La historia, ese campo de estudio que coloca en la inmortalidad a unos y en el olvido a otros, debe ser revaluada de vez en cuando, y más cuando se generan muchas dudas sobre algunos personajes no tan claros. La que conocemos nosotros nos dice que Bolívar nos liberó, pero en ningún momento se le da el crédito que se merece a su mentor: Francisco de Miranda. El general Miranda para algunos fue un traidor, el hombre que se arrodilló con un armisticio ante el imperio español, cuando en realidad solamente fue víctima de una traición, la cual lo llevó a pasar sus últimos años en una mazmorra en Cádiz. Hoy debemos decir que gracias a su trabajo, fundando logias que iniciaron a muchos independentistas, Bolívar pudo sacar adelante un proyecto insurgente que lo deja como héroe y figura máxima de una causa de muchos.
Como los historiadores, de cuando en cando, se muestran mojigatos, es necesario que se diga que hoy se replantea la idea de si Bolívar fue el gran prócer que la historia narra y comenta tanto, hasta el punto de llegar a proclamar en textos y obras literarias un culto de su personalidad. ¡Vamos, por favor, nos le dé mido! Digan que de Bolívar tenía sus cosas malas, que se aprovechaba de la valentía de otros, y sus ideales eran los de un hombre al que él entregó en la Guaira, Venezuela. Sí, amigo lector, el llamado libertador traicionó a Miranda, lo entregó a los españoles y luego se llevó los créditos de algo que ni siquiera el inicio. Algunos dicen que lo único que deseaba con la gesta libertadora era recuperar las riquezas que había perdido por mala cabeza.
Miranda desde Londres, habiendo antes participado de las revoluciones más importantes del mundo moderno, se encargó de iniciar en la masonería a muchos jóvenes que compartían su ideal, edificó un plan para sacar a España de estos lares del mundo. Muchos historiadores lo ven como un soldado del imperio británico, un conspirador, un simple mercenario, pero lo cierto es que no es gratuito que los hombres que llegaron a verlo hayan logrado independizar al sur del continente americano. Usted, amigo lector, podrá sacar sus propias conclusiones, revolver la historia a su antojo, para finalmente encontrar lo mismo que he descubierto yo: durante mucho tiempo se ha olvidado al hombre que realmente gestó nuestra independencia.
De Bolívar se dice mucho, pero ojalá se precisara lo que verdaderamente era: un hombre que supo aprovechar las circunstancias de su época para hacerse dueño de una causa. Es tarea de los historiadores decirle al mundo cuál era su verdadero proceder, porque tarde o temprano, y más en una época en donde la información es patrimonio de todos, se descubrirá al verdadero Bolívar: ese criollo que podía tranzar con cualquiera a fin de sacar a delante sus propios proyectos.