Un mes transitando la vida y la muerte. Y la resurrección. Así de simple puede contarse la historia de Egan Bernal, nuestro campeón del Tour de Francia, quien estuvo a punto de dejar este mundo porque quedó estampillado a 62 km/h con un bus intermunicipal mal parqueado mientras el ciclista entrenaba con su equipo en el sector de Gachancipá, el pasado 24 de enero.
El diagnóstico: politraumatismo, traumas cervicales y de tórax, afectaciones en la cara, manos y columna. Bernal, se supo después, tuvo un 95 % de probabilidades de morir o quedar parapléjico.
Pero Dios (no se entiende de otra manera) tenía otros planes. El milagro empezó a concretarse, lentamente, en manos del cuerpo médico de la Clínica de la Sabana, que le salvaron la vida y recuperaron la movilidad de las piernas, luego de una cirugía de doce horas.
Sobre todo esto y más habla nuestro campeón en entrevista con la periodista Vicky Dávila, para contarle al país cómo ha sido el milagroso y veloz proceso de recuperación, pero también de cómo cambió su visión de la vida, de los sucesos en detalle y de todo lo que vivió en ese túnel emocional y físico que paralizó al mundo de ciclismo internacional.
"Estoy vivo, es una segunda oportunidad (...) (El accidente) fue el dolor más intenso de mi vida, 40 minutos hasta que llegué al hospital. Lloré cuando los médicos me enderezaron el fémur. Tenía tanto dolor que solo quería desmayarme" afirmó Bernal en la entrevista en la que se le ve reposado, reflexivo y con ánimo de retomar próximamente las carreteras.
Pero no será tan pronto como él quisiera. La recuperación se visualiza larga y tomará muchos meses antes de verlo competir en Europa.
En todo caso, Egan, que ha demostrado ser de otro material al de simplemente hueso y músculo, se confiesa esperanzado. Con la mirada perdida le dijo a Vicky, y de paso al país: "tengo fe de que volveré a tener mi mejor versión".
Así será. Es cuestión de tiempo.