista Danilo Sarmiento, director del portal cultural e informativo Llanera.com, para cubrir el evento, cuando le negaron la entrada al recinto.
Según una comunicadora social, miembro del equipo de prensa de la Fundación, la razón era que Sarmiento y su medio de comunicación "no figuraba en la lista de invitados", mientras lo miraba,dijó: "Además los platos ya están completos para los asistentes a la inauguración y no queda más".
Sarmiento le respondió: "Yo no vengo a mendigarles un plato de comida. Yo vengo a cubrir un evento, porque soy periodista, no invitado." Acto seguido, abandonó el sitio.
Lo anterior constituye, en el menor de los casos una total falta de respeto hacia un periodista que lo único que quería era hacer su trabajo. Un hombre que ha luchado incansablemente por sacar adelante un medio de comunicación propio que ya cumple 19 años en línea.
Un ser humano al que discriminaron porque pensaron que solo iba al evento para que le dieran comida y no a trabajar como es debido.
Y es que parece que eso piensan los que lideran las «comunicaciones» en las entidades: que todos los periodistas solo van a los eventos si les dan comida. Y así, con un plato de mamona (ternera a la llanera), pretenden comprar a los periodistas y asegurarse la publicación del evento de su interés.
Pero esta es una más de las injusticias que se cometen contra los periodistas en esta zona del país.
Claro que este bien podría ser un caso en el que se vulneran derechos como al trabajo, a la libertad de expresión y hasta a informar a la comunidad, este último que también es la esencia y deber para nosotros los periodistas.
Varios periodistas en Arauca, -aquellos a los que nos gusta cumplir con nuestra labor sin ansiar los anhelados puestos de jefes de prensa- vivimos en la dicotomía de informar y exponernos a amenazas o discriminación en lo que a publicidad se refiere, o someterse a una miserable pauta anual porque nos gana las necesidades de nuestras familias.
Y si el medio de comunicación es pequeño, las cosas llegan a ser peores. La discriminación en la pauta para medios virtuales y alternativos en Arauca raya en la grosería para quien se esfuerza con las uñas por sobrevivir en el amado -pero a veces desagradecido- oficio de periodista.
Como si esto fuera poco, ahora hay que encimarle que si a usted como periodista, lo invitan a un evento y le dan comida, es muy probable que lo presionen para que se avenga a los intereses de ellos, o lo discriminarán cruelmente por no hacerlo. Aquí no importa si usted es honrado, diligente y un trabajador que se esmera por ser independiente.
¿Qué tal que hicieran lo mismo con aquellos que utilizan los micrófonos o el papel periódico para informar de acuerdo a sus convenientes intereses políticos, en vez de hacerlo con la objetividad que requiere la comunidad?
O con aquellos que han tenido la vergüenza de tener que rectificar una información falsa que difundieron, embriagados con la idea de «chiviar» a los demás medios de comunicación.
Y ¿por qué no? con aquellos que se dedican a las conocidas publinotas, publireportajes, publientrevistas y todas aquellas notas que son pagadas por quienes quieren mojar tinta o gastar saliva en pro de sus propios intereses.
Qué carajos, aquí hace rato se perdió la objetividad en el periodismo, es cierto. Aquí hacen alarde del político amigo, antes que de la integridad. Pero que se discrimine a un periodista por el tamaño de su medio de comunicación es una clara señal de la decadencia en la que ha caído una sociedad como ésta, cada vez más elitista y pisoteadora.
Una sociedad que bien puede excluirlo a usted porque su medio es de los pequeños, porque según sus retorcidas mentes y miopes visiones, no vale lo mismo ni merece el respeto que los más grandes. Para ellos, usted solo vale mucho como periodista si es amigo del mandatario de turno o del contratista que más plata tenga en sus arcas.
Menos mal que todavía existen -aunque somos pocos- periodistas que vivimos con lo del diario, pero que amamos nuestro oficio, hombres y mujeres que nos esmeramos por informar a la comunidad con total veracidad e independencia, sin influencias.
Generalmente no son muy valorados, cierto. Pero que ejerzan el verdadero periodismo con ética, integridad, sin importarles los platos de mamona que les quieran ofrecer, ni discriminación alguna, solo los hace mejores.
Y aunque para ellos no seamos muy importantes, queremos diferenciarnos de esta deprimente sociedad, aplicando aquella gran verdad que siempre pregonó el periodista Ryszard Kapuściński: "Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas."
