'Foto Memoria Viva', el proyecto que busca recuperar la memoria de Florida, Valle

'Foto Memoria Viva', el proyecto que busca recuperar la memoria de Florida, Valle

A través de los álbumes familiares, este colectivo se empeña en contar la historia del municipio y de sus gentes. Una mirada a su labor

Por: John Jairo León Muñoz
enero 12, 2021
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'Foto Memoria Viva', el proyecto que busca recuperar la memoria de Florida, Valle

Existió alguna vez en las casas el álbum familiar, allí reposaban las fotos que traía el fotógrafo del pueblo que había documentado el bautizo, la primera comunión, la graduación, el baile en la semana cultural de las escuelas. O la foto tomada con las cámaras caseras de rollos y que tardaba una semana en ser revelado el material. En casa se construía ese primer libro con imágenes de papel que evidenciaban el crecimiento de cada uno de los miembros de la familia. El álbum un libro hecho con diferentes personajes (vecinos y familiares y desconocidos) y al que se recurría para mostrar a algún pariente o vecino que de vez en cuando visitaba la casa. Entonces observando los cambios en los tiempos de los personajes y la transformación de los espacios llegaba la risa al ver las fotos, muchas veces la carcajada al evidenciar que esos personajes alguna vez usaron el cabello largo y con enormes patillas o fueron regordetes o extremadamente flacos o vestían camisas coloridas y pantalones con bota campana. Otras veces aparecía la nostalgia, se veía cómo el asfalto iba ganando terreno y eliminando al verde que abundaba en Florida en palos de mangos, de limones y aguacates y al que también fue desplazando el verde que posicionó la caña. Sin ese álbum hubiese sido difícil recordar con exactitud las personas que estuvieron en la primera comunión, el rostro lozano de los padrinos de confirmación, la pañoleta de moda amarrada en la cabeza de alguna madre o las gafas Rayban del padre que cargaba a su hijo en el bautizo. El álbum como un espacio para recordar de dónde venimos, lo que fuimos, construirle una imagen a la abuela que murió antes de que alguno naciera.

Las fotos son memoria, una memoria que cada que se mira vuelve en el observador el recuerdo de un instante que parecía olvidado, se conmemora la vida y, muchas veces si se observa esa fotografía con otros u otras de sus protagonistas vienen distintas historias desde lo que vivió cada uno, lo que recuerda. Solo que esa memoria hoy ya está en álbumes virtuales, se mide en gigas y teras y, se comparte en pantallas pequeñas y muchas veces se borra o se pierde en la memoria del teléfono o en el Google Drive o en lo infinito que puede ser Facebook o Instagram. A esa clase de fotografía Foncuberta la define en su texto La furia de las imágenes como la postfotografía, es decir la fotografía que nace de la interacción social-digital y la que es derivada de la multiculturalidad; además es la saturación visual que abruma. Por lo tanto, es una memoria susceptible de ser borrada. Aunque toda memoria es susceptible de ser borrada o tergiversada. ¿Aunque toda historia es la tergiversación de un hecho? ¿Toda historia cuenta el punto de vista de uno, de unos, y omite esos otres que tienen tanto que decir?

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Foto Memoria es un colectivo que trabaja en Florida, Valle, que se ha empeñado en contar la historia de Florida, la historia que está detrás del relato que evoca una fotografía en blanco y negro o sepia tomada quizás en un cumpleaños en 1960. O en un encuentro entre amigas que acaban de jugar un partido de basquetbol. O en el encuentro familiar de un típico paseo en el río donde se cocinó un sancocho, el llamado sancocho de olla.  O esa historia que se devela en las conversaciones de los abuelos, en las tradiciones que viajan de generación en generación y, que al ser narradas van formando imágenes en quienes las escuchan y se va formando la construcción de un pasado, que casi siempre en los libros que nos leen y sirven de base para enseñar historia en los colegios cuenta un solo punto de vista y se pierde la sociedad de conocer las otras miradas de los hechos. Es así como nos quedamos con el punto de vista de un hecho y nos perdemos el matiz por donde circulan varios protagonistas.

La academia se empeña en contar una historia y de repetirla una y otra vez, que la historia del feudalismo, que la del colonialismo, que la independencia, que el Bogotazo, que Policarpa, que la batalla del Pantano de Vargas y se omite por ejemplo una historia más cercana, sin decir que las generalidades de la historia no importen. Por ejemplo, ¿qué tanto conocemos de la historia de las plazas de mercado de los pueblos?, ¿cómo llega el cine a Florida?, ¿qué género cinematográfico se presentaba y predominaba en la sala de cine de los pueblos antes que se convirtiera ese espacio en un centro comercial?, ¿se puede construir una historia de la comunidad LGBTI en el pueblo? La historia de los pueblos es una historia más reciente por contar, la que ha quedado en el olvido, por eso el proyecto de Foto Memoria es tan vital, pues a través de él y de su metodología podría encontrar temas de interés que sigan vinculando a la comunidad y contar la historia del travestismo en el pueblo, de los oficios que todavía resisten como el de zapatero, el talabartero, el embolador, el fotógrafo de la plaza principal, el vendedor y cultivador de verduras, etc.

Bajo esta óptica de la historia, la de contar una historia desde la particularidad, esa que es tan basta y la que falta por narrar, una historia que para algunos no está dentro de ese concepto que define los hechos históricos desde lo general como “manifestaciones de la vida de los individuos y de las sociedades que seleccionan entre otras pertenecientes a menudo a la misma categoría, por sus nexos de causa a efecto y por su acción en el contexto de totalidades mayores” como la define Shaff, sino que es una historia más viva, no desde las totalidades y universalidades, sino desde las particularidades, pues evocan recuerdos, emociones a grupos pequeños, ponen nostálgico el tiempo confinado de estos días y trae al presente un pasado que se creía olvidado.

Foto Memoria lanzó el primer documental titulado ILA [1] días de revolución el pasado 20 de diciembre en el restaurante bar Mozaiko, un lugar que se ha posicionado dentro de los floridanos como un espacio que patrocina el arte, le da cabida a la literatura, al cine, al teatro, a la poesía, a la música, cubriendo un vacío que debería rellenar y liderar la administración municipal y la casa de la cultura, organismos invisibles frente a las voces del arte y su papel en la construcción de una memoria y una identidad cambiante. Mozaiko, guardadas las proporciones, puede estar construyendo su historia como alguna vez lo hizo la Cueva, ese restaurante barranquillero que fue el centro de la intelectualidad y un eje que articulaba las manifestaciones artísticas.

ILA días de Revolución

El proyecto que da como resultado el documental Ila días de revolución es coordinado por Fabián Araujo Paz[2] y Lucy Castro, a él también se han integrado de una forma comprometida Abril Campo, Luisa Fernanda, Awa Morr y Diego Lugo. Es un grupo en su mayoría de historiadores de Univalle que mezcla los distintos saberes de cada uno de sus integrantes para narrar desde la memoria oral, desde la fotografía una historia viva, generando productos fotográficos y audiovisuales que permitan construir memoria. El proyecto nace del interés y la terquedad de Lucy Castro y Fabián Araujo quienes frente a la falta de presupuesto municipal hicieron posible esta idea para poder ejecutarla y producirla y así fueron construyendo presupuesto de puerta en puerta, de negativa en negativa, hasta que hubo interesados e interesadas que le apostaron a esta memoria viva.

El documental en su narrativa se cuenta desde distintas voces procurando un dinamismo que evoca el trabajo de la chilena Lizeth Orozco, con su documental El Pacto de Adriana que viene siendo esa nueva ola del documental latinoamericano que se cuenta desde el yo, y desde allí construye un relato donde muchas veces el realizador no es un personaje secundario en lo que se documenta, sino que es el protagonista y que va armando ese hilo conductor a través de lo que ha oído, del archivo que observa en las fotografías y de la memoria oral que va fortaleciendo el relato. En Ila días de revolución, el yo esta integrado a la pluralidad de un colectivo (un grupo de basquetbolistas) que actúan desde el yo y que después de cuarenta y cinco años se encuentra a jugar un partido, a vestir el uniforme que alguna vez usaron. Desde la memoria de sus Días azules, como diría Vallejo para recordar la juventud, van evocando mientras observan las fotografías de los años sesenta y sale a la luz esa intelectualidad orgánica que se va armando entre historiadores y protagonistas de los hechos y así aparece la historia de la pedreada que se vivió en la época en el ILA (Instituto las Américas) y que a través de fotografías y relatos orales de los protagonistas de esos hechos documentan un pasado del que no hablaban los libros. Un pasado olvidado.

Sinopsis del documental

“Década de 1960. El mundo se encontraba convulsionado: en Europa crecían las protestas estudiantiles y en Latinoamérica, el fervor de la Revolución Cubana calentaba los efectos de la Guerra Fría. Mientras tanto, Colombia se sumía en el impredecible clima político del Frente Nacional, entre azules y rojos. Tras este telón de fondo, bajo las montañas del Valle del Cauca, y cercado por las plantaciones de caña de los ingenios, Florida, que viviría durante estas décadas un hecho histórico. A finales de esta década, y bajo la creciente demanda de un espacio para educar a un gran número de jóvenes que querían continuar con sus estudios de bachillerato, empiezan a impartir clases en la iglesia nueva. Meses después, y debido al elevado número de estudiantes, surge la primera sede del emblemático Instituto Las Américas, siendo estos los inicios de la educación formal en Florida, pues antes, los y las jóvenes debían hacer largos viajes a otros municipios, o la capital, Cali, para poder culminar sus estudios. Pero pronto, la precariedad de las instalaciones desencadenaría una huelga que iba a marcar un antes y un después en aquel pequeño municipio” [3] .

Importante esta clase de proyectos. ¿Para qué la memoria? La memoria para saber quién es ese uno, de dónde viene ese uno. Para evidenciar a través de los testimonios y de los archivos orales que hubo alguien que rompió el jarrón de la sala a los siete años y ese golpe es el origen de la cicatriz. Tal vez entendiendo el origen de las cicatrices se puede contribuir a la construcción de identidad.

[1] ILA (Instituto Las Américas)

[2] Florida, en la tarea de recuperar su memoria histórica

[3] Publicación de Fotomemoriaviva en Facebook.

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