El sur rompe todos los tópicos del Brasil. El mapa de este gigante sudamericano va aclarando el tono de su piel conforme se viaja de norte a sur. Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul se desmarcan del mestizaje típico de Copacabana o Salvador de Bahía, de la estampa de las mulatas, la samba y el colorido tropical de los folletos turísticos. Es tan así, que en Santa Catarina encontramos ciudades como Blumenau, donde la colonia alemana es tan potente que no solamente se deja ver en los rasgos arios de sus habitantes, sino en el hecho de que conservan su lengua y sus costumbres al punto de que el turista despistado, perdido entre el fuerte acento alemán que se escucha por sus calles, puede confundirse por momentos respecto a si está en Baviera o en el hemisferio sur. La fuerte colonización alemana e italiana principalmente, convierten a los catarinenses en exponentes del Brasil blanco y pujante de los estados de clima continental y estaciones definidas, con frío austral en los meses de junio a septiembre y con el verano naciente del final de año que ha convertido a la capital estatal, Floripa para residentes y amigos, en la referencia turística por excelencia de la zona, preferida por miles de argentinos que la invaden literalmente cada diciembre como alternativa a la uruguaya Punta del Este, y por un selecto grupo VIP que ha hecho de playas como Jureré un derroche de lujo y glamour.
Si durante el pasado Mundial Brasil 2014 hubieran abierto un premio especial a la hospitalidad hubiera dado mi voto y el de todos mis conocidos a la ciudad de Florianópolis. En pocos lugares de la tierra se ha visto uno tan bien acogido y consentido como en esta tierra del sur de Sudamérica. La culpa la tiene uno de los mejores amigos que el destino tuvo la suerte de poner en mi vida, que nació y creció precisamente aquí. Fue en su día el gran anfitrión para mis ojos y sentidos de las excelencias de esta tierra y lo será ahora para los lectores de Caminantes y Caminos, apoyado en las espectaculares imágenes de Sergio Vignes. Hablo de Tico Lacerda, abogado, político inquieto y enemigo declarado de la corrupción, nieto de otro insigne político local, prototipo físico del perfil catarinense, alto, ojo azul, tiene sangre griega en las venas pero si usted se lo hubiera encontrado en la pasada Copa por alguna calle lo hubiera etiquetado sin dudar como hincha del combinado germano de Joachim Löw. Es la viva imagen de este otro Brasil tan diferente del estereotipo que el carnaval, Pelé o demás astros del fútbol han exportado al mundo, y es a su vez ejemplo de la rica diversidad de la que goza este coloso, cuya economía emergente lo ha colocado a la cabeza del desarrollo del continente.
La isla de la magia
Florianópolis, rebautizada como tal en homenaje al presidente Floriano Peixoto, es una isla, una gran isla de casi 60 kilómetros de largo por 20 de ancho, en cuya urbe principal habitan casi medio millón de personas, y que ofrece una de sus estampas más típicas en el célebre puente Hercilio Luz que une la isla con el continente. Su primera conquista fue española, recibió el nombre de Santa Catalina, traducido más tarde con la llegada de los portugueses al actual topónimo estatal. Empezó a ser conocida como Isla de la Magia, cuentan, por causa de numerosos alquimistas que arribaron por estos lares en épocas coloniales. Hoy día la magia es muy distinta, es más bien una fascinación ante la generosa naturaleza litoral que encara el Oceáno Atlántico, donde encontramos hasta 42 playas, muchas de ellas vírgenes y con escasa presencia humana, a las que hay que añadir la Lagoa da Conceiçâo, laguna de agua salada, y la Lagoa do Peri, de agua dulce.
Hay tres rutas principales para conectar con esta joya sureña y arribar a su aeropuerto internacional Hercilio Luz. Sao Paulo, Río de Janeiro y Buenos Aires nos separan con distancias muy parecidas en apenas dos horas de vuelo de la isla. Una vez allí hay múltiples opciones de alojamiento y en época estival escuchamos a partes iguales el portugués y el español debido a la numerosas presencia de turistas, argentinos sobre todo, que llegan a una ciudad hermanada precisamente con las hispanohablantes albicelestes de Mar del Plata y Córdoba, Fray Bentos en Uruguay y Viña del Mar en Chile.
Tico afirma que la Lagoa da Conceiçâo es “imperdible, si tengo que mostrar Floripa en pocos días empezaría por la laguna, las playas de Joaquina y Mole, los paseos en barco por Canasvieiras, el Ribeirão da Ilha, reducto de la colonización, que queda un poco al sur, Santo Antonio de Lisboa en la zona oeste más al norte. La laguna es un lugar muy romántico, donde se puede disfrutar en todos los sentidos, no solamente por los locales exclusivos que allí se ubican, sino por la misma energía que desprende toda esa naturaleza que se puede pasear en plenitud hasta la Barra en la zona donde la albufera desemboca en el océano. Otro paseo muy bueno en lancha es el de la Ilha do Campeche, al sur, un pequeño islote donde poder perdernos con la pareja o los amigos”.
Al margen de los recorridos de aguas azules, también el casco urbano merece su sosegada visita, “recomiendo mucho el centro histórico, acercarse a la catedral, enfrente tenemos la plaza del 15 de noviembre, a la derecha el Museo Cruz e Souza, con su fachada rosada, posteriormente ir a la Praça da Alfândega, entrar al museo Victor Meirelles, uno de los mayores y más célebres pintores de la historia del Brasil, dar un vistazo a las artesanías que encontraremos allí, y terminar en nuestro concurrido mercado público. En el mercado está el famoso Box 32, bar pionero que se ha convertido en punto de referencia para todo visitante. Lo frecuentan celebridades de Brasil y personalidades de la ciudad. Debemos saborear el ambiente de este lugar agitado, caótico por ocasiones, desprende tipismo y glamour a partes iguales y ofrece una gastronomía repleta de estilos y sabores de la isla”.
La cocina es precisamente otro de los grandes atractivos de una tierra habitada por grandes admiradores de la gastronomía nacional e internacional como son los catarinenses, cuya sensibilidad en este sentido es indudable. Si desea un buen tour culinario encontrará numerosas paradas. Tico, devoto gourmet en sus ratos libres, nos recomienda algunos: “el Ribeirão da Ilha es imprescindible, aparte de poder tomar un buen baño de mar, de relajarnos y asolearnos, tenemos aquí un claro exponente de las ostras de Santa Catarina, más del 80% de las ostras que se consumen e Brasil son de aquí y son deliciosas. Ostradamus Bar e Restaurante, en la Rodovia Baldicero Filomeno, es una plaza obligada para poder apreciarlas en su sabor y su entorno natural. Su mera estampa es una inspiración visual de la región, inspiración que se refleja desde luego en la presentación de unos platos dominados por los mariscos y los pescados. También tenemos el Porto do Contrato, y el Ponto G en Santo Antonio de Lisboa. En la Lagoa no podemos dejar de ir al Bistro Isadora Duncan, probablemente el lugar más intimista y romántico de toda la isla, y dejar un hueco para el Restaurante do Chef Fedoca, en Marina Ponta da Areia, donde se puede pedir una de las famosas moquecas, el célebre plato baiano que es exquisito aquí en el sur. Citemos por último O Barba Negra, donde tienen una especialidad de pulpo que merece la pena, y los restaurantes del hotel Majestic, un lugar chic que precisa de reserva previa”.
Precisamente el Majestic es uno de los alojamientos con clase sugeridos, “junto a él citaría a O Costão do Santinho, es uno de los resorts más nombrados de Brasil y se ubica a unos 40 kilómetros del centro. La Pousada Ponta dos Ganchos, lugar donde se hospedó Paul McCartney durante su estancia acá, y la Pousada Ilha do Papagaio, donde se ofrece al cliente la opción de arrendar la isla entera para sus invitados. En Jureré Internacional recomendaría el Campanario”.
Jureré, Floripa Glamour
Jureré es sinónimo de lujo y glamour para los habitantes de Florianópolis y para los ricos y selectos dueños de las lujosas mansiones ubicadas en esta parte del norte de la isla, en la que los clubes de playa estacionales, como el conocido Parador 12, conviven con carros deportivos último modelo y un ambiente propio de luminarias y bolsillos pudientes. “Jureré para nosotros es como una mezcla entre Hollywood e Ibiza, en los meses del verano, desde diciembre hasta marzo, por ahí desfilan celebridades, botellas de champaña cara, perfumes exclusivos, Ferrari de todos los colores y una vida nocturna con gente guapa embutida en millonarios trajes para ir a rumbear a lugares como la Boite Posh, que no hace mucho dio la vuelta al mundo al ser el lugar elegido por Paris Hilton para celebrar su 40 aniversario”.
No es un capricho que las clases altas hayan elegido este lugar para ubicar sus despampanantes mansiones o descansar en su espectacular resort, las aguas tibias que bañan sus playas, con aguas tranquilas, son el complemento perfecto para sus exclusivos veraneantes.
Agradecemos a Tico este recorrido por el sur, contraste absoluto con el norte de Pernambuco y Porto de Galinhas, que completa nuestro pequeño homenaje a Brasil más allá de una Copa que lo puso en la primera línea mediática del mundo entero.