La educación colombiana ha sido sometida en los últimos 30 años a toda suerte de reformas y contrarreformas que la tienen convertida en un verdadero “frankenstein educativo”, en un servicio público esencial que no satisface a nadie y sacrifica a los pobres. Un verdadero fracaso nacional. Ahora se le quiere hacer un nuevo remiendo: ampliar la educación de 11 a 12 años. Crear el grado 12. Simular remediar en un año lo que no se ha podido hacer en once.
La educación media en particular ha vivido en una profunda y larga crisis, como lo analizó en 1985 el maestro Estanislao Zuleta de manera patética: “El bachillerato es la cosa más vaga, confusa y profusa de la educación colombiana. Es una ensalada extraordinaria de materias diversas (geografía, geometría, biología, "leyenda patria", etc.) que el estudiante consume durante seis años hasta que en el examen de Estado o del Icfes vomita todo y queda limpio. Por fortuna se libera de toda aquella pesada carga de información y confusión”. http://goo.gl/VZKUgy
“Paradójicamente, el bachillerato es una educación al mismo tiempo muy elemental y muy especializada. Lo que se enseña en matemáticas o en geografía es, por una parte, tan elemental, que cuando el estudiante termina sus estudios los conocimientos supuestamente adquiridos ya no le sirven para nada práctico en la vida, ni en sus actividades educativas posteriores, cuando no suele ocurrir que olvide todo lo visto.”
“Desde la primaria al estudiante se le educa en función de un examen, sin que la enseñanza y el saber le interesen o se relacionen con sus expectativas personales. Cuando termina los estudios, el individuo no sale a expresar sus inquietudes, sus tendencias o sus aspiraciones, sino a engancharse en un aparato o sistema burocrático que ya tiene su propio movimiento, y que le exige la realización de determinadas tareas o actividades sin preguntarle si está de acuerdo o no con los fines que se persiguen. En nuestro sistema educativo la gente adquiere la disciplina desgraciada de hacer lo que no le interesa; de competir por una nota, de estudiar por miedo a perder el año” http://goo.gl/DMucn6
La idea del grado 12 es de la ministra María Fernanda Campo, que aunque su fuerte no es la educación, realiza toda suerte de empeños y experimentos para dejar huella en el sector público, como lo hizo en el sector privado. La idea original es del Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) quienes la sustentaron, a manera de recomendación, en el informe ‘Evaluaciones de políticas nacionales de educación: la educación superior en Colombia’, presentado en enero del presente año. Cada vez que el omnipresente organismo internacional de crédito realiza una recomendación en materia educativa, es casi seguro que algo va ocurrir en nuestros jardines infantiles, en los colegios o en las universidades del sector público. El pánico y la zozobra cunden. http://goo.gl/f4BmEo
La ministra quiere poner en marcha el grado 12 argumentando que “el sistema educativo colombiano necesita aumentar en un año la escolaridad, “necesitamos que nuestros muchachos se gradúen más maduros” para que definan su futuro académico más claramente. “El estudiante podría necesitar otro nivel para definir por qué ruta se quiere ir, si por la de la educación profesional o quizás por un tema técnico o tecnológico, además tendría más posibilidades de insertarse en el mercado laboral si tiene más edad y está mejor preparado”, explicó. Los jóvenes a la edad que se están graduando actualmente no tienen la madurez suficiente para definir su proyecto de vida, ni tampoco tienen clara cuál es su vocación profesional, ni qué carrera estudiar.” http://goo.gl/f9XjxF
El promedio de edad de los bachilleres que hoy se gradúan es de 17 años y 5 meses. A escasos siete meses de adquirir la ciudadanía. En el pasado se decía lo mismo de los jóvenes “inmaduros” que se graduaban a los 20 o 21 años en la década de los 60 y los 70. Siempre nos lamentamos y lamentaremos de la inmadurez de los jóvenes.
La propuesta de crear el Grado 12 no es nada novedosa. Gustavo Petro la formuló como consigna electoral en su campaña a la Alcaldía. “Todavía no es una realidad, pero la Secretaría de Educación desde 2011 la viene implementando con programas técnicos y tecnológicos en 27 colegios y beneficia a 5.000 jóvenes, de los 100. 000 que terminan cada año”. http://goo.gl/nneU2
Desde hace más de una década, “17 colegios bilingües privados, con metodologías internacionales, han aplicado en Colombia la formación en ciclos de escuela secundaria media y alta, completando 12 o 13 años de estudios”. Las Escuelas Normales han ampliado el ciclo de formación a los grados 12 y 13 y tienen convenios con instituciones de educación superior para que los egresados puedan culminar su formación profesional universitaria.
En materia educativa, como en muchos otros campos, el Estado colombiano ha preferido las acciones remediales antes que las reformas estructurales de fondo. Preferimos curar con vendas las lacras antes que prevenirlas. La iniciativa de ampliar el bachillerato a 12 años, al igual aumentar la jornada escolar en el sector público a ocho horas diarias, no escapan a esta tradición. Llevamos medio siglo paliando la crisis, conviviendo con ella y postergando la gran reforma de la educación.
En los años 60 se redujo la jornada escolar a la mitad. Se dijo que era una medida transitoria para incorporar a todos los niños a la escuela. Lo transitorio se convirtió en permanente. Hoy los niños pobres van cinco horas a la escuela, los otros van ocho horas en jornada completa.
Posteriormente se nos dijo que el problema de la educación era la falta de una Ley General. Milagrosamente Fecode y el gobierno se pusieron de acuerdo en una Ley General, que en sus fines, propósitos y alcances envidiaría cualquier país. Pero al poco tiempo de su expedición se fueron introduciendo modificaciones que hicieron nugatorios, letra muerta, sus nobles propósitos. La ley no produjo transformaciones estructurales significativas. El bachillerato y la educación media siguieron igual.http://goo.gl/IeE6sE
La administración de César Gaviria consideró que el problema de la educación era la mala gestión y administración de los colegios públicos y decidió que el sector privado, con sus métodos y modelos de organización, podría hacerlo mejor. Se les contrató para que prestaran el servicio público educativo. Tres décadas después los problemas de la calidad y pertinencia siguen latentes. Los pobres resultados de Colombia en las pruebas internaciones lo han evidenciado en toda su crudeza. http://goo.gl/IeE6sE
A finales de los años 90, ante el desolador panorama de la deserción escolar, se estableció la llamada promoción automática, con la cual se pretendía que solo un mínimo porcentaje de niños perdiera el año y la casi totalidad permaneciera en el sistema, así fuera cultivando su ignorancia. Los resultados de su aplicación fueron devastadores sobre la calidad, a tal punto que el gobierno decidió eliminarla. Hoy el número de niños que repiten el año y los que desertan del sistema escolar ha vuelto a dispararse, y los maestros no se cansan de lamentar su impotencia.
Un año más de educación secundaria sin establecer claramente que es lo que se quiere, sin una profunda transformación de la totalidad del sistema educativo, puede terminar en otra acción remedial demasiado costosa para el Estado, para las familias y para los estudiantes, y con muy pobres resultados. El grado 12 puede terminar convertido en “un año más de lo mismo y para lo mismo”, en un pobre preuniversitario, un añadido tipo tugurio, en una carga onerosa para las familias, una talanquera más para el acceso a la universidad o al empleo productivo de los pobres de siempre, cuyo único resultado estadístico sería encubrir las cifras del desempleo real del país, al retener a miles de jóvenes un año para que no presionen el mercado laboral.
El país reclama más y mejor educación para todos, no simplemente un año más de lo mismo, “un remiendo de paño nuevo en un traje raído".