El que haya países poderosos como Francia que sigan dándole el espaldarazo al proceso de paz en Colombia es muy importante y es una muestra para mandar bien lejos esos pensamientos de que si no contamos con el apoyo de Estados Unidos no podemos contar con nadie más. La credibilidad de los Estados Unidos relacionado con las actuaciones en el protocolo de Kyoto y el acuerdo de París deja mucho que desear, pues cuando un gobierno firma un acuerdo lo hace por un país. Está claro que Estados Unidos no honró la palabra empeñada.
Lo que sí es cierto es que ya pasó la escenografía, el show, la música, la rumba, la fiesta y ya no podemos especular; por lo tanto, se debe poner en pie la agenda de este acuerdo bilateral y buscar un análisis más profundo de esta experiencia internacional. Ahora sí vamos a ver qué se hace con esta agenda en materia de comercio, seguridad, turismo, educación y apoyo para el posconflicto.
Si hacemos una comparación en perspectiva histórica, ambos países están unidos por unas relaciones históricas significativas. Francia tiene una presencia económica importante en Colombia y aunque Francia no es el primer inversor en el país, sí es el primer empleador extranjero en Colombia. Cuenta con más de 110 filiales presentes, vinculadas en áreas como telecomunicaciones, transporte, banca, comercio y bienes.
Históricamente Francia siempre ha mostrado interés por Colombia, entre 2004 y 2013 se posicionó como el cuarto mayor inversionista europeo en Colombia, a pesar de la inseguridad que generaba el conflicto armado para los inversionistas. Francia es un país que ha creído en Colombia y ha invertido en sectores como comercio, industria y financiero.
Sabemos que Colombia no ha sido patio que atraiga al inversionista extranjero, factores como la violencia, el terrorismo, la inestabilidad legislativa, la xenofobia, entre otros, llevaban a que ningún inversionista viera con buenos ojos montar su centro de operaciones en este país y ver que un país como Francia le apueste a Colombia desde hace muchos años representa algo muy representativo y valioso.
Esa transacción gana–gana pactada en el acuerdo bilateral con Francia tiene como único objetivo potenciar y abrir nuevos ámbitos de cooperación. En ese orden de ideas, Colombia estará presente en Francia este segundo semestre de 2017 en las llamadas temporadas cruzadas, conocidas y llamadas así como una estrategia de la política de relaciones exteriores del país francés. El objetivo de Francia es elegir un país cada año con el que ellos quieren fortalecer sus relaciones exteriores y bilaterales, en temas relacionados con la cultura, turismo, educación y comercio. La otra nación escogida por ellos tiene también la oportunidad de dar a conocer su oferta en tierras francesas.
Es así que Colombia ofrecerá en tierras francesas una variedad de eventos como: Colombia actúa, Colombia expone, Colombia actualiza, Colombia dialoga, Colombia innova, entre otros.
Colofón:
Este acuerdo bilateral con Francia nos enseña que hay que ensayar otras vías, la historia nos indica que con los Estados Unidos no podemos hacer cuentas de la lechera y menos con Donald Trump de presidente, a quien le importa muy poco lo firmado y acordado por la administración de Barack Obama, para él lo firmado es solo letra muerta, quimera y papel mojado.
Así como se estableció con Francia un acuerdo bilateral donde hay una relación directa, concreta y concertada, se debe también tocar las puertas en otros países; que bueno sería que el próximo país fuera verbigracia Alemania, para que se siga generando esa transacción gana – gana y sea un camino para el desarrollo de la inversión extranjera en el país, todas estas experiencias internacionales son un buen laboratorio para extraer lecciones significativas, teniendo en cuenta los cambios muy favorables en el contexto del país relacionado con el conflicto armado, todo lo anterior ha generando seguridad a los inversionistas extranjeros.
