Con un evidente desconocimiento de la realidad salarial de los lideres del paro, Mario Hernández pretendió ensuciar una de las actividades mas nobles, altruistas, revolucionarias y desagradecidas de la sociedad. Decir que varios de los dirigentes sindicales que participan en el paro (porque no son los verdaderos líderes, ni voceros del movimiento de rebeldía juvenil, valga la pena aclarar) ganan treinta y cinco millones de pesos es una falsedad y un despropósito.
Lo que pretende el Sr. Hernández es deslegitimar la actividad mas golpeada en las ultimas décadas. No obstante, acierta al señalar que varios de estos dirigentes son pensionados que gozan de muchos privilegios y que se rehúsan al relevo generacional, tal vez por esas mismas razones. Sin duda, antes de escribir, el Sr. Hernández debe investigar más.
Esta critica ácida y malintencionada afecta la imagen de los que nos dedicamos a esta peligrosa actividad y que en países desarrollados es apoyada y estimulada como motor de las democracias. Flaco favor le hace al país y a la democracia estas aseveraciones y nos pone en tela de juicio injustificadamente.
El Sr. Hernández desconoce que en este país es una odisea constituir un sindicato, por las estigmatizaciones, por el individualismo social que no contribuye al desarrollo colectivo, por la violencia que se ejerce sobre quienes ejercemos este derecho fundamental de asociación, por el acoso, el maltrato y discriminación de la que somos víctimas, tanto en el sector privado como público.
A lo anterior se suma la crisis sindical de las cúpulas, su burocratización, la ausencia de democracias internas, la atomización sindical (parece que el remedio resulto peor que la enfermedad) y, lo mas complicado, la ausencia de políticas públicas que estimulen la actividad sindical desde la educación básica hasta la superior como expresión del derecho fundamental de asociación y participación política establecidas en la constitución y los derechos humanos universales.
Mario Hernández, quien funge de defensor de oficio del uribismo, le haría más bien al país si aconseja al presidente Duque que estimule la actividad sindical, atienda sus peticiones y no confunda los liderazgos.
¿Será que en sus empresas el Sr. Hernández habrá permitido la constitución de sindicatos o macartiza a sus trabajadores de la misma forma que lo hace con el sindicalismo colombiano?
