Durante su posesión en 2021, la entonces nueva Procuradora General de la Nación, Margarita Cabello Blanco, se refirió al trabajo con “nuestro gobierno”. Era el gobierno del presidente Iván Duque quien la postuló para el cargo y la había nombrado antes como ministra de Justicia.
Al cuestionársele por tal frase “nuestro gobierno”, expuesta por quien asumía la dirección de un órgano de control disciplinario independiente que debe entre otras cosas vigilar al gobierno, manifestó que así se habla correctamente, que ese uso gramatical era el adecuado, porque hay un solo gobierno, que en consecuencia es el nuestro, el de todos.
De manera que tras la suspensión del ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, conocida ayer, la primera pregunta que viene a la mente, más allá de la procedencia o no de tal medida disciplinaria, sería si de pronto habrá espetado la procuradora una frase similar: “suspendemos, o suspenderemos, a funcionarios de nuestro gobierno”.
El país arde en fuego de verano, y arde como siempre en fuego político. Las actuaciones de la procuradora general han sido polémicas desde el inicio de su gestión; demoradas en casos que involucran a funcionarios del anterior gobierno, en apariencia sesgadas en parámetros ideológicos o moralistas, fallidas en asuntos que involucraron la suspensión de alcaldes y, en general, poco certeras desde la mirada de la opinión pública que solo espera del máximo organismo disciplinario del país una actuación mesurada y efectiva para ponerle freno a la corrupción que desde hace años campea.
Leyva es vehemente y todo el asunto de la licitación de pasaportes podría llevar al país a asumir una responsabilidad económica severa ante potenciales contratistas o demandantes.
Es como poner en bandeja de plata ante las potenciales demandas por el caso de la licitación de los pasaportes, muchos argumentos para que el Estado pierda y pague
Pero suspenderlo parece una decisión generadora de caos. Y parece caótica porque parece política, porque en cualquier caso tiene efectos políticos. Porque, además, es como poner en bandeja de plata ante las potenciales demandas por el caso de la licitación de los pasaportes, muchos argumentos para que el Estado pierda y pague.
¿Por qué con el mismo criterio de “nuestro gobierno” no esperaba la Procuraduría a adelantar una investigación en términos breves y producía un fallo que diera certeza? ¿Por qué esta medida tan drástica a medio camino de la investigación?
Ahora que el país que se calienta en fuego de verano, pasará los próximos tiempos en la discusión sobre las potestades y alcances de la medida; se consumirán más bosques en el incendio, y más bosques para producir el arrume de papel interminable, confuso, en el que se escriben los fallos y las suspensiones y los discursos políticos que se propagan como llamas. Apenas comienza el año…