Si ustedes ven los actores en Estados Unidos empiezan a ganar tanta respetabilidad que terminan controlando las producciones donde trabaja. Santa Evita, la última serie de Star, es producida por Salma Hayek. Ella ni siquiera trabaja ahí pero es que desde hace 20 años, cuando lideró el proyecto de Frida, la encomiable y subestimada película sobre la pintora mexicana, Salma produce las cosas que hace, como Nicole Kidman, como la archimillonaria Reese Whiterspoon. En Estados Unidos, donde funciona el Star System, las actrices son tratadas como diosas del Olimpo, y si pueden aspirar a controlar artísticamente lo que hacen. Por eso el nivel en Estados Unidos es el más alto del mundo.
Acá la televisión, como el fútbol, está en manos de señores adiposos que manejan enormes conglomerados y siempre van a la fija. Los talentos reales, como Dago García, a punta de chequera, se convierten en empresarios que sólo están pendiente es de los puntos de rating. Cosas sencillas que lleguen a la gente. Pues los colombianos son tan básicos que se quedaron viendo para siempre Pasión de Gavilanes o Betty la fea. Es tan desolador el panorama que hace poco estrenaron Legalmente rubia, la película más racista de la historia, y la hijuemadre arrasó en Netflix.
Por eso que regrese Flora Martínez a la televisión colombiana es refrescante. Lo que es triste es que a Flora le toque trabajar en lo que le toque. Ella, por más que quiera, es una asalariada. En Colombia se aseguraron de que los artistas no recibieran regalías por las repeticiones. Por eso Margarita Rosa tiene que ser testigo, resignada, de como se aprovechan de su presencia en Café, la repetición que hace RCN y por la que no recibe un peso.
Hace unos años vimos de lo que es capaz. Fue en su presentación de Chavela. Cantó, hizo un monólogo. Una monstra. Tenía todo el control. Ojalá la televisión colombiana tenga una regulación y se la quiten a los grandes empresarios para dárselas a los verdaderos dueños. Los artistas, los que deben hacerse vergonzosamente ricos y no hacerles el trabajo a otros. No les da ni vergüenza.