Debido a la situación de confinamiento que se está viviendo en todo el mundo, los sistemas educativos de los países han decretado suspender las clases presenciales en las escuelas, estas a su vez han tenido que reinventarse y adaptarse a las nuevas circunstancias; y los maestros han tenido que migrar a la enseñanza virtual, modificar su didáctica y la forma de transmitir los contenidos escolares.
En Colombia, algunas instituciones educativas de carácter privado y del sector oficial han incorporado a la enseñanza plataformas que permiten un contacto permanente con sus estudiantes, donde el maestro puede dar, en tiempo real, una clase al estilo magistral y en donde se aclaran dudas e inquietudes de los estudiantes. Algunos han seguido con la misma intensidad y cantidad de contenidos que antes de la pandemia; han mantenido sus estrictos horarios de clase y de toma de asistencia, incluso le han exigido a sus estudiantes que se pongan el uniforme en casa para recibir sus clases virtuales. Esto pone en evidencia, que aunque se esté pasando por una situación atípica como lo es una pandemia y un confinamiento total, a las instituciones educativas les cuesta ser flexibles ante ciertas normas.
¿Cuál es la finalidad de exigir a los estudiantes que se pongan su uniforme en casa, si nadie necesita identificar que ellos pertenecen a una institución dentro de sus hogares? El sentido del uniforme es el de unificar un modo de vestir acorde a los estamentos que rigen en la comunidad educativa para asistir a sus instalaciones; pero que en estos momentos de pandemia, en donde muchas personas están viviendo episodios de ansiedad, de depresión, por no poder salir, ni trabajar, haya colegios que le exijan a sus estudiantes el uso del uniforme como si asistieran de manera presencial, raya en lo absurdo. Esto debe llevar a plantear una reflexión en torno a ciertas reglas de los establecimientos que no van acorde al momento histórico actual.
Además, es inaceptable que los niños y padres tengan que incorporar, a su difícil realidad familiar y económica, una situación más de estrés, ocasionada por el exceso de actividades y normas escolares. Del mismo modo, los maestros se están viendo forzados a trabajar más de 12 horas en casa, a evaluar y calificar cada semana a más de 180 estudiantes en el caso de secundaria, y más de 10 trabajos por cada niño a su cargo en primaria. Algunos directivos, envían circulares en horas de la noche, piden informes sábados y domingos, se trabaja sin descanso de lunes a viernes de 7 a 7 o hasta más.
Ya no queda tiempo para disfrutar en familia, no se ha acabado con un trabajo o guía cuando ya se está pidiendo otra, y los padres y maestros no dan abasto, no es una labor fácil. Se debe ser consciente que en muchos casos los niños no encuentran en sus padres el apoyo pedagógico que le brinda la maestra en clase, muchos de los niños y niñas de escuelas públicas no cuentan con acceso a internet y por esto, varias instituciones se han visto abocadas a hacerles llegar guías impresas que en ciertos casos son difíciles de comprender para los niños y cuidadores. Por tal razón, es necesario que las labores escolares propendan por un aprendizaje autónomo, lúdico e investigativo teniendo en cuenta los recursos con los que cuenta el estudiante en casa.
En este momento, todos deben aplicar la comprensión empática, tanto estudiantes como padres de familia, maestros y directivas. Se debe recordar que todos han experimentado períodos de angustia por la situación actual, y que de la manera como se esté afrontando esta pandemia, quedarán secuelas que influirán en el modo de vivir y de relacionarse después de que todo pase. Mientras que las secretarías de educación deben ser consecuentes y dejar los informes de gestión educativa para las semanas de desarrollo institucional.