El pasado 16 de febrero, procedente de la ciudad de Pereira, Risaralda, llegó a mis manos la primera edición de Fragmentos. Revista Cultural (febrero 2022, n.° 1) —como reza arriba en la portada—. Cuando recibí el paquete, que contenía once ejemplares, ante mis ojos apareció un fondo de color negro con una imagen muy sencilla en el centro, como un bastón, y que no identifiqué de momento, pues para entender qué era lo que significaba lo allí impreso, el mismo Carlos Mauricio Hermida me tuvo que explicar: “es la ‘F’ de Fragmentos —y agregó—: le puse este nombre, porque la vida es eso: retazos, fragmentos de todo”.
El contenido
Al ojear ligeramente sus páginas, me detuve en la número 16. Me gustó la imagen del entrevistado: Miguel Alberto González González. Al ver esa foto que acompaña la publicación, quise saber más y me quedé ahí. Esa mirada del señor González… es como si estuviera contemplando el humo que sale de la pipa que sujeta con los labios y en el otro extremo por dos de sus dedos; él, posiblemente, solo está pensando una respuesta acorde con la experiencia como filósofo, escritor, pintor y docente, para darle solución a una pregunta sobre lo difícil de algunas de estas actividades.
Dice, entre otras cosas: “[…] la presencia humana, los fenómenos espaciales temporales los registramos casi a modo de fotografía, no obstante, están las corrientes o escuelas pictóricas que nos influyen, desde el barroco, realismo, naturalismo, expresionismo, impresionismo, flauvismo (sic), naif, dadaísmo, surrealismo, hiperrealismo, futurismo, minimalismo, abstraccionismo o arte pop, […]” —varias palabras nuevas para mí, algo que siempre valoro— y tener eso en su mente como si estuviera leyendo un documento, es tan impresionante que pensé: “Bravo ese conocimiento”. Uno quiere explorar más sobre este personaje, al que nunca había tenido oportunidad de leer.
Pero volvamos al principio.
Al recibir el paquete, ahí mismo lo abrí y, como mi amigo Didier Giraldo estaba a mi lado, aproveché para darle un ejemplar de la publicación. Él, apenas lo recibió, inmediatamente pasó las páginas y parecía ventilarse el rostro como si espantara un calor que en ese instante no existía —pero así somos los que nos gusta leer, saborear el papel, y esto empieza por olerlo—.
Luego la ojeó más detalladamente y dijo: “Desde el punto de vista del diseño, de la imagen y de la presentación, la revista tiene un aspecto como de los años ochenta. De pronto también esa es precisamente la intención de ellos [los editores], no sé […], pero es muy subjetivo lo que digo”.
Como mi amigo es docente de Artística, días después lo contacté para que me diera su impresión sobre Fragmentos: “Desde el contenido me gustó bastante. Me parece un esfuerzo muy interesante para nutrir esta sociedad superflua con textos y contenidos de mayor profundidad y calidad”, me contestó este catedrático que a la vez ejerce su profesión como músico, un tema que también se aborda en la revista, con entrevistas muy bien logradas.
Con esta respuesta, pensé que las veintiocho páginas que contiene la publicación merecían un análisis más detallado de mi parte, entonces un día cualquiera serví un café a las 3:30 de la madrugada; ya no solo leía, sino que subrayaba frases para hacer una crítica más precisa sobre Fragmentos, que se lo merece.
Aunque Carlos Mauricio dice que le ayudaron unos profesores en la revisión de los escritos, yo ya tenía algunas anotaciones de errores gramaticales y se lo había expuesto personalmente —que tampoco le quita méritos al trabajo—, pues eso también tiene que ver con la “quijotada”: atreverse a publicar textos sin un proceso riguroso de edición, pero sí con una muy buena narrativa y excelente ilustración. A la vez son respuestas a entrevistas —entre otros géneros— que son fuente de aprendizaje para los que escribimos, pues para mí, lectura que no me traiga alguna enseñanza, la abandono sin misericordia.
Este número de Fragmentos empieza abordando el cine independiente, luego trata temas musicales con bandas de su región. Enseguida toca la poesía, y habla del legado artístico con el trabajo que hizo en vida el poeta Giovanny Gómez, a quien resaltan y le hacen homenaje por un evento que quedó en la memoria de la juventud pereirana: “[…] su Festival de poesía Luna de locos” y “vive en la chica que pintaba los murales para el día del recital y que luego se tomaba fotos orgullosa al lado de sus compañeros […]. También vive en los maestros a los que seguramente en una mañana triste les llegaba el verso para abrazar sus soledades”; como se lee en unos apartes de la página 10.
Además de la entrevista al señor Miguel Alberto —que fue lo primero que leí— que llamó tanto mi atención y me dejó algunas preguntas que solucioné —en parte— poniendo su nombre en Google, esta revista también alimentó mi cerebro en otros asuntos, como los tratados en las páginas 22 a 25, donde David Monroy cuenta que estaba dedicado a la fotografía en eventos musicales, pero por azar del destino terminó registrando imágenes de aves y se dedicó al avistamiento de estas. En la entrevista nos da a conocer algo sobre el tema mostrándonos la riqueza de la avifauna en esta zona del país —Pereira— desconocida para muchos.
Pero, como si todo lo anterior fuera poca cosa, devolviéndonos a la página 21, hay un texto profundo, de tan solo dos pequeños párrafos —claro, las ilustraciones ya dicen bastante— que no contiene ni doscientas palabras, en el que nos muestra la vida de un estudiante de cuarto semestre de “una ingeniería” —así lo cuenta él—, que luego rodó por el país con la compañía de una guitarra, pero hoy se dedica al rebusque en las calles de la capital risaraldense como malabarista, o el arte llamado “funambulismo con aros”.
En este escrito, sin necesidad de ser panfletario y en apenas dos párrafos, la editorial de la revista nos está mostrando hasta dónde puede llegar la desidia humana, pasando por todo lo que se atreve a hacer el pueblo para sobrevivir, pero eso sí, haciéndolo con dignidad, como nos hacen ver en un aparte de este corto y singular escrito: “Hey, espera, no andes con tanto afán. Disfruta este momento […]. Si me encuentras haciendo mi trabajo, no me tires tu vehículo. […]. Si no tienes dinero, no pasa nada…”.
Como dice la última frase de esta página 21: “Nos vemos en el próximo parpadeo del semáforo”, también esperamos ver la segunda edición de la revista, para disfrutarla como la primera, porque pronostico que Fragmentos no será una revista más.