Los escenarios y ambientes de aprendizaje en tiempos de pandemia se han modificado y adaptado al uso de las tecnologías de manera sincrónica y asincrónica, flexibilizando la dinámica escolar en el marco del confinamiento ocasionado por la pandemia de COVID-19. Este proceso formativo se ha visto afectado desde la perspectiva, compromiso y participación del docente en cuanto al nivel de preparación que posee para afrontar y ajustarse a la circunstancia, así como también la capacidad de adaptación del estudiante en asimilar su proceso de aprendizaje desde la virtualidad.
En cuanto al currículo desde una mirada amplia, fue necesario repensarlo desde la equidad y la integralidad, por ello se hizo necesario ajustarlo y adecuarlo hacia la diversidad social, los ritmos y estilos de aprendizajes, así como la permanencia de la población estudiantil y el cambio de la intensidad horaria de las clases. Esta situación es un reto que ha abocado a que el docente de aula se enfrente a nuevas herramientas de aprendizaje y despierte su creatividad para enseñar de manera diversa e innovadora. En ese orden de ideas, su labor se enfoca en enseñar de forma flexible en ambientes de aprendizaje didácticos y emotivos que orienten la calidad de la educación en beneficio del estudiante.
Por otro lado, los desafíos de la permanencia en la población escolar y la lucha contra el ausentismo escolar que siempre han estado presentes, pero que ahora se han agudizado aún más, se trabajan de acuerdo al ritmo de aprendizaje individual, ajustes en los contenidos del saber y poder hacer, con explicaciones claras, ejemplos, comunicación asertiva, seguimiento constante hacia el estudiante e interacción con el padre de familia referente a los desempeños académicos. Labores que exigen tiempo y dedicación del docente factores que en muchas ocasiones se obstaculizan por la atención virtual y prácticamente personalizada hacia la comunidad educativa.
Ahora bien, el docente que posee los anteriores elementos está inmerso en la esencialidad de la educación. Contrario a ello y desde una óptica inversa, cuando no maneja todo lo anterior; el estudiante se ve afectado en lo cognitivo. Pensar en estos momentos en calidad educativa, es complicado, hay que tener en cuenta las condiciones socioeconómicas de la población escolar en Colombia, donde no todos poseen los recursos tecnológicos, razón por la cual en las clases se reducen al envío de guías o talleres, que los padres deben de recoger en las instituciones educativas. Otros factores incidentes en la disminución en la calidad educativa es la falta de conectividad en las zonas rurales que abren más la brecha de desigualdad con los niños urbanos.
¿En manos de quien está la solución? Es claro que desde el gobierno ha procurado menguar a través de la entrega de tablets o sim cards a Instituciones de zona rural y urbana para estudiantes con tales necesidades; pero el camino allí no termina si no hay acceso a internet, entonces ¿Cómo se va a hablar de educación virtual?
Es evidente, el replanteamiento de la flexibilización escolar entendida como una transformación de la educación, dándole sentido a los aprendizajes pero con equidad social. Así pues, por más didáctico e innovador que sea el maestro, el aprendizaje virtual cumple su papel en forma parcial, por cuanto lo importante es la responsabilidad y el autoaprendizaje. Dicho valor debe llevar a la motivación del aprendizaje y disminuir la deserción escolar.
En cuanto al abandono escolar, se presenta por la desmotivación que imposibilita el desarrollo del proceso académico; cabe destacar que los diversos factores de esta situación son muy frecuentes y las diversas estrategias aplicadas en el ámbito educativo no logran solventar este impasse, pese a ello, durante el confinamiento, muchos docentes han sido la fortaleza para la continuidad educativa de los estudiantes, quienes han garantizado la sostenibilidad educativa, aunque es evidente que la deserción escolar se incrementó.
De esta manera, la flexibilización escolar provocó la construcción un currículo pertinente y de calidad, al servicio de todos los actores de la educación (docentes, directivos docentes, estudiantes, padres de familia, cuidadores y sociedad en general) respondiendo a los retos del siglo XXI, a los intereses de los estudiantes, a la praxis pedagógica, políticas escolares de los maestros y a los diversos proyectos educativos, que juntos permiten proyectar a las nuevas generaciones trayectorias de la vida equitativas y sostenibles.
En consecuencia, se trata de valorar la oportunidad que otorga esta coyuntura para reflexionar y repensar el sentido de la educación y el diseño curricular en el sentido de: analizar el rol de profesor y la concepción de aprendizaje como praxis en la relación dialéctica enfocándose en las estrategias didácticas orientadas a una verdadera formación de estudiantes en la resolución de problemas reales del entorno para prever rutas diversificadas y nuevas destrezas que promuevan el acto de aprender.