Cada vez que se ven, así no hablen el mismo idioma, el británico y el boyacense se saludan con afecto. La amistad empezó con un ataque de Nairo en el mítico Mont Ventoux en el 2013. En un tour donde nadie, ni siquiera el múltiple campeón Alberto Contador, osaban disputar la supremacía del líder del Sky, un joven de Cómbita rompía el lote en mil pedazos y con coraje invitaba a la lucha al ciclista más poderoso del planeta. Al final Froome lo vencería y Nairo, una vez cruzó meta, cayó desmayado. Ese día todos supieron quién era ese portento venido de Colombia y que apenas tenía 23 años.
Shooting the breeze with my Colombian friends ✌️???? #LV2016 @lavuelta pic.twitter.com/cvEwYxvLLh
— Chris Froome (@chrisfroome) September 9, 2016
Los periodistas los mostraban como rivales pero al ser los mejores empezó una admiración mutua que se trasluce en afecto. Cada vez que se encuentran en las salidas o en las llegadas los hombres se abrazan, se preguntan cómo están. Ambos tienen muchas cosas en común: cuando eran niños una enfermedad amenazó con matarlos, de jóvenes accidentes automovilísticos estuvieron a punto de dejarlos paralíticos. Aprendieron el dolor a la brava y por eso el respeto y por eso saben que sólo el otro podrá derrotarlos.
El domingo, cuando lleguen al paseo de la Castellana, sin importar quien gane, se abrazarán de nuevo y se reirán de los periodistas que titulan las noticias hablando de duelo, de enemigos que se detestan a muerte.