Las conversaciones que develó la revista Semana el domingo pasado, que después del episodio con Daniel Coronell parece haber recuperado su vigor investigativo, hacen estremecer de rabia y de dolor por nuestras fuerzas armadas. Las ovejas negras en el ejército es el título de una larga investigación sobre la corrupción entre altos mandos militares con lo que pasa esta información como casos “aislados” cuando todo indica que son prácticas generalizadas.
El ministro Botero salió a asegurar que no sería negligente en la lucha contra la corrupción, pero al parecer ya lo había sido pues todo este año no hizo nada por cambiar las acciones de militares corruptos y por el contrario promovió a algunos de ellos, como al general Fajardo que fue ascendido a 2º comandante del Ejército.
Las coimas no son del tamaño de Odebrecht, todo hay que decirlo, pero son actitudes que van derrumbando la moral de las tropas. Que un superior le pida a un subalterno 1 millón para pagar el carro de su mujer cuando viaja a Disney es por lo menos desalentador. Me imagino que el subalterno ya no pensará que su superior es un tipo noble al que hay que acatar sino un pobre pendejo que le está enseñando a robar. De ahí a desobedecerle no hay sino un paso.
Es como pasa en los retenes de la policía de tránsito cuando un ciudadano ofrece una coima para que le pasen por alto una infracción. “Voy a preguntarle a mi comandante” dice el policía y se va en busca de otro, que es el jefe de la cuadrilla, y regresa con sonrisa a recibir el untado. ¿Quién va a creer en ellos si todos hacen parte de la misma bandola?
Que un superior le pida a un subalterno 1 millón
para pagar el carro de su mujer cuando viaja a Disney
es por lo menos desalentador
Por supuesto en nuestras fuerzas militares hay personas dignas que se la juegan por el país y por nuestra seguridad. También hay héroes que han perdido partes de su cuerpo en campos minados y que día a día se enfrentan a las duras tareas de vigilancia y control. Pero en medio de ellos están las ovejas negras, aposentados en escritorios, dando órdenes de que les consigan “pal mercado”. O tal vez son los mismos: unos días héroes, otros bandidos, como el zorro de los cuentos infantiles, solo que cuando se ponen la máscara es para robar en beneficio propio.
Desde la época de Santos cuando armó una comisión pomposa para hacer una reingeniería de la Policía Nacional, no se sabe qué ha pasado al interior de esta institución y ahora con la comisión de Duque tampoco se sabe nada. Tal vez nunca se sabrá pues se maneja la idea equivocada de que la depuración de los militares debilita la institución, allá la ropa sucia, ni la lavan, ni sale de casa.
El ministro Guillermo Botero llamó a calificar servicios a unos pocos y dejó de vacaciones a Fajardo, para que prepare su defensa. ¿Será que se fue a Disney a buscar las facturas del carro que le pagaron a su esposa para justificar que esos dolaritos fueron producto de los ahorros de su señora?
Triste mensaje para Colombia. Las medidas no solo deberían ser ejemplarizantes sino profundas, llegar, por ejemplo, a revisar las cuentas secretas que manejan para comprar informantes, las compras de materiales y uniformes y tantas cosas más por donde hay desangres del multimillonario presupuesto del Ministerio, de lejos el más rico de todos.
Unas fuerzas militares corruptas son el hazmerreír de la delincuencia pues con esto queda claro que las pueden comprar y si el precio es un carro en USA pues la compra sale muy barata para los narcos que están acostumbrados a pagar en especie y de pronto les mandan un Mickey Mouse para los hijos de algún general.