En momentos en que el proceso constituyente venezolano ha despegado con toda su potencia y que medidas trascendentales se han tomado por dicho cuerpo político, los enemigos internos y globales han activado nuevos repertorios de violencia y destrucción contra el pueblo de Bolívar.
En efecto en la madrugada del domingo 6 de agosto se dio una asonada terrorista de tipo paramilitar en contra de la 41 Brigada Blindada del Ejército Bolivariano, ubicada en Valencia, Carabobo, caracterizado así por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Dicha asonada paramilitar fue realizada por una banda de delincuentes civiles portando prendas militares y un primer Teniente en situación de deserción. Fueron detenidos ocho de los atacantes.
Quien dirigió la maniobra paramilitar fue el exoficial de la GNB Juan Carlos Caguaripano, quien en 2014 se presentó públicamente a favor del plan insurreccional llamado "La Salida" (desde los estudios de CNN) y además estuvo comprometido en una trama golpista contra el presidente Nicolás Maduro, por lo que fue requerido por la justicia venezolana.
Este plan levó por nombre "Operación David", donde se usaron armas de fuego y explosivos suministrados por el prófugo Caguaripano,
Las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) confirmó que se presentó un saqueo en su arsenal de armas en el Fuerte Paramacay durante los eventos.
Hubo dos muertos por parte de los mercenarios, luego de que el herido retenido muriera en el hospital.
La operación paramilitar fue anulada con éxito en pocas horas. Así lo confirmó el Comandante del Ejército Jesús Suárez Chourio, jefe de la REDI Central, desde Paramacay.
El ataque disfrazado con falsas banderas (pues intentó simular un "alzamiento militar"), no solo ha servido para que la red mediática transnacional imponga una narrativa con coordenadas simbólicas similares a la de "los rebeldes sirios o libios" (fachadas mercenarias de Al Qaeda y el Estado Islámico que han destruido a estas dos naciones), al mismo tiempo legitima y aumenta el alcance político del hecho colocándolo como una respuesta, casi espontánea y sobre todo "razonable", a la Constituyente comunal bolivariana.
Por ende la red mediática internacional ha insistido en blanquear la información alegando que hubo una "rebelión militar", otorgándole respaldo y promoción.
La intervención más sobresaliente hasta el momento vino del senador estadounidense Marco Rubio, quien alabó el ataque a la base militar e incluso respondió al Constituyente Diosdado Cabello, a quien compara con Pablo Escobar, luego de que éste lo acusara de apoyar a los terroristas venezolanos.
Es el mismo Rubio quien ha pedido y prometido mayor financiamiento a la facción de la oposición armada en el marco de las acciones violentas contra el Gobierno Bolivariano, y es partidario de una agresiva política de sanciones estadounidenses contra Venezuela.
Las asonadas contra instalaciones militares en Venezuela vienen siendo utilizadas como táctica armada y de terror por parte del antichavismo armado.
No es la primera vez que sucede una acción de este tipo: anteriormente se han registrado ataques armados contra la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda (La Carlota) y alcabalas de Fuerte Tiuna en Caracas.
La "Operación David" surge así en un momento en el que la ultraderechista oposición venezolana pierde cada vez mayor capacidad de movilización en la calle y fuerza política por las primeras decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente, siendo superada por la vanguardia violenta y armada que ha realizado no sólo ataques contra bases militares, sino también contra hospitales, escuelas y sedes institucionales y gubernamentales.
Varios analistas internacionales y centros de pensamiento conectados con los núcleos de poder hegemónicos de Estados Unidos y Europa, como el International Crisis Group y David Smilde (columnista del New York Times) han venido dándole forma y legitimidad a un eventual conflicto armado gestionado por actores locales y externos a Venezuela, sumamente interesados en la destrucción de la nación como ruta sumaria para el saqueo de las corporaciones petroleras.
Smilde escribió recientemente que con la presencia de un gobierno paralelo de la MUD, la oposición venezolana recibiría financiamiento externo directo, específicamente de EE.UU., para ser beneficiaria de armas.
Por otro lado, el analista Phil Gunson de Crisis Group escribió que el ala radical de la oposición está frustrada porque la "lucha pacífica" no da resultados y "podría optar por la vía armada" para derrocar al chavismo del poder.
Lo que habla de un anunciado blanqueo desde medios y organizaciones con bastante influencia en el espectro internacional de la violencia hecha por la oposición.
La almendra de la "Operación David" consiste en imponer una idea de ingobernabilidad y fractura en el estamento militar venezolano, para saldar por esa vía los fracasos del antichavismo y del gobierno estadounidense que esperaban quebrar la unión cívico-militar.
CNN en Español ha utilizado esta operación armada para proyectar un nuevo ciclo de violencia en las calles de Venezuela.
A la luz del ataque armado de Oscar Pérez sobre la sedes del TSJ y el Ministerio de Interior, Justicia y Paz en Caracas, y la violencia armada en Estados andinos, fronterizos con Colombia, el pasado 30 de julio (día de la elección constituyente), el conflicto parece que marca una deriva hacia la creación, entrenamiento y financiación de grupos mercenarios cada vez más profesionalizados en aplicar tácticas de sabotaje y guerra social contra el país, negando cualquier vía de resolución política del conflicto y abriendo las puertas para legitimar, local e internacionalmente, liderazgos políticos armados. Plan que en su momento fue ejecutado en Siria y Libia para promover intervenciones militares de EE.UU. y la OTAN.
Este atentado en Valencia tiene un precedente importante de reseñar: desde antes del 30 de julio, EEUU asedia a Venezuela a diario a través de comunicados y chantajes a sus "aliados", presionando por una salida violenta al conflicto venezolano.
En ese marco la beligerancia del gobierno de Juan Manuel Santos también debe observarse sin ingenuidad, ya que Colombia es un enorme mercado de armas y mercenarios del cual pueden echar mano para amplificar operaciones similares en suelo venezolano.
Rex Tillerson, secretario de Estado y ex CEO de ExxonMobil, afirmó el 3 de agosto que "había que generar las condiciones para retornar a Venezuela a su Constitución", dejando entrever que todas las medidas de fuerza (incluyendo la guerra sucia por parte de un ejército privado transnacional) están sobre la mesa para derrocar al chavismo del poder. El ataque al Fuerte Paramacay confirma que esa estrategia armada está caminando, con financiamiento y respaldo internacional, sobrepasando a los actores políticos locales de la oposición e imponiendo la vía del conflicto armado como única ruta para prolongar el asedio contra el país.
Por lo pronto este putsch de Paramacay ha fracasado pero la intervención de Estados Unidos no se detendrá. Venezuela está siendo conducida a una prolongada batalla política. El país se encamina hacia conflictos mayores implicado otros países de la región donde seguramente se reactivara el lado violento y armado de los conflictos sociales.
