Flora Martínez, la rebelde que paró en seco a Caracol y RCN

Flora Martínez, la rebelde que paró en seco a Caracol y RCN

Cansada de ser encasillada como una femme fatale, la actriz ha asumido riesgos como dirigir una película justo cuando nadie cree en el cine colombiano

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octubre 28, 2023
Flora Martínez, la rebelde que paró en seco a Caracol y RCN

Flora Martínez está acostumbrada a quemar las naves. No le da miedo. El fuego la hace avanzar. En 1999, a los 22 años, después de haber alcanzado la fama y el reconocimiento artístico con Leche, la transgresora telenovela interactiva de Víctor Mallarino, decidió afrontar un papel dramático desgarrado, durísimo, que la llevó incluso a visitar morgues en todo el país. Se trataba de Soplo de vida, el policial sobre la tragedia de Armero que fue dirigida por Luis Ospina, uno de los grandes maestros del cine colombiano. Ahí, cuando empezaba a ser reconocida, alabada incluso por la crítica, decidió parar e irse a Nueva York a encontrarse con sí misma. Quería saber de qué estaba hecha. Flora, que había aprendido todos los secretos de la actuación en la academia que Edgardo Román tenía en el barrio La Soledad, se dedicó a meserear durante dos años. De ahí aprendió más que en cualquier escuela.  

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Flora Martínez se cansó del cliché de la muchacha maldita y supo desmarcarse de papeles como los de Rosario Tijeras.

Regresó y la rompió. Primero fue con La saga, negocios de familia, el intento de Caracol por realizar en nuestra televisión una historia gangster de los cincuenta, novela negra pura y luego quebró todos los records de taquilla haciendo de Rosario Tijeras. En el año 2005 Rosario Tijeras, la novela de Jorge Franco, fue llevada al cine por el director Emilio Maillé. Hizo más de 1 millón de espectadores en salas de cine, algo impensado en este momento para nuestro cine. Le valió a Flora el reconocimiento internacional y el hecho de que directores de la talla de Bigas Luna la llamaran para protagonizar sus filmes.

Pero Flora no se conforma con nada y quería hacer su mundo aparte. Eso de estar encasillada en papeles de niña delincuente que se la pasaba metiendo rayas de cocaína en las discotecas sórdidas no era lo de ella. Así que volvió a quemar naves En el 2010, en España, mientras grababa la película Soy tuya, conoció al músico uruguayo José Reinoso y desde entonces su vida cambió.

Conocí a Flora Martínez en un café en Bogotá, en el año 2018. Vino con su esposo, impecablemente vestido de negro, con un aire de Leonardo Favio en sus mejores épocas. Para él ella es como una especia de Norah Jones. Yo no sabía hasta entonces que la mamá de Flora era canadiense y que ella misma había nacido en Montreal. Sabe dividir muy bien sus nacionalidades, cuando se emociona es colombiana, cuando tiene que hacer cuentas es canadiense.

 Flora en ese momento se embarcaba en una de esas locuras suyas. Con su plata, arriesgándose, y con la ayuda de algunos productores logró montar un monólogo de Frida, una especie de concierto y confesión, un perfil descarnado de la pintora mexicana que emocionó a medio continente. Desde entonces empezó a quebrarse. Ya no quería seguir siendo un paisaje en televisión. Una femme fatale eterna, un instrumento para mostrar sólo una cara del país.

Con RCN sólo trabajó en un reality en el 2016. Se llamaba Bailando con las estrellas. Ya estaba lista para entrar a las finales. No hay nada más irresistible que Flora en una pista de baile. Pero en una de esas cabriolas que hacía para impresionar al jurado se resbaló y se rompió dos costillas. A pesar del dolor intentó continuar pero fue imposible. En Caracol estuvo dos meses en una serie llamada Entre sombras, un policial demasiado complejo para el gusto de los televidentes. Así que volvió a tirarse al vacío.

Flora Martínez nunca había dirigido una película y se embarcó en una, en tiempos donde las estadísticas condenan al cine colombiano: de cada 100 personas que paga una boleta sólo tres lo hacen para ver historias nacionales. La temática es compleja, es la historia de una mujer sordo-muda. Para dirigirla le pidió consejo a uno de sus héroes, Víctor Gaviria. Ella misma la protagoniza y se llama Itzia, tango y cacao. La distribuidora de Cinemark cuando vio su película le dijo que se parecía a esas bellezas que hacía el maestro Eliseo Subiela en los años noventa. Ella se emocionó ante este comentario. No te mueras sin decirme a donde vas y Hombre mirando al sudeste, son dos de sus películas favoritas. El rodaje duró cerca de un mes y se hizo en San Vicente del Chucurri, Santander. Tiene una alta carga de realismo mágico y una de las personas que estuvo más atento en la filmación fue José Reynoso. Las tensiones fueron tantas que llegó un momento en donde casi todo explota. Pensaron incluso en divorciarse.

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Flora y José Reinoso, el uruguayo con el que se casó en el 2010.

Es una época difícil en donde Flora incluso entiende las complejidades del cambio climático y todo eso que implica construir un nuevo país, un nuevo planeta. Su próxima película, la que dirigirá en el 2024, abordará este problema. Por ahora Flora ha conseguido lo que pocos logran, tener una vida lejos de los dos grandes canales nacionales. Además está haciendo lo que quiere.

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