Y en la noche no llovió. Fito Paez regresaba a Bogotá después de dos años con una idea completamente diferente: él, su piano y nosotros, dos mil mortales que flotábamos en un momento de intimidad con el ídolo. A las ocho de la noche, detrás del telón, se escuchaban los primeros acordes de su piano. Dar es dar fue lo primero que se escuchó y la gente, que no se cansa de verlo cada vez que viene a Bogotá, desgarró su corazón en el Jorge Eliecer Gaitán.
El momento más emotivo de la noche fue cuando Fito empezó a cantar canciones de sus ídolos Pablo Milanés y Bob Dylan. El Jorge Eliecer Gaitán casi se desploma cuando nombró a su maestro Charly García. El rosarino tenía 17 años cuando fue el teclista de una de las bandas de García. Por eso dijo ante un público embelezado: “ Yo no hubiera sido nada sin Charly, ninguno de nosotros hubiera sido nada sin él” y empezó a entonar una de las canciones con las que García se burlaba de la dictadura de Videla a finales de la década del setenta.
En sus palabras quebradas se notaba la preocupación: hace un par de días Charly García fue visto en las calles de Buenos Aires semi desnudo, y en una delgadez extrema. A finales del 2016 fue internado por una pulmonía y se temía lo peor. Después de que su amigo Palito Ortega lo recuperó de su adicción de las drogas, el gran dinosaurio del rock argentino al parecer ha vuelto a recaer a sus 67 años. Fito, que lo considera un padre, no se refirió a la enfermedad pero sí vislumbró el gran hueco que dejará.
El concierto siguió con versiones únicas de sus éxitos Al lado del camino, Mariposas technicolor y Las tumbas de la gloria. El lunes 13 de marzo, justo el día en el que cumplirá 54 años, Paez volverá a subir a la tarima del Jorge Eliecer Gaitán a celebrar su cumpleaños con Bogotá, una ciudad que cada vez que viene lo hace sentir como en casa.