En medio de cualquier crisis, o de las circunstancias adversas que suelen atravesarse, coexisten situaciones que no son tan notorias, y de las que generalmente no se ocupan los medios, pero que, "escondidas debajo de los calzones ", también producen un dolor particular.
Los perjuicios generados a causa de la escombrosa situación del estadio Guillermo Plazas Alcíd de Neiva han sido numerosos. La problemática suscitada a causa del desplome de unas capas de concreto en las tribunas que se refaccionan, costaron la vida de cuatro obreros, y dejaron múltiples heridos. El entuerto jurídico y de obra civil no solo ha tocado las arcas del Atlético Huila y los intereses de la hinchada. En la larga lista de damnificados también son contados los periodistas locales, que fecha tras fecha, con actitud estoica transmiten los juegos del elenco opita.
A decir verdad los grupos deportivos no asisten al estadio con los rostros radiantes y el fervor particular de otras épocas. De hecho se les nota cabizbajos. Como si llevaran un dolor escondido. Llegar a transmitir se ha convertido en una pesadilla, digna de los relatos de Homero en la Odisea o del mismo Dante en los infernales capítulos de la Divina Comedia. Amigo lector, no me tome por exagerado. Yo solo pretendo traducir de la mejor manera, investido del mayor valor solidario, las extremas dificultades y el paupérrimo entorno laboral de los esforzados periodistas deportivos.
No hay cabinas, ni aire acondicionado. Tampoco cómodas butacas, ni menos espaciosos burós para acomodar el P.C , las notas y la consola. Mucho menos, baños ni papel toilette. Narradores y comentaristas trabajan en la más completa intemperie de cara al sol que por estas calendas es más despiadado en Neiva. Tampoco existen caspetes estratégicos dónde engullir chunchulla o apurar una gaseosa. El ambiente es tórrido y casi infernal. Vaya ganando o perdiendo Huila, muy en sus adentros la prensa solo desea oír el pitazo final para terminar con la insolada, e ir a casa a curar sus heridas de combate.
Una de las mayores torturas para los profesionales del micrófono es sentarse en una pestaña de cemento hirviente que asoma de las antiguas graderías, y sobre la cual improvisan su estrecho cuartel de labores informativas. Es el único lugar de Neiva donde usted encuentra a la carta: nalga a la brasa. Ponerse de pie conlleva un gran esfuerzo corporal, y además visual, oteando por encima del banco de suplentes , engallado con un techo encumbrado como la joroba de un camello. Sinceramente, no se ve un sieso.
Tales vicisitudes parecen haber generado entre frecuentes excoriaciones en la piel, una molesta ulceración en las posaderas de los comunicadores. Lo de la descamación en la frente, los brazos y parte del cuello debido a la canícula es lo de menos ya que los huilenses por naturaleza tienen el cuero duro. Pero con las nalgas no se puede dar papaya. Las nalgas son un lugar sagrado. ¿ Si o no ?. Bien lo dijo Quevedo de tan confidencial e íntima instancia en nuestro cuerpo, y cuya interventoría juega un papel estelar:
"La voz del ojo, que llamamos pedo
(ruiseñor de los putos), detenida,
da muerte a la salud más presumida,
y el propio preste Juan le tiene miedo.
pronunciada con el labio acedo
y con pujo sonoro despedida,
con pullas y con risa da la vida,
y con puf y con asco siendo quedo".
Con mucho esfuerzo trataré de ilustrarlo, respetable lector, acerca del innoble tormento que aqueja a la mayoría de periodistas deportivos en Neiva. He de reconocer que para el caso he tenido que recurrir a algunos datos que me provee san Google, que aparte de doña Silvia, la vecina más chismosa del barrio, es el amigo más informado que tengo.
Lo que padecen mis amigos periodistas, en términos médicos se denomina"forúnculos " o "furúnculos". Nótese que independiente de cómo lo pronuncie, sus dos ultimas sílabas no tienen variación. Como tal, la forunculosis consiste en una infección del folículo pilosebaceo y se engloba dentro de la piodermitis. El agente causal implicado con mayor frecuencia en la forunculosis es el Staphylococcus aureus. En general está presente en la superficie de la piel y, por menor que sea, puede servir como puerta de entrada para bacterias, incluyendo picaduras de mosquitos, escoriaciones, pequeñas lesiones, etc. Sí señor lector, celebro que me esté entendiendo bien; forúnculos, es lo que usted vulgarmente llama "granos en el culo". (Disculpe lo procaz o lo castizo, pero necesito hacerme entender).
Los susudichos granos en el susudicho sitio, suelen presentarse con más frecuencia en áreas de pelos, zonas húmedas y más expuestas a fricciones, como ingles, axilas, muslos, rostro, cuello y .....nalgas. (ayayayy...). Un forúnculo se puede asumir con dignidad en cualquier parte del cuerpo, al fin y al cabo, duele donde sea; pero en las meras ancas, precisamente en plenos atrios del desfogadero es de por sí humillante. La cosa se caracteriza por el enrojecimiento de la zona infectada y el desarrollo de un nódulo, ( sí, un maldito grano! ), o protuberancia dolorosa. Después de cuatro o siete días comienza a tomar un color blanco a medida que se va acumulando pus debajo de la piel.
Ahora entiendo cuando "pelao" porqué mamá se molestaba cuando yo me sentaba en el andén caliente. —¡No te sientes ahí ! — gritaba la vieja emberrancada, ¡te van a salir forúnculos en el...! ( bueno, ella lo decía como usted lo dice ).
Imagínense a 45 grados de temperatura, deshidratado, persiguiendo la pelota y contándole a la amable audiencia toque por toque lo que está ocurriendo en la cancha. Usted suda más que Petro en una corrida de toros, mientras se contorsiona emocionado por las jugadas de gol en las dos áreas. Transcurridos unos minutos siente que todo le arde. Todo. Se levanta, se sienta, vuelve y se levanta. Despacito, muy des-pa-si-to, la desgraciada bacteria que produce los indeseados forúnculos, y a la que le importa un....carajo que usted sea periodista deportivo comienza su silenciosa labor destructiva, en esa área del cuerpo donde usted solo soporta la impertinencia de sus propios flatos.
En su momento algunas esposas creyeron que el intolerable "forunculeo" (¿estará bien dicho?), en retaguardia de sus esposos, era el amague de una nueva enfermedad, posterior al sika y el abrazo de la momia. Por sentido común y basadas en pretéritas experiencias con los virus, las desesperadas señoras echaron mano del acetaminofén y el bicarbonato de sodio; les dieron de comer uvas secas y les hicieron masticar hojas de albahaca. Solo a partir de las confidenciales quejas de periodistas entre sí, se pudo colegir que el común escozor en "zona de candela" tenía su origen en las aciagas tardes de transmisión en el estadio, y a la exposición continúa del "jopo" en el candente piso.
El periodismo deportivo en Neiva trabaja unido por la misma causa: que el Huila tenga un estadio digno; bueno, y que de paso puedan encontrar un lugar con las mínimas garantías desde dónde transmitir. De esa manera cesarían las horribles tardes del Plazas Alcid, narrándole goles con el alma al Atlético Huila, pero al mismo tiempo y de manera irónica sufriéndolo en el...rabo. Y es que no es cualquier cosa tratar de estar sobrio y cómodo, para con la mayor coherencia y lucidez analizar una jugada de esas que hacen delirar a la afición, pero sentir un calvario en "la zaga". O intentar cantar un gol con un Do de pecho, pero llorarlo en el trasero con un inenarrable dolor, eso es muy verraco.
