Pasan los días, las semanas y los meses, y aun no se define la situación de la cadena de Frigoríficos Ganaderos de Colombia --Friogán--. Ya son varios meses en los que esta compañía --ante la ausencia de flujos de capital del Fondo Nacional del Ganado, FNG-- empieza a entrar en una “espiral de la muerte” el cual es reflejado en su situación comercial y financiera. A medida que el tiempo pasa, esta compañía está más próxima de convertirse en un lastre que en un activo de la Ganadería Colombiana. El próximo 18 de abril, la Superintendencia de Sociedades votará el Acuerdo de Reorganización con los acreedores de Friogán, en el marco de la Ley 1116. La fecha es trascendental puesto que ese lunes podría declararse la liquidación de la misma, donde el Fondo Nacional del Ganado -- FNG-- tiene el 78% de la participación accionaria. Se está llegando a un punto de quiebre en el cual se tendrá que tomar una decisión técnica sin pasiones. Y lo más importante, alejada de cualquier tesis política de dirigentes gremiales, políticos de turno, ministros de agricultura, etc.
Lo que acá trato de poner en contexto son las realidades y hechos de la compañía en mención, desde un punto de vista puramente económico y de oportunidad. Empecemos por la situación actual: Friogán es un conglomerado de 5 plantas en el país ubicadas en diferentes regiones ganaderas: Sucre, Caldas, Antioquia, Meta y Norte de Santander, plantas que en su momento de construcción, hace más de 10 años fueron construidas con las mejores instalaciones e infraestructuras, (incluso algunas fueron categorizadas de suntuosas). Hoy la situación en la cual se encuentran es completamente diferente; la planta en Antioquia está cerrada, la de Norte de Santander trabaja por debajo del 10% de su capacidad; Sucre tiene altibajos grandísimos en donde no se aprovecha su capacidad instalada; Meta y Caldas son las más estables operacionalmente pero comercialmente están fuera de mercado. En resumidas cuentas, operacionalmente, las plantas en conjunto estarían trabajando a un 50% de su capacidad instalada, lo que genera deterioro e ineficiencia. Es decir, pérdidas de valor.
Financieramente, la compañía tiene pasivos por más de 70 mil millones y está apunto de ser liquidada. Esto a ojos de cualquier contador indica una situación grave desde el punto de vista financiero: más perdida de valor. Desde el punto de vista de caja, ante el cierre de flujos provenientes del FNG, Friogán afronta una iliquidez que aunada a la falta de generación de ingresos, está a punto quedarse sin con qué pagar nomina (similar situación al interior de FEDEGAN, ya que el FNG cubría la nomina de esta entidad). Si hoy quisiéramos poner a funcionar a su plena capacidad a Friogán necesitaríamos capital de trabajo. Hoy no lo tiene la compañía, no lo tiene FEDEGAN, no lo tenemos los ganaderos. Es una situación es grave, lo mejor es salir de algo que no está funcionando, así si sea un bien muy preciado para su dueño, que continuar perdiendo dinero y valor. Finalmente tener que vender muy barato.
Hoy aparece un comprador del las grandes ligas del mercado cárnico mundial: Minerva Foods, multinacional líder en el comercio de carnes, a la cual hasta hace pocos meses era un modelo a seguir por parte de Friogán. Pero hoy se ha satanizado como la compañía que atentará contra el patrimonio de la ganadería nacional. Muchos conocedores del campo colombiano consideramos a esta compañía como un agente de cambio y un generador de oportunidades y no como la amenaza para la producción cárnica colombiana, pero ese es otro debate que acá no lo haremos. La cuestión es que si una compañía como Minerva Foods o cualquier otra que esté interesada en comprar Friogán, lo primero que realizara será una valoración real y actual de la compañía, que generalmente es realizada por un tercero, quien determinará el valor real de la compañía de acuerdo a su situación financiera, comercial y operacional. Totalmente desligada de juicios de valor u opiniones poco objetivas direccionadas por pensamientos políticos.
En conclusión, hoy en día Friogán no está produciendo ganancias (solo perdidas), ni valor agregado a la ganadería Colombiana. La empresa es un claro reflejo de la desidia con la cual nuestra dirigencia ha utilizado palestras productivas para desarrollar sueños y expediciones políticas de la peor forma, desnaturalizando la razón de ser de los gremios productivos; sumiendo a la ganadería colombiana en un mar torrentoso de ineficiencias y falta de competitividad. Esperemos que esta crisis se convierta en la oportunidad para el punto de quiebre que nuestra ganadería lleva esperando por más de 50 años.
@mbonivento
