La semana pasada se estrenó el polémico y exitoso reality de RCN, con el cual el canal espera marcar la diferencia y por fin volver al primer lugar del rating, posición que no alcanza desde los tiempos de Diomedes.
En teoría y a pesar de las dos temporadas en las que Protagonistas tuvo unos malos resultados, lo polémico de su contenido hace que en el público se despierte el morbo y termine viéndolo.
Ahora bien, ¿qué es lo que hay en esta versión en la que se están jugando tantas expectativas dentro de RCN? Primero, se aseguraron de tener en el casting personajes que generan curiosidad. Hay un miembro de la comunidad LGTBI y un par que han tenido sus acercamientos con el cine para adultos. Pero que eso sea llamativo no quiere decir que necesariamente sea narrativo y ahí es donde comienzan a fallar.
Protagonistas es un programa que tradicionalmente funciona por cápsulas de contenido, es decir, por pequeñas unidades de tiempo que cuenta un hecho específico, pero no está articulado como un capítulo que cuenta una sola historia. En esta oportunidad, los primeros capítulos evidenciaron aún más esta forma narrativa y lo débil que puede ser cuando no tiene nada que contar.
Querer hacer una nominación para eliminar en el primer capítulo sin que medie una razón que la sustente no tiene lógica y, mucho menos, lógica narrativa. Esto se convierte en un recurso Deux ex Machina, es decir, en un invento de los productores para crear tensión narrativa, porque saben que no la tienen.
Lo que parece que no conoce el equipo de contenido de la tan nombrada Analía es que hay mayor riqueza en poner a los participantes a que se conozcan y, por ende, a que el público genere un proceso de referencia y etiquetas que es el que permite la construcción de la identificación con el producto.
El gran problema en este casting es que todos parecen tener los mismos orígenes y las mismas cargas dramáticas; y cuando se reúne mucho de lo mismo no se genera historia. Eso quedó comprobado en el absoluto ridículo momento de nominación, donde aparte de haber muchos concursantes, se convirtió en una eterna repetición de la repetidera de argumentos, que por demás no existían. Si el concursante no cree en lo que está pasando, mucho menos el televidente. Esa es la norma de la verosimilitud narrativa que cualquier creador de contenido tiene como máxima en su ejercicio profesional.
De otra parte, intentan vender el programa diciendo que está en directo y que veríamos el ingreso de los participantes en vivo. Los cortes de edición fueron evidentes y la subtitulación de algunos comentarios de los participantes, la cereza del pastel.
Como si fuera poco, los nuevos presentadores han resultado la carátula de una revista, más planos no pueden ser. En lo personal, he visto muy pocos actores que puedan hacer el papel de presentadores. Como dirían las abuelas: ”zapatero a tus zapatos”. Cada vez que aparecen en pantalla D’Alessandro y Córdoba, el programa cae en el fondo del aburrimiento.
Por último, el canal se ha cuidado mucho, como si estuviera caminando sobre cáscaras de huevo, para no explotar las características del casting que escogió, ha intentando mantener el bajo perfil y no generar mucho comentarios alrededor de ellos, entonces, ¿para qué los seleccionó? Más temprano que tarde y con los trágicos números de rating que ha tenido en los primeros capítulos, veremos aparecer la estrategia de promocionar las verdaderas razones por las cuales fueron escogidos: ¡Sexo, sudor y lágrimas!
Material para que suba en el rating lo tienen. Somos una audiencia del chisme, la pelea y el morbo. Seguramente la paciencia se agotará y apelarán a poner en pantalla todo lo que tienen. Pero como el arranque estuvo tan flojo, será muy difícil que Caracol deje de estar A otro Nivel.