Ya no es tan esporádico escuchar políticos defensores del servicio público o alternativas ecológicas de movilidad reforzar su interés en fomentar su uso, planteando restricciones a los demás actores viales, en especial a los vehículos particulares comenzando por los carros y dejando claro que el turno es de las motocicletas.
Como motociclista tuve un pensamiento sesgado sobre la movilidad, defendiendo mi medio como el mejor y menospreciando los demás, pero ir aprendiendo más sobre el tema, me ha dado argumentos para anteponer los errores y aciertos que tiene cada actor vial y con base en esto ver las ventajas que cada uno aporta a la movilidad que cada ciudad requiere.
Vivo en Soacha y trabajo en Bogotá, hago parte de ese 30% de ciudadanos que se debe desplazar todos los días sobre la Autopista Sur o vías alternativas para llegar a su destino. Y a diferencia de mis conciudadanos, el hacerlo en moto me ahorra un promedio de 3 horas diarias de desplazamiento.
Si tomo la opción de utilizar el servicio público formal, bien sea Transmilenio u operadores autorizados no solo me expongo a dicha demora, también a los tumultos, roces, malas caras y frecuentes hurtos.
El más saludable y con las mayores ventajas costo-beneficio es y será la bicicleta, pero debe competir con un creciente aumento de las precarias condiciones de seguridad y que motiva un mercado ilegal de repuestos y aumento de lesiones personales.
Entonces, ¿qué hacer?, ¿cómo asumir la idea de un grupo de políticos que quiere limitar mi movilidad?
¿Dónde está la lógica? La fórmula mágica que en otros países funciona, en otros causó más caos que bien…
Es de entender que como sociedad nos falta mucho, el simple hecho de molestarnos por ceder la vía, por esperar en un cruce o simplemente porque nos sugieran abrocharnos el casco o ponernos el cinturón es muestra de ello.
Abogo por aquellos líderes sociales que a base de experiencia y conocimiento logren limitar el actuar de esos que solo tienen poder por el cargo que ocupan y encuentren la mejor forma de movernos en este caótico lugar llamado Colombia. Pero de nada servirá si no ponemos de nuestra parte…
Piénsenlo..