Firmado en mármol para olvidarlo: las veces que Petro dijo que no convocaría a una Constituyente

Firmado en mármol para olvidarlo: las veces que Petro dijo que no convocaría a una Constituyente

En plena campaña para la presidencia, Petro reiteró que no convocaría a una constituyente. Hoy, como mandatario, la ha lanzado. ¿Qué significa este cambio?

Por: Pablo Emilio Obando A.
marzo 27, 2024
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Firmado en mármol para olvidarlo: las veces que Petro dijo que no convocaría a una Constituyente
Fotografía: Canva

En plena campaña electoral para la presidencia de la República de Colombia, el economista Gustavo Petro Urrego reiteró que NO CONVOCARIA A UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Hoy, como mandatario de los colombianos y olvidando su promesa lanza una convocatoria en tal sentido.

No fue una, ni dos ni tres veces. Lo negó de acuerdo a los conteos preliminares nueve veces. En esos momentos expresó que él NO QUERÍA SER UN DICTADOR DE IZQUIERDA. Hecho que nos permite entrever su deseo de convertirse en uno de ellos. Igualmente afirmó que no se requiere cambiar la Constitución por cuanto él mismo contribuyó en su redacción y en sus principios.

Como un Judas moderno que firmó en mármol su propósito de NO CONVOCAR A UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE, hoy lanza al pueblo colombiano su intención de una convocatoria cuyo propósito es contrario al de su afirmación.

Los dirigentes Antanas Mockus y Claudia López, entre otros, fueron testigos de la firma de Gustavo Petro Urrego en mármol. Uno de los trinos del presidente Petro da constancia de su reiterado deseo de ser leal a su palabra en tal sentido. Ni el mármol ni su palabra resistieron la tentación de llamar al pueblo a una ASAMBLEA CONSTITUYENTE.

Es lamentable decir que GUSTAVO PETRO URREGO es un hombre sin palabra, de poco fiar y un seductor de las muchedumbres. Diría que cínico, megalomano y embaucador. Otra de sus promesas firmadas en mármol fue gobernar con los más preparados e idoneos, hecho que se cae solo al mirar tantos y comprobados actos de corrupción.

Dice una cosa , mañana otra. Afirma que los recursos del pueblo serán sagrados, pero sostiene en los ministerios a personas con delicados señalamientos. Veamos el caso de la ministra de Ciencia y Tecnología, uno solo de ellos. Olvidémonos de los Benedetti, Las Sanabria y otros tantos personajes de la política nacional.

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Firmar en marmol, colocar en su despacho presidencial la promesa de una NO convocatoria para luego desconocer su propia promesa ya es demencial, preocupante y hasta peligroso. Puede concitar sentimientos diversos y llevarnos a confrontamientos violentos e innecesarios.

Nos parece que el presidente vive en otra realidad, mira otros mundos alternos, habita una Colombia distinta a la que nos ha tocado en estos días y se aferra a una Utopía que más parece una obsesión. Es lamentable decirlo, pero el triunfo de Petro ha sido un respiro para la derecha y la política tradicional. Él que era el llamado a cambiarlo todo se ha convertido en un simple espantapajo que traiciona su propio pensamiento.

Su pretensión de convertirse en UN DICTADOR DE IZQUIERDA, según sus palabras, no es plausible en la Colombia de hoy. Recordamos las palabras de su hermano cuando afirmaba que sus patologías médicas no le permiten percibir la realidad con una meridiana claridad.

Convocar al pueblo desde PUERTO RELLENA, como se insiste en hacerlo, es temerario, irresponsable y provocador. Con gritos, consignas trasnochadas y colmadas de un fastidioso fanatismo no es posible llevar a Colombia hacia Puerto Seguro. Se insuflarán vientos cargados de huracanes, primaveras florecidas de desiertos y cementerios colmados de sangre joven y virgen.

Era sencillo cumplir la palabra. Hacer lo que se tenía que hacer durante su periodo presidencial y labrar un camino tranquilo para nuevos gobiernos de verdadero CAMBIO y tranquilidad. Pero no, se empeñó en forzar cambios, utilizar viejas estrategias electorales y burocráticas, rodearse de políticos señalados por su incorrecto proceder y pretender ser el CAMBIO cuando en realidad fue un reencauche de todo aquello que odiamos y desdeñamos.

Se traicionó a sí mismo, a sus principios y autoridad. Queda un Petro desgastado, incomprensible, confundido y sin horizonte. Su llamado desde Puerto Rellena ya no es un acto de rebeldía, es una señal de confusión y abatimiento. Lloramos por el Petro que elegimos (y ya no es) , censuramos el Petro que se escondía tras sí mismo por cuanto nos hizo ver en el mismo espejo de ese ser que envanecido y arrogante se hundió en las aguas de su propia vanidad.

Al unísono nos preguntamos: ¿Señor presidente, dónde quedó su decencia?

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