A pesar de que en los medios de comunicación los ministros se muestren con una confianza casi apacible respecto al rumbo económico del país, la cruda y real verdad es que a Colombia le espera una gran devaluación de su moneda, caída en las exportaciones y posiblemente una recesión económica de magnitudes impensables, esto si nuestros gobernantes no asumen y aceptan pronto que no somos un territorio de alta producción petrolífera y que, de no dejar de depender nuestros más valiosos activos a la extracción de hidrocarburos, el país se quedará en quiebra.
A muchos puede sonar una total locura que Colombia, que hasta ahora ha tenido una posición económica aceptable, le espere un futuro tan incierto económicamente como el de Venezuela, pero si nos ponemos a analizar los montajes que el gobierno ha montado para disimular la vertiginosa línea de crisis monetaria que estamos a punto de cruzar podemos evidenciar que estamos ante un evento nunca antes visto y que nuestros dirigentes ya han empezado a tomar medidas desesperadas para intentar sobrellevar dichas consecuencias y mantener a flote esta descuidada y mal administrada economía.
Uno de los primeros indicadores de la crisis que se avecina es el aumento en la deuda externa, los constantes préstamos con la banca mundial son un claro indicio de cómo los recursos activos del país no son suficientes para mantener estable la valorización de Colombia en el mundo, más aún cuando por medio de la corrupción tenemos una fuga de recursos enorme.
Otro de los indicadores es la venta de empresas y acciones colombianas a multinacionales extranjeras, todos hemos visto un aumento en la tendencia de venta de grandes cantidades de acciones o participaciones altísimas en empresas de nuestro país, EPM, ISA, Colpatria, Bavaria, Éxito entre otras marcas han sido adquiridas en su totalidad o en su mayoría por grupos extranjeros en los últimos 15 años, una clara muestra de la inestabilidad económica del país.
Además de esto la devaluación del peso, la caída del precio del café y los hidrocarburos, los bajos niveles de exportación y la crisis industrial y empresarial local se muestran como el panorama perfecto, con las condiciones precisas para una recesión económica, teniendo en cuenta además las condiciones globales, la guerra comercial entre China y EE. UU. y la disminución comercial que se avecina, Colombia quedaría muy mal parada.
Ante una situación como esta, era de esperarse que aquel discurso medio ambiental del candidato Duque, quien se mostraba totalmente opuesto al fracking, resultara siendo una más de sus desfachateces y que al tomar las riendas del país lo permita, al no tener la capacidad suficiente de crear proyectos que logren que el agro y la industria colombiana sean escalables y comerciables con un mayor nivel, no queda nada más sencillo que romper el subsuelo en la búsqueda de un mineral que mantenga a flote los salarios de la corrupción, a pesar de que esto le cueste al mundo uno de sus ecosistemas más biodiversos.
Colombia es un país infinitamente rico pero que lastimosamente ha sido gobernado cuatrienio tras cuatrienio por unos gobernantes corruptos, ineptos y vagos, que han buscado la forma más sencilla de obtener recursos y que al final van a dejarnos en una profunda crisis económica donde nadie, ni ricos ni pobres, saldrán bien librados.