Mañana domingo, 6 de mayo, se define la contienda electoral presidencial entre Marine Le Pen, quien hasta poco hacía parte del Frente nacional y Emanuel Macron, de En Marcha. Son muchos los análisis que se han hecho, pero me parece que no van al fondo de una visión de clase. Me explico: ¿qué diferencia esencial puede haber entre el “liberal” Macron y la ultraderechista Le Pen? Claro que las hay, dirán algunos, aduciendo matices y posturas diferentes frente a la Unión Europea, frente a la inmigración, y frente a los métodos de lucha contra el terrorismo del Estado Islámico.
Esto no quiere decir que frente al neoliberalismo rampante que recorre como un “fantasma” a Europa y al mundo, haya una diferencia significativa entre los dos candidatos. Ambos van a aplicar las recetas del imperialismo norteamericano a través del Fondo Monetario Internacional, privatizando los servicios públicos, precarizando el salario y las pensiones y en general, descargando el peso de la crisis en los hombros de la clase trabajadora, mientras los grandes conglomerados banqueros se quedan con las ganancias exorbitantes y el pueblo raso sufre la miseria y el desempleo.
Es por eso que uno de los dirigentes obreros manifestó que ya estaban hartos de tanto engaño, por lo cual se iban a abstener, ya que no obstante el peligro del fascismo, la xenofobia y el racismo de Le Pen, el candidato Macron no ofrecía garantías para la clase trabajadora, como que es un fiel representante del establecimiento financiero y mediático de los multimillonarios franceses.
En estas circunstancias políticas, a la izquierda democrática y progresista de Mélechon, quien tuvo unos resultados muy significativos habida cuenta de la desigualdad mediática. No le queda sino abstenerse y prepararse con renovado esfuerzo para las elecciones locales de junio entrante, porque, repito, como decía el representante obrero, ya están hartos con el engaño a que los llevan los menos malos del paseo.
Entre otras casas, estas elecciones están mostrando la profunda crisis que corroe las tendencias progresistas. Es, para no darle más vueltas al asunto, el ciclo de la profunda crisis de la democracia que se nos viene encima. Mejor dicho: sálvese quien pueda en el escenario de la “democracia” neoliberal.
